Mié 24.12.2008

EL PAíS  › LA NIETA NúMERO 96 RECUPERADA POR LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

La historia del reencuentro

Las revelaciones de un represor publicadas por la edición rosarina de Página/12 ayudaron a hallar a la hija de Negro y Valenzuela. Ayer, las Abuelas dieron una conferencia de prensa y la joven estuvo en tribunales junto con su hermano.

Volvió a pasar otra vez. Ella es hija de Raquel Carolina Angela Negro y de Edgar Tulio Valenzuela, y durante los últimos treinta años estuvo privada de su identidad. Así presentó Estela Carlotto en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo la historia de esta nueva recuperación. Los militares dejaron a la bebé apenas nacida en un hogar de niños cuidado por una congregación de monjas de Paraná. En enero de 2008, las confesiones de un represor a la edición de Rosario de Página/12 le permitieron a las Abuelas acelerar completamente la causa que ahora llega a un final.

La niña nació el 26 de marzo de 1978, en el hospital Militar de Paraná.

Raquel era de Santa Fe, se había recibido de trabajadora social y trabajaba en un plan de viviendas de una cooperativa y en la escuela Falucho de esa provincia. Militó en la Juventud Peronista, en el Movimiento Villero Peronista, en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y en Montoneros. En Rosario, conoció a Tulio que había nacido en San Juan y también militaba en Montoneros. Los secuestraron en Mar del Plata, el 2 de enero de 1978, cuando Raquel llevaba siete meses de embarazo.

El secuestro estuvo a cargo del II Cuerpo del Ejército. A Tulio, Raquel y Sebastián, el hijo mayor de Raquel, se los llevaron detenidos al centro clandestino Quinta de Funes, a 20 kilómetros de Rosario. Lo que pasó con ellos aún no se conoce completamente. Pero se sabe que apenas llegaron al cautiverio, Raquel y Tulio simularon colaborar con la dictadura para conseguir que los militares restituyeran a Sebastián. A partir de entonces, Raquel siguió detenida pero a Tulio se lo llevaron a México con la idea de que detectase a algunos de los montoneros refugiados ahí. Tulio terminó denunciando a sus captores a la prensa.

En enero de 2008, la edición de Rosario de Página/12 entrevistó a uno de los represores responsables de la detención. Eduardo “Tucu” Constanzo, con arresto domiciliario, dijo que a Raquel se la habían llevado de Rosario al Hospital Militar de Paraná y que luego habían entregado a uno de sus hijos a un convento. Con esos datos, la causa se aceleró. “Teniendo en cuenta que era un represor el que estaba hablando se tomaron con pinzas sus declaraciones”, explica Luciano Hazan, abogado de Abuelas.

El equipo de Abuelas de Rosario hizo un testeo propio del testimonio y el 14 de febrero se presentó como querellante en el Juzgado Federal 1º de Paraná, en el marco de una causa de 2005 abierta por el Ministerio de Justicia para investigar el funcionamiento de la maternidad del Hospital Militar de Paraná. En el contexto de esa causa, habían declarado empleados, médicos y enfermeras del Hospital Militar y también del Instituto de Pediatría. De allí se supo que en los primeros meses de 1978, una mujer cuya descripción coincide con la de Raquel tuvo a un nene y a una nena en el Hospital Militar de Paraná. El niño tuvo problemas respiratorios y cardíacos. Como el hospital no tenía sala de neonatología, cuando había problemas, los recién nacidos eran llevados al Instituto Médico de Pediatría también de Paraná.

“Aparentemente no consiguieron lugar en esa clínica hasta un día mas tarde, por lo que los niños permanecieron en la sala de terapia intensiva del Hospital Militar”, dice el comunicado de Abuelas. Una enfermera contó que el niño estaba muy grave, y para las abuelas el dato sería cierto porque coincide con los testimonios del personal del Instituto. Ellos aseguran que sólo recibieron a un bebé. En los libros, aparece una niña como “Soledad López” y un bebé como “NN Lopez”, ambos provenientes del Hospital Militar.

La historia del expediente llegaba hasta ahí. La confesión de Constanzo, con todos los reparos, permitió encontrar el destino: que los represores se llevaron a la niña hasta un hogar de monjas, lo dejaron ahí y ellas lo dieron en adopción. “Aparentemente la familia de adopción no tiene nada que ver con los grupos de tareas, al contrario, ellos la acompañaron en todo este proceso”, dice Ana Oberlín, abogada de HIJOS de Rosario.

Así como está bajo investigación el Hospital Militar y la existencia de las embarazadas que fueron trasladadas allí, la justicia va a investigar ahora el hogar de las monjas porque aún no se sabe si éste fue el primer caso que les llegó o hubo otros. A pesar de eso, Oberlín señala que “hasta ahora no hay elementos que nos hagan pensar que el hogar tenía relación con el grupo de tareas”.

La hija de Raquel ayer estuvo en el juzgado de Paraná. Ella supo que era adoptada desde chica. Un día antes de que el juzgado federal de Myriam Stella Galizzi la convocara para contarle de la causa y pedirle un examen de sangre, pasó voluntariamente por la casa de las Abuelas de Rosario como empujada por la intuición. No estuvo ayer en la conferencia de prensa que dieron las Abuelas. Tampoco estaba su hermano Sebastián, porque la estaba acompañando en el juzgado. Estuvo, en cambio, el secretario de Derechos Humanos de Nación Eduardo Luis Duhalde que en ese momento dijo que en el caso de esta joven había un dato para destacar porque fue ella que “buscó su propio proceso de identificación”.

La causa por la desaparición de Raquel y Tulio está asentada en Rosario. El testimonio de Constanzo también sirvió para imputar a otra serie de represores que están involucrados en el caso. Entre ellos, el teniente Paul Alberto Navone, quien cuando debía prestar declaración indagatoria por el robo de bebés de Entre Ríos se suicidó de un tiro en la sien en Córdoba.

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