Sáb 10.01.2009

EL PAíS  › PANORAMA POLíTICO

La vuelta al mundo (emergente)

› Por Fernando Cibeira

La “vuelta al mundo” de la Argentina que se anunciaba como uno de los rasgos distintivos de la gestión de Cristina Kirchner comenzó a hacerse realidad en los últimos tiempos, pero no como se había imaginado. La Presidenta dejó paso a la tentación de fotografiarse junto a los líderes de las grandes potencias para concentrarse en un trabajo de zapa en los países en vías de desarrollo, que hoy asoman más enteros en el escenario post-crisis. En el giro se mezclan las causas políticas con las económicas, depende la perspectiva con que se mire para determinar qué platillo de la balanza es el que pesó más. Pero no deja de ser curioso que en coincidencia con la asunción de Barack Obama en la Casa Blanca, Cristina Kirchner emprenda un viaje a Cuba y Venezuela, las dos “bestias negras” –¿o pasarán a ser blancas?– de la región.

Fue el lugar común de la campaña presidencial de 2007. Ni siquiera el propio Néstor Kirchner se preocupaba por ocultar el fastidio que le ocasionaba el afrancesado protocolo de la diplomacia internacional. A su esposa, en cambio, nunca le molestó ese mundo. Se planteaba que una vez superada la debacle que había iniciado la Argentina en diciembre de 2001 –infierno, purgatorio, etc.–, era el momento en que había que buscarle un lugar al tango en el concierto de las naciones.

Pero, desde el vamos, Cristina Kirchner dejó en evidencia que su mirada no era la que algunos imaginaban. Fue la noche previa a su asunción, en un emotivo acto en el Salón Blanco donde compartió con Lula, Hugo Chávez, Evo Morales, Nicanor Duarte Frutos y Rafael Correa el acto de lanzamiento del Banco del Sur y la despedida de Néstor Kirchner de su cargo. La Presidenta ensalzó a cada uno de ellos. Chávez cada tanto recuerda el “militar patriota” que le dedicó en aquella ocasión.

Unos pocos días después, el flamante gobierno ya se encontraba en plena pelea con Estados Unidos por el caso Antonini Wilson. El entredicho con Washington entroncó con el conflicto agropecuario y toda pretensión internacionalista pasó al freezer.

Superado el conflicto, el Gobierno volvió a enfocar el timón hacia el exterior, pero las postales que la Presidenta va acumulando tampoco son las adelantadas. Mientras que en la campaña había optado por mostrarse junto a los jefes de los países centrales como la alemana Angela Merkel o el francés Nicolas Sarkozy, en las últimas semanas se vio con el egipcio Hosni Mubarak, el libio Muammar Khadafi y el tándem ruso Dmitri Medvedev y Vladimir Putin. En la Cancillería aseguran que el plan es seguir en esa dirección, con el objetivo puesto más en abrir mercados que en los saludos de ocasión.

Soy de esta isla

Por consejo médico, la Presidenta resolvió suspender una semana su visita a Cuba para encontrarse con Raúl Castro y probablemente con Fidel. El retraso no modificará lo sustancial. Por más convenios que firmen –algunos de ellos todavía se garabateaban ayer en La Habana cuando se conoció la suspensión–, esta vez los motivos políticos trascenderán por lejos a los comerciales. El viaje de Cristina Kirchner se enmarca en una serie de visitas a presidentes de la región –esta semana estuvo el ecuatoriano Rafael Correa, la que viene irá la chilena Michelle Bachelet–, en un simbólico abrazo continental de reencuentro con la isla que se inició en la reciente cumbre de Brasil, donde se formalizó el ingreso de Cuba al Grupo Río. En este contexto, el caso Hilda Molina es una incomodidad para el Gobierno.

Desde el vamos, fue Cristina Kirchner más que Néstor quien se preocupó por la situación de la neurocirujana. La idea de la Presidenta es que así como a nivel local la Argentina ha sido pionera en el juzgamiento de violaciones a los derechos humanos, a nivel internacional puede llevar la voz cantante en causas humanitarias. Así lo intentó, por ejemplo, en el caso de los rehenes de las FARC. Incluso, el primer bosquejo de visita a La Habana del ex presidente, allá por 2004, quedó en la nada justamente porque no hubo forma de que Cuba aceptara que el caso se incluyera en la agenda. En la Cancillería aún evalúan la mejor forma de presentar el tema ahora. Nadie quería arruinar el viaje ni generar un nuevo cortocircuito en la relación bilateral, pero tampoco podían hacerse los desentendidos en un asunto que ya motivó dos cartas con pedido de respuesta del gobierno argentino a Fidel Castro. Con el antecedente de algunos despropósitos anteriores, esta vez las gestiones se realizan en el mayor sigilo.

