EL PAíS
Secretos en reunión son mala educación, salvo para Otto Reich
El jefe de América latina en el Departamento de Estado dijo tener un candidato para la Argentina y un plan para Brasil.
› Por Martín Granovsky
El encargado de América latina en el Departamento de Estado norteamericano, Otto Reich, dijo que él tiene pensado un candidato para las elecciones argentinas, pero no lo reveló, y que su país tiene un plan contingente para Brasil, pero no indicó cuál era. Si Reich fuera argentino habría que pensar en una psicopateada diplomática. Pero como no lo es, conviene tomar en serio inclusive sus misterios.
Tras una conferencia sobre el continente organizada por el diario The Miami Herald, Reich fue consultado acerca de si una eventual candidatura de Carlos Reutemann contaría con su bendición. “Nosotros no tenemos candidatos, ni siquiera en este país”, dijo Reich. “Personalmente yo sí tengo un candidato en este país, pero como diplomático se supone que no debemos mostrar ninguna preferencia.”
Durante los años de Ronald Reagan, Reich comandó la Oficina Diplomática, que según relata el investigador Roy Gutman en su libro Banana diplomacy se encargaba de difundir datos amañados para influir en la opinión pública y favorecer a los contras antisandinistas.
Hace tres semanas el funcionario, la máxima autoridad del Departamento de Estado para relaciones con América latina, citó a Carlos Menem al hablar de la corrupción regional. Después quiso desdecirse, pero la periodista de El País que había recogido sus declaraciones probó la exactitud de su artículo.
Reich dijo que un acuerdo con el Fondo era posible –afirmación que ya suena vacía si no tiene fecha– y quedó acompañado en ese pronóstico por uno de los subsecretarios del Tesoro, Kenneth Dam. Dijo que varios informes sobre la Argentina señalan que la “economía tiende a la estabilización y, aparentemente, la situación parece haber tocado fondo”.
Ayer, en Miami, Reich dio una confusa opinión sobre Brasil. Cuando le preguntaron por Luiz Inacio Lula da Silva, primero en las encuestas para el ballottage del 27, dijo: “Trabajaremos con quien el pueblo brasileño elija en el desarrollo de un país que es fundamental para la salud económica de América latina, y nada indica que no podamos trabajar con el futuro gobierno brasileño”. También dijo que su país había pensado un plan de contingencia para Brasil. No quedó claro en las palabras de Reich para qué era ese plan. Según el enviado de la agencia argentina Télam, se trata de un programa para ayudar a las empresas norteamericanas en caso de una cesación de pagos brasileña. Según la agencia española EFE, el plan de contingencia está referido a una izquierdización intolerable para Washington.
“Mientras Brasil continúe siendo un país amigo y democrático, un país de libre mercado y que apoye a la iniciativa privada, somos muy optimistas respecto del futuro de ese país”, dijo Reich en una declaración que puede ser interpretada como simple augurio o como condicionamiento.
Sea interpretación política o sea económica, la serie de afirmaciones del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos se complementa con dichos de Bob Zoelick, con un cargo equivalente a ministro de comercio internacional en el gobierno de George W. Bush. El domingo dijo a The Miami Herald que cuando su gobierno habla del Area de Libre Comercio de las Américas, el ALCA, es porque “queremos hacer la primera oferta a América Latina, porque son nuestros socios más cercanos”. Comentando un posible triunfo de Lula y un giro de Brasil dijo que “si ellos decidieran que quieren marchar en otra dirección, si ellos quieren tomar el rumbo sur, para la Antártida, nosotros miraremos hacia el Este o el Oeste”.
En la conferencia de Miami el columnista de Folha de Sao Paulo Clovis Rossi aprovechó para preguntar a Zoelick su opinión sobre la definición de Lula sobre que el actual proyecto de ALCA es anexión y no integración. “El ALCA es una elección para Brasil, no una exigencia”, dijo. “Es una oportunidad para Brasil, no significa la anexión de Brasil.”
El funcionario usó la tribuna de la conferencia para refirmar la cita del 1 de noviembre en Ecuador, donde deberían establecerse calendarios enfirme para la apertura de mercados. La del 2003 está en discusión. Brasil aceptaría que fuese en Miami, siempre que la del 2004 se realizase en una ciudad brasileña. Y las fechas no son caprichosas, porque en el 2005 debería comenzar la integración efectiva. Lula prometió como candidato que no quiere apurar la apertura de mercados porque supondría la destrucción de la industria brasileña.
El fantasma de un Lula violentamente antinorteamericano estuvo de manera informal, pero sólida, en la conferencia de Miami, aunque muchos citaron las repetidas declaraciones de Marco Aurelio García, uno de los posibles cancilleres de Da Silva, sobre que “solo un loco” se dedicaría a pelear tontamente con los Estados Unidos. García también es el teórico lulista de una posición diplomática: Brasil debe desplegar su poder de negociación a partir del Mercosur, y para que eso funcione antes debe consolidar su relación bilateral con la Argentina incluso más allá de cualquier diferencia comercial.
La mercantilización del Mercosur es la posición de muchos exportadores brasileños de productos primarios y alimentos, ofuscados por la competencia argentina. Edmundo Klotz, presidente de la Asociación Brasileña de Industriales Alimenticios, dijo que prefiere a los chinos como socios comerciales. Citó como ejemplo de problema el escaso mercado que representa Uruguay (“Es una ciudad con pretensión de país”) y dijo que con la Argentina Brasil tiene problemas en pollos, café y azúcar.
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