EL PAíS
Campesinos en la Plaza, con una agenda propia
El jueves llegaron con los piqueteros a Plaza de Mayo. Traían reclamos de tierra, salud y agua.
› Por Laura Vales
El jueves pasado, una delegación del Movimiento Campesino de Santiago del Estero y la Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba marchó a Plaza de Mayo junto con los piqueteros, con un pedido de reforma agraria y soberanía alimentaria. Carlos Luna, dirigente santiagueño, y Juan Herrero, cordobés, explicaron a Página/12 los motivos de su reclamo.
El Mocase es una organización nacida a fines de los ‘80, ante la
necesidad de los pequeños productores de la provincia de resistir los desalojos y organizarse para producir en mejores condiciones. Reúne a unos ocho mil integrantes. Apenoc, en cambio, es más reciente: tiene tres años de historia y nuclea a unas 200 familias del norte de Córdoba, en el límite con la provincia de La Rioja. En ambos casos, la regularización de las tierras aparece como principal problema.
–¿Por qué?
Herrero: —En nuestra región, más del 60 por ciento de la gente sólo tiene reconocida la posesión veintiañal, por lo que el tema de la regularización está en primer plano. Pero no es el único, también peleamos por el acceso al agua, ya que el clima es árido y para sembrar necesitamos de riego artificial. Y reclamamos por la salud, porque los hospitales que tenemos son muy precarios, están muy desabastecidos.
Luna: —En el caso del Mocase, ocurre que la mayoría de sus integrantes no tienen título de propiedad de las tierras donde vivimos.
–¿Cómo se generó esta situación, de dónde viene?
–Nace de la época de La Forestal. En aquellos años todo el territorio era obraje, y los que vivían allí eran empleados de la empresa, que explotaba el norte de Santiago del Estero, Chaco, Salta, Jujuy... bajo el dominio de La Forestal hubo tres millones de hectáreas. Cuando la empresa desaparece, esas tierras pasaron a manos del ferrocarril. Muchos de los trabajadores se quedaron, cada cual donde estaba, sobreviviendo del campo. Así pasaron varias generaciones. Eran campos abiertos, espacios muy grandes, sin parcelar. Hasta que el Estado empezó a delimitar y vender las tierras a grandes empresas. Los nuevos dueños comenzaron a presionar para que la gente que vivía en sus nuevas posesiones se fuera del lugar. Así llegaron los desalojos.
–¿Qué significa puntualmente el reclamo de reforma agraria?
–El reconocimiento de la posesión de las tierras. Pero junto con eso, nosotros también planteamos que no queremos títulos de propiedad individual, sino de posesión comunitaria.
–¿Por qué?
–Porque cuando los viejos morimos quedan los hijos, y entonces ellos podrían volver a tener el mismo problema, tendrían que empezar de nuevo con todo el proceso de regularización. Por eso queremos que las tierras sean de la comunidad y que además nunca puedan ser vendidas.
Herrero: –Nosotros planteamos que el acceso a la tierra debe ir
acompañado de medidas en el área de salud y de un cambio en el modelo agropecuario, porque en éste nosotros no tenemos lugar.
–En general, en el país se suele hablar de pequeños productores, pero no de campesinos. La palabra campesino tiene una carga ideológica fuerte. ¿Por qué la eligen para nombrarse?
Luna: –Básicamente para indicar que detrás de nuestra producción no está la racionalidad de la ganancia, sino la reproducción del ciclo de la vida. Nosotros no producimos con la lógica del lucro. Las familias crían chivas, gallinas, vacas. Muchos tienen cabras. También sembramos dos o tres hectáreas con verduras, para el consumo familiar. Lo hacemos cuidando la naturaleza; en cambio, los de afuera vienen con la topadora, desmontan y prenden fuego.
–¿Venden lo que producen o todo es para autoconsumo?
–Una parte se vende a través de cooperativas.
Herrero: –También trabajamos bastante para mejorar la producción caprina. Organizamos botiquines comunes para hacer sanidad en las majadas, algo que antes no se hacía porque el costo de los medicamentos, comprados individualmente, suele ser muy alto. Se hacen compras conjuntas de maíz para alimentar a los animales, y así se obtienen mejores precios. Otra cosa que hicimos, en Córdoba, fue armar una red solidaria para comercializar las cabras evitando los intermediarios. También así conseguimos mejores precios.
–Ustedes marcharon también en reclamo de soberanía alimentaria. ¿Qué expresa ese término?
–Se refiere a que cada país debe ejercer la posibilidad de elegir qué alimentos producir, para alimentar a sus habitantes. Es la idea de soberanía frente a las presiones de las multinacionales, está vinculado a que podamos definir libremente la política agropecuaria. Por eso nosotros nos oponemos al ALCA y no compartimos el concepto de seguridad alimentaria del Banco Mundial ni su criterio de reforma agraria, que propone dar créditos para el acceso a la tierra, y que nosotros vemos como un proyecto de mercantilización de las tierras.