EL PAíS › OPINION
› Por Fernando Krakowiak
El miércoles 21 de enero un grupo de militantes de organizaciones sociales agredió a un taxista que quiso atravesar un corte de dos carriles en avenida Callao, a la altura de Congreso. Al día siguiente, La Nación publicó un artículo titulado “Golpean a un taxista que quiso eludir un piquete” junto a una foto del hombre ensangrentado por una cortadura en la cabeza. El viernes 23 el mismo diario informó sobre la liberación de “todos los agresores”, porque el principal afectado no pudo reconocerlos, y dedicó su editorial al tema: “Indigna a quienes abogamos por el mutuo entendimiento de todos los argentinos, sin distinción de ideas, la feroz intolerancia de los manifestantes que en la intersección de Rivadavia y Callao atacaron con saña a un taxista”. El matutino afirmó además que “los agresores militan en el denominado Cuba Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) y en el Movimiento Independiente de Desocupados Organizados” y remarcó que “es obvio que ese activismo seudopolítico –cabe inferir que motorizado por prebendas– actúa como actúa merced a la rienda suelta que le dan ciertos niveles gubernamentales”. Por si no quedaba claro, insistió en que “agrupaciones que sustentan ideologías extremas se han arrogado la potestad de decidir por sí mismas cuándo, dónde y cómo expresarse, incluso ignorando ex profeso el sabio principio de que los derechos de cada uno tienen su límite en el comienzo de los derechos ajenos”. Sin duda, la condena fue enérgica aunque llama la atención que no se aplique el mismo criterio en todos los casos.
El 26 de marzo de 2008, un piquete de productores agropecuarios en la Ruta 8, entre Canals y La Carlota, le impidió el paso a una ambulancia que trasladaba hacia Río Cuarto a Natalio Porta, jefe de Correo Argentino de Alejo Ledesma. El hombre, de 64 años, había sufrido un infarto. Sin embargo, los ruegos para que se le habilitara el paso fueron infructuosos y se terminó muriendo. “El doctor les pidió por favor a los productores que nos dejaran pasar, pero no se movieron. Estuvimos cuatro horas dando vueltas hasta que lo atendieron, pero llegó tan mal que empezó a empeorar. Es una injusticia, me siento con impotencia”, declaró Dora, esposa de Porta. Al día siguiente, La Nación publicó una nota titulada “Adhesión popular en Córdoba al paro” donde se relataba cómo los vecinos aplaudían el paso de tractores y camionetas por el centro de esa ciudad. Sólo un breve recuadro dio cuenta de la muerte: “Un hombre de 64 años murió ayer aquí al padecer un ataque cardíaco cuando era asistido en un centro asistencial de Villa María. Natalio Porta era trasladado en una ambulancia desde la localidad de Alejo Ledesma a Río Cuarto. Pero el vehículo sanitario fue demorado en un corte sobre la Ruta 8, entre Canals y La Carlota. Se lo desvió por otro camino y pudo llegar a Villa María, pero Porta falleció”. Eso fue todo. En los días siguientes no hubo ningún editorial repudiando el hecho.
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