Jue 05.02.2009

EL PAíS  › IRREGULARIDADES Y MALAS CONDICIONES EN LA 174

La línea de la tragedia

Como terminal, usa la avenida Rivadavia. La oficina es un colectivo. Los choferes denuncian que no cumplen con el descanso necesario y que falta mantenimiento de los coches.

› Por Pedro Lipcovich

La cabecera de la línea de colectivos 174 –dos de los cuales chocaron frontalmente el lunes– no cuenta con un lugar donde los choferes puedan cumplir el descanso reglamentario luego de cada recorrido; la “oficina” funciona en un viejo colectivo estacionado sobre Rivadavia y en su interior, para que los conductores puedan por lo menos orinar, han puesto un –surrealista– mingitorio que desagota directamente en el pavimento de la avenida. Según testimonios de choferes y usuarios de la línea, el mecanismo que propicia los choques podría resumirse así: a) hay pocos vehículos en servicio, por falta de inversión; b) para compensarlo, la empresa exige rapidez en los recorridos; c) pero, por esa escasez de unidades, hay que cargar muchos pasajeros y el coche se retrasa; d) si el colectivo llega con retraso, la empresa le niega al chofer sus minutos de descanso entre viaje y viaje; e) el chofer, sin un mínimo descanso, pierde las condiciones psicofísicas necesarias, o bien, f) para no perder minutos de descanso, circula a excesiva velocidad. El choque del lunes dejó, hasta ahora, cuatro muertos y 41 heridos. La línea 174 pertenece al grupo Plaza.

El viejo colectivo se estaciona en Rivadavia al 11.200, a unos 50 metros de Barragán. Tiene el rojo característico de la empresa Plaza y carteles que dicen “Servicio de mantenimiento”. En su interior hay un par de escritorios ocupados por empleados que prefirieron no hablar, hay unos armarios y, en el fondo –el cronista lo vio con sus ojos– hay un mingitorio, como el de cualquier baño público, blanco, enlozado, inocente, como el mingitorio de Marcel Duchamp que casualmente se exhibe en Buenos Aires, pero éste, el de Plaza, es mejor, porque su metáfora es irrefutable y porque esto sí es un mingitorio: funciona.

“Cuando sale una agüita por atrás del colectivo, es que alguien está meando”, precisaron los choferes que, al sol bajo los 30 grados de la tarde de ayer, esperaban el momento de empezar a trabajar. Página/12 dialogó con cuatro de ellos, que dijeron: “Cuando un chofer lleva diez minutos de atraso, va ‘en el aire’” (a alta velocidad); el atraso se produce “porque no hay servicio” (no hay suficientes coches) y, entonces, “tenés que hacer el trabajo del de adelante” (recoger los pasajeros que esperan por insuficiente frecuencia del servicio).

Según los choferes, el estado de las unidades que conducen no es bueno: “No sé cómo los habilita la VTV (Verificación Técnica Vehicular): entran y salen enseguida con la oblea pegada.” Pese a ello, “tienen problemas de frenos, de dirección; no revisan el tren delantero, la suspensión”. “Permanentemente se descomponen y la empresa dice que no hay repuestos.” “Una unidad no puede llevar 80 pasajeros. El que había salido de acá el lunes llevaba tantos porque los mismos pasajeros habían trabado la puerta para entrar todos, es que llevaban 40 minutos esperando.” Ayer, en relación con el choque del lunes, los choferes decidieron, en asamblea, solicitar a la empresa “que agregue más unidades, que pongan los coches en condiciones y que nos den un lugar donde estar”.

Unos metros más allá sobre Rivadavia, esperan los pasajeros: “Podés estar una hora en la parada, especialmente en el ramal a Siam –contó María Daniela Ciriani–. A veces la máquina boletera se traba y entonces el colectivo deja de circular y hacen bajar a todos los pasajeros para que esperen el siguiente coche”. “Desde que empezaron las vacaciones escolares, retiraron unidades y hay menos frecuencia”, agregó la pasajera Ester. “En cuanto salen del atasco de Liniers, los colectivos van muy rápido, todos”, dijo el pasajero Edgardo Pérez. “A veces se apuran para alcanzar al que va adelante y poder hablar entre los choferes”, contó la pasajera Paola Escobar.

Según una fuente gremial de los trabajadores de Plaza, que pidió reserva de su nombre, “la patronal no hace ningún tipo de inversión: lo único que hace es recaudar y quedarse con los fabulosos subsidios que recibe del Estado. Al no haber suficientes coches, en algunos ramales los pasajeros tienen que esperar 40 o 50 minutos: se junta mucha gente en las paradas, el coche se llena en seguida y ya no se puede parar en las paradas que siguen; entonces la gente se te pone adelante; hemos sido apedreados. Si esto sigue así, va a pasar como con los trenes de TBA, cuando los pasajeros terminaron quemando vagones y atacando al personal”.

El grupo Plaza, que concentra numerosas líneas de colectivos, es propiedad de los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, quienes también son dueños de TBA, que goza de la concesión de las líneas de trenes Sarmiento y Mitre.

En cuanto a los heridos por el choque del lunes, Pablo Liuzzi, de 29 años, chofer de uno de los colectivos, estaba anoche “en estado crítico y con pronóstico reservado”; Julia Palomo, pasajera de 44 años, estaba “lúcida, pese a las lesiones óseas en las extremidades y la pelvis”; se ignora todavía cuántos heridos quedarán con discapacidades permanentes.

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