EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER Y HUGO CHáVEZ SE MOSTRARON EN SINTONíA Y FIRMARON CONVENIOS COMERCIALES EN CARACAS
Luego del cruce que habían tenido durante la Cumbre de la Unasur en Quito, ambos presidentes buscaron mostrar su buena relación. Intercambiaron elogios y firmaron convenios para colocar productos argentinos por 1100 millones de dólares.
› Por Daniel Miguez
Desde Caracas
El reencuentro de Cristina Fernández de Kirchner y su par venezolano, Hugo Chávez, después de las marcadas diferencias que mostraron el día anterior en la Cumbre de la Unasur en Quito en torno del problema de las bases estadounidenses en Colombia, fue totalmente acaramelado y un prenuncio de que querían ponerle un buen broche a la misión comercial, que terminó con la colocación de nuevos productos argentinos por 1100 millones de dólares contra los 1400 exportados a Venezuela en todo 2008.
“Muchas veces se intentó demonizar la relación entre nuestros países”, advirtió Cristina Kirchner y pidió que quienes así piensan vean “a estos empresarios argentinos y venezolanos reunidos, que han logrado estos entendimientos con decisión y convicción”. Los presidentes estuvieron reunidos poco más de una hora y media y, entre otras cosas, firmaron la renovación del cupo para que Argentina pueda exportar 10 mil autos (ver recuadro).
Pero la atención sobre los acuerdos comerciales se mudó a la evolución del vínculo político entre ambos presidentes luego del impensado final de la cumbre de Quito, y el contrapunto entre Chávez, que anunció que “vientos de guerra comienzan a soplar” en América del Sur, y Cristina, que pidió evitar frases altisonantes y convocó a una reunión de presidentes de Unasur, previa gestión para que esté presente el colombiano Alvaro Uribe.
Apenas se cruzaron en la ceremonia de bienvenida en la puerta del palacio presidencial de Miraflores, los dos se preocuparon en exhibir gestos de amistad y grandes elogios. Chávez le dijo que ella era “una verdadera patriota de la nación sudamericana” y ella le agradeció “el cariño, el amor y la amistad” que muestra por Argentina, aunque al pasar habló de “matices y diferencias”, que –añadió– no son obstáculos para avanzar en la unidad latinoamericana.
En medio del calor caribeño ya cerca del mediodía, la dimensión de las caricias verbales de Chávez a Cristina lo puede dar este textual: “Le damos la bienvenida a esta mujer patriota de una gran nación, una verdadera patriota de la nación su-damericana, no exagero. Tú llevas en tus venas la estirpe, la sangre, la pasión de Juana Azurduy; llevas en tu sangre a José de San Martín; llevas en tu sangre a Eva Perón, la infinita Evita, nuestra amada Evita; llevas en tu sangre a Perón, al gran Juan Domingo Perón”.
Chávez, que había cantado el Himno Nacional Argentino a la par de Cristina, escuchó de la Presidenta que la reunión que tendrían minutos después “tiene por objeto profundizar esa integración imprescindible, necesaria” y que “se reciben más palos que otra cosa cuando uno lucha” por la libertad, por la independencia y la justicia.
“No es fácil para estas tierras luchar por la libertad, la independencia y la justicia. Se reciben más palos que otra cosa cuando uno lucha por estos ideales, pero bienvenidos sean los palos porque, en definitiva, lo que nos hará trascender en la historia no es lo que digan hoy sino lo que digan mañana los que nos recuerden en nuestro paso por esta historia fugaz en la cual ocupamos un lugar de lucha, un lugar de combate por esos ideales”, dijo la Presidenta ante la atenta mirada de Chávez.
Después se refirió a la visión de los problemas que comparten hoy la mayoría de los gobiernos de América del Sur, con excepción quizá de los de Perú y Colombia. Y en ese marco fue que, aunque minimizándolo, no dejó de mencionar las diferencias. “Creo que, con nuestras diferencias, con nuestros matices, que es lo que además nos enriquece a los hombres y a las mujeres de América latina, estamos trabajando fuertemente en ese sentido. Y lo seguiremos haciendo pese a todo, pese a los que todavía, sectores minoritarios pero con fuerte poder y con grandes privilegios, creen que es posible retrotraer una historia que está decidida a avanzar en el sentido de los pueblos, en el sentido de mejorar la calidad de vida de nuestros hombres, de nuestras mujeres, de nuestros ancianos, de nuestros jóvenes.”
Chávez le señaló el cielo celeste de Caracas cruzado por nubes blancas, como un homenaje venezolano a la bandera argentina y entraron al Miraflores para reunirse durante casi dos horas en el salón Ayacucho, la mitad de ese tiempo a solas y el resto con los cancilleres Jorge Taiana y Nicolás Maduro.
Del posterior almuerzo de honor participaron 120 personas, entre funcionarios y empresarios argentinos y venezolanos, que compartieron, según el menú oficial, “pollo sin piel con papitas colombianas con mantequilla y romero, zanahorias bebé, frutas frescas y jugos de piña, de lechosa y de guanábana”. De la delegación argentina, además de la Presidenta y Taiana, estaban la ministra de Producción, Débora Giorgi; el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri (productores entrerrianos cerraron negocios de exportación de pollos y leche e hicieron una presentación sobre cítricos); el secretario de Agricultura, Carlos Cheppi; y la embajadora en Caracas, Alicia Castro.
Antes del almuerzo, la Presidenta anticipó que firmarían “el acuerdo de exportación arrocera más importante de toda la historia de Argentina”, negocio del que participarán empresas de Entre Ríos, Formosa, Chaco, Santa Fe y Corrientes.
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