El retraso no modificó el esquema. A la vuelta de Cuba, Cristina Kirchner pasará por Caracas para reunirse con Hugo Chávez. El periplo La Habana-Caracas puede resultar llamativo si se tiene en cuenta que justo por esos días la Casa Blanca tendrá un nuevo ocupante. “Va a depender de lo que haga Cristina cómo interprete Estados Unidos este viaje”, explicaba uno de los funcionarios de habitual contacto con Washington. “Ellos ya aceptaron que el gobierno argentino puede actuar como mediador con Venezuela. Tal vez estos viajes de los presidentes lo interpreten como que América latina puede facilitar el diálogo que Obama prometió iniciar con Cuba”, agregaba. La Presidenta tomó como caballito de batalla en sus últimas salidas las críticas a los países centrales, donde se generó la crisis financiera. Qué mejor escenario que Cuba y Venezuela para continuar en esa línea. Es de imaginar también una dura condena al bloqueo yanqui a la isla. El cóctel tal vez sea un poco fuerte para el gusto norteamericano. “La verdad es que la gente de Obama también está en contra del bloqueo, pero ellos dicen que no pueden desarmar en 50 días lo que lleva 50 años. Hay que esperar. Argentina puede jugar un rol en esa relación, mediando para que se permitan los viajes de familiares y los envíos de remesas desde Estados Unidos a Cuba”, añadía el funcionario.

Por cierto, Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, tendrán problemas más urgentes que resolver cuando asuman, pero tienen equipos dedicados al continente que no quitan la vista a lo que sucede por estos lares. Aún no se conoce el reemplazante de Tom Shannon, el funcionario del Departamento de Estado para la región, quien con su sonrisa sonrosada y su acento mexicano siempre buscó enmendar el vínculo con la Casa Rosada, roto cada vez que surgían noticias del juicio por la valija en Miami. Shannon imagina que seguirá en el cargo hasta mediados de año y para después aspira a una embajada: según contó a sus amigos, pidió que su destino sea Brasilia o Buenos Aires. Ver para creer.

Gira mágica y misteriosa

A comienzos de febrero, la Presidenta volverá a subirse al avión para ir a la India y a Corea del Sur. Estos países tienen en común con los que recorrió en los últimos meses del año pasado que se han convertido en crecientes compradores de productos argentinos. En varios casos el intercambio comercial se cuadruplicó de 2002 a esta parte. En el Gobierno sostienen que estos mercados emergentes sentirán menos que los países desarrollados las consecuencias de la crisis y que funcionarán de sostén para mantener el superávit comercial, uno de los pilares del modelo K.

Argentina se siente a gusto jugando para el equipo de los en vías de desarrollo. Lo dejó en claro durante la última reunión de la Ronda de Doha, donde se discute el futuro del comercio mundial. Argentina siguió la postura de India y Sudáfrica de mantener las protecciones a sus industrias. Brasil optó por colocarse en la vereda de los países desarrollados. En el Palacio San Martín e Itamaraty aún discuten cómo resolver esa cuestión.

Para este año, la Presidenta ya dijo que le gustaría también visitar China, el coloso emergente a quien todos ven como el futuro motor de la economía mundial.

Desde Olivos, Néstor Kirchner acompaña la estrategia de la Presidenta, aunque prefiere no hacerlo también físicamente. En el preámbulo de cada viaje se anuncia que viajará en función de primer caballero, pero finalmente no lo hace, confirmando aquella premisa acerca de su tirria con los asuntos de la política internacional. Al único viaje que aceptó acompañarla fue a la Asamblea de la ONU, una cita a la que nunca faltó desde 2003. A esa semana neoyorquina en septiembre, Kirchner le tomó el gusto: tironea con el establishment norteamericano en el Consejo de las Américas y juega en la política local con los integrantes de la comitiva. En 2006 fue la última vez que viajó junto a Carlos Reutemann. Aunque fue hace sólo poco más de dos años pasó mucha agua bajo el puente. Por ejemplo, Julio Cobos salía por entonces a correr por el Central Park junto a Miguel Angel Pichetto. Vale el recuerdo porque en aquel entonces el objetivo era convencer a Reutemann de que fuera candidato a gobernador para vencer al socialista Hermes Binner. José Pampuro se encargaba de hablarle al Lole mientras Kirchner seguía el operativo en un segundo plano. Aquella vez no hubo caso, pero parece que ahora no hará falta el viaje.

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