EL PAíS
› POR NO PODER COMPRAR LOS REMEDIOS, CADA VEZ HAY MAS REINTERNACIONES CARDIACAS
Vivir con el corazón en la boca
Al menos el 25 por ciento de las reinternaciones por insuficiencias cardíacas se debe a que los pacientes abandonan el tratamiento. La mayoría es por haber quedado fuera de la seguridad social. Así lo revelaron ante Página/12 los expertos del Congreso de Cardiología. La depresión por los problemas económicos también puede provocar aterosclerosis.
› Por Pedro Lipcovich
La Argentina es la alarma de los cardiólogos. Se alarman por la íntima conciencia de que las enfermedades que ellos tratan, que ya hace dos años eran la primera causa de muerte, vienen subiendo sin control a partir de la crisis de los últimos meses. La mayor inquietud de los especialistas viene de que “muchos pacientes no están tomando los remedios porque han quedado fuera del sistema de seguridad social y ya no tienen dinero para pagarlos”. Más del 25 por ciento de las reinternaciones por insuficiencia cardíaca se deben a que el paciente dejó de tomar los remedios. Además, se inquietan los médicos porque “son cada vez más frecuentes los infartos y las anginas inestables en personas jóvenes, de 35 o 40 años”. Página/12 -al acceder a las charlas de pasillo del Congreso de Cardiología que se está realizando en Buenos Aires– advirtió que la inquietud de fondo de los profesionales se vincula con el aumento de los factores de riesgo vinculados con lo anímico: recientes investigaciones advierten que la depresión ligada con la situación socioeconómica puede producir en sí misma (además de sus efectos indirectos como el aumento en el tabaquismo y otras conductas de riesgo) efectos bioquímicos que propician esa inflamación generalizada de las arterias que se llama aterosclerosis.
“Dentro de las enfermedades cardiovasculares, la primera causa de muerte es la insuficiencia cardíaca: y, en ésta, el abandono de la medicación es la primera causa de reinternación y mortalidad”, dice Alvaro Sosa Liprandi, quien preside el XXIX Congreso Argentino de Cardiología, que se efectúa en Buenos Aires. Para colmo, “mucha gente no tiene dónde internarse”, observa el especialista, y reitera que “veníamos con una curva en descenso en los últimos años. Pero en los últimos meses, esto cambió”.
Ya antes de la crisis actual, la Sociedad Cardiológica Argentina había establecido que entre el 20 y el 25 por ciento de las reinternaciones por insuficiencia cardíaca se debían a que el paciente deja de tomar la medicación recetada (y el 30 por ciento de las muertes por cardiopatías se debe a insuficiencia cardíaca). Actualmente, “la tasa de abandono de la medicación subió en forma notable”, señala Sosa Liprandi, lo cual se vincula de inmediato con que “gran proporción de la población ha perdido el acceso a los sistemas de salud”.
Yendo a lo concreto, un tratamiento para mantener el colesterol en niveles normales requiere tomar diariamente un comprimido que cuesta entre 50 y 100 pesos la caja de 30. En el caso de la hipertensión arterial, el tratamiento alcanza valores similares, “ya que, aunque algunos de los fármacos son más baratos, los tratamientos también requieren combinar dos de ellos”, apunta María Inés Sosa Liprandi, secretaria de la Fundación Cardiológica Argentina. Hay que tomar en cuenta que “estos tratamientos son, en principio, permanentes; los pacientes los reciben en forma crónica; eventualmente el tratamiento se suspende por un tiempo, se controla al paciente y se retoma: no es como un antibiótico que se administra por un tiempo limitado”.
En el caso de la persona que tuvo una internación por insuficiencia cardíaca, el tratamiento es todavía más caro: “Hay que tomar por lo menos tres medicamentos permanentes, que en su conjunto pueden costar unos 150 pesos por mes; pero además estos pacientes suelen tener alto el colesterol, lo cual requiere un medicamento adicional”.
Todo esto pasa cuando la gente ya se enfermó. Pero sucede que ahora los que se enferman son más, y lo hacen antes. “Cada vez son más las consultas por infarto y angina inestable en mujeres y hombres de entre 35 y 40 años; cada vez son más las personas de esa edad que ingresan en unidad coronaria con síndromes coronarios agudos –señala la secretaria de la Fundación Cardiológica–; tradicionalmente, estas afecciones aparecían más bien a los 45 o 50 años.” ¿Por qué? “Por la acción de factores de riesgo no controlados como el estrés, a menudo vinculado con razones socioeconómicas, o la depresión –contesta la especialista–. La depresión parece ser en sí misma un factor de riesgo importante que se está evaluando de manera específica.” Precisamente hoy, en el Congreso de Cardiología, tendrá lugar un simposio sobre “Depresión y enfermedad cardiovascular”.
La idea que tiende a imponerse es “que la depresión causa la activación de una serie de mecanismos que pueden desembocar en un cuadro agudo cardiovascular. Hay que tomar en cuenta que una de las teorías en este orden estima que la depresión tiende a provocar fenómenos inflamatorios en el organismo, y sucede que la aterosclerosis implica una inflamación generalizada en los vasos sanguíneos (ver aparte). Hoy se tiende a pensar que la depresión es en sí misma un factor de riesgo, como la hipertensión o la diabetes”.
Además, es claro que “la depresión, muy frecuentemente vinculada a la pérdida del trabajo o situaciones económicas, incide en que la persona descuide factores de riesgo. Encontramos muchas personas que habían dejado de fumar y sufren una recaída en el tabaquismo con relación a situaciones de crisis”, observó la especialista.
Otro de los médicos del Congreso, Herman Schargrodsky –del Servicio de Cardiología del Hospital Italiano–, confesó a este diario la trampa en la que se ve junto a sus colegas: “Hasta hace unos años yo solía dar charlas en distintos lugares, le explicaba a la gente cuál es la comida más saludable. Pero, hoy, ¿a usted le parece que yo podría ir a un barrio de clase media baja para recomendar cómo preservar la salud cardiovascular, cuando muchos no tienen comida a su alcance? Yo me siento inhibido para hacer eso”.
Subnotas