EL PAíS
› EL EMPLEADO QUE UNE AL CENTRAL, A VERNA Y A BERCUN
El Rincón oscuro del Senado
Héctor Rincón trabaja en la Comisión de Presupuesto, pero también para el lobbista de los sobornos y para el Banco Central.
› Por Eduardo Tagliaferro
“Héctor Rincón cumple una tarea en la Comisión de Presupuesto y Hacienda, lo que haga en su tiempo libre a nadie le interesa”, es una de las frases más repetidas en el entorno del senador Carlos Verna. Incluso recuerdan que el pampeano admite que “las veces que fue a la consultora de Carlos Bercún lo encontró a Rincón realizando tareas administrativas”. Aun así afirman que, a esta altura, Verna “no sabe si Rincón –además de personal del Banco Central– es empleado de Bercún o simplemente un amigo que le da una mano al lobbista en sus oficinas”.
La relación de Rincón con el senador y con el lobbista más comprometido en el nuevo escándalo por las presuntas coimas en el Senado es uno de los interrogantes que los integrantes de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara alta quieren esclarecer. Como el Central, a pesar de la promesa de su titular, Aldo Pignanelli, no remitió la documentación que da cuenta de la contratación de Rincón y su posterior adscripción de éste al despacho del pampeano, la comisión suspendió hasta el próximo martes la reunión prevista para hoy y en la que se esperaban los testimonios de Verna, Rincón y del actual director del BCRA y ex senador formoseño Ricardo Branda.
El dato no es menor, ya que en los pasillos del Central sostienen que Rincón es en verdad mano derecha del lobbista y que incluso participa de muchos de los entuertos de Bercún. Por lo pronto su nombre quedó registrado en la agenda del banquero Emilio Cárdenas como el hombre que el 2 de mayo recibió a los representantes de la banca extranjera y los condujo hasta el 2º piso de la consultora donde se reunieron con la mesa del bloque de diputados del PJ.
Para los integrantes de la comisión parlamentaria que investiga los hechos, “hay presunciones graves, concordantes y precisas que ratifican los dichos del periodista del Financial Times” cuando denunció el presunto pedido de sobornos para frenar la sanción de una ley que comprometía a los banqueros. A medida que escuchan testimonios y cotejan declaraciones, delante de los senadores está quedando al descubierto un entramado de relaciones y vínculos que se presenta como el verdadero centro en el que se toman las decisiones. Por cierto un lugar lejano del poder formal. En este punto fueron primero el ministro Roberto Lavagna y luego el diputado Alberto Coto, quienes admitieron que, en una cena realizada en las oficinas que el lobbista tiene en Hipólito Yrigoyen 1530, fue el propio Verna quien les presentó a Bercún.
Sin embargo, en las oficinas del senador insisten en que “a él lo llamó Bercún”. También señalan que “Verna sabía que la consultora de Bercún estaba contratada por el Ministerio de Economía”. Eso sí, precisan que de los negocios del consultor con ABA, el Central y el Citibank se enteraron por los diarios. La versión que ellos dan de esa cena es totalmente la opuesta a la que Lavagna y Coto brindaron en la comisión presidida por la santacruceña Cristina Fernández de Kirchner.
Para los seguidores del pampeano, “el senador quedó en el medio de la interna entre Lavagna y Pignanelli”. Este argumento les alcanza para desestimar los dichos del ministro y los de Coto. Incluso sostienen que en ese encuentro “Lavagna criticó fuertemente al BCRA y le sugirió al senador que rechazara el pliego de Pignanelli”. Por cierto, aclaran también que “no creen que el ministro mienta. Simplemente está mal informado”. Lo dicen porque a diferencia de lo que afirmó Lavagna, señalan que “el encuentro fue organizado por Economía y no por Verna”. En este punto recuerdan que Raúl López, hombre muy cercano a Bercún, es funcionario del ministerio.
Se equivocan los hombres cercanos a Verna cuando repiten que “fue Lavagna el que tiró al senador a la parrilla”. Lejos de eso, a medida que fue avanzado la investigación junto al nombre de Bercún fueron quedandoíntimamente ligados los de Verna y Branda. Por eso no deja de llamar la atención que en el despacho del senador reconozcan que el pampeano “no habla del tema de los presuntos sobornos con Bercún y sí lo hace con cierta frecuencia con Branda”.
Más allá de las distintas especulaciones, cerca de la conducción del bloque peronista se persiste con la teoría de que la denuncia del presunto pedido de coimas no deja de “ser una operación de los banqueros”. Para respaldarlo recuerdan que en un encuentro al que definen como social, se encontraron los senadores José Luis Gioja, Oscar Lamberto, Marcelo López Arias y Guillermo Jenefes con el embajador estadounidense James Walsh. En esa oportunidad, Walsh les habría admitido las reuniones con los representantes de la banca extranjera y que incluso también recibieron sus quejas, pero que en ningún momento había escuchado la palabra soborno. Dicen que Walsh les precisó que si hubiera sido así, “hubiera hecho la denuncia penal”. Por lo pronto, más allá de estos argumentos, la teoría conspirativa que convierte a los legisladores en víctimas de la presión de la banca extranjera nunca excluyó la posibilidad de la existencia del hecho. En la Comisión de Asuntos Constitucionales repiten que “ambos podrían haber existido simultáneamente”.
Kirchner supo decir que la huella de Bercún “demostró de qué manera se sancionaron las leyes durante la última década y media”. Por eso una vez que el juez Claudio Bonadío puso el acento en la relación comercial que vincula al Financial Times con el HSBC, uno de los bancos involucrados en el escándalo, completaron la frase diciendo que “esa vinculación muestra cómo se construyen algunas noticias”.
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