EL PAíS › LA INVESTIGACION POR LA MUERTE DEL EMPRESARIO
Se mató, lo indujeron a matarse o lo mataron. La Justicia correntina aún mantiene abiertas todas las hipótesis sobre el hombre que era la mano derecha del gobernador Arturo Colombi y apareció muerto dos días antes del ballottage. Las pistas que siguen los fiscales. Las supuestas amenazas, las denuncias cruzadas y la agencia que repartía la publicidad oficial.
› Por Alejandra Dandan
Pieza por pieza el cuerpo de Hernán González Moreno se deshace y se rearma a la vez como las claves de un acertijo endiablado. Pasaron quince días desde que la muerte ensangrentó las elecciones de Corrientes. Renunciaron dos hombres del círculo íntimo del gobierno de Arturo Colombi, mientras los fiscales extraen los datos que va arrojando el cadáver, insisten una y otra vez con testigos que parecen tener más ganas de dejar todo cerrado mientras se meten con la historia del empresario de 28 años que conducía la agencia de noticias del gobierno. Que tomaba cerveza, que la tomaba del pico, que era cerveza Corona y que no le gustaba el whisky, que lo odiaba, que no terminan de entender por qué esa noche tomó whisky, que no llevaba un vaso, que se lo pidió a su primo, que claro, que a lo mejor no estaba solo o que sí y todo eso fue para animarse. Qué habrá querido decir González Moreno cuando se inscribió en el correo electrónico como [email protected].
Algo de eso aún provoca escalofrío. En la página de una de las redes sociales del difunto empresario, entre sus fotos recortadas entre otras imágenes de amigos que alguna vez fueron sus amigos, la página de González Moreno todavía sigue activa y aún parece posible alcanzarlo, hablar un momento con él. ¿Desea enviarle un mensaje?, pregunta el administrador.
González Moreno era el niño mimado del poder correntino. La mano derecha de uno de los Colombi, el gobernador saliente de nombre Arturo. Poco más que la mano derecha, según algunos, su hombre de confianza y hasta su mentor. Los padres de Hernán son descendientes de familias tradicionales de Corrientes. Los Mantilla, por parte de madre, que alguna vez poseyeron más de la mitad de las tierras de la provincia; y González Moreno por parte de padre. Hernán González Moreno padre es parte del finísimo círculo de relaciones de Hugo Biolcati y Luciano Miguens, de la Sociedad Rural. Todavía es directivo de la organización que llevó adelante el lockout agrario durante el año pasado, un productor arrocero y ganadero con treinta mil hectáreas de tierra extendidas como predadores entre Goya y Mercedes. Pero vamos de nuevo, treinta mil hectáreas de tierra, casi casi la ciudad de Buenos Aires.
La causa de la muerte se debate entre tres hipótesis en juego: se mató, lo indujeron a matarse o lo mataron. El fiscal general César Sotelo nombró un equipo de tres fiscales ad hoc para que las pruebas no se les vayan de las manos, para amarrarse al cuerpo del muerto como si esa ruta les permitiera además derribar buena parte de la base de sustentación del gobierno. El metódico Buenaventura Duarte, Alejandro “Perro de caza” Chaín y el goyano Guillermo Barry quedaron a cargo del equipo. Dos de la capital correntina, el otro de Goya, sede de la muerte.
Los avances más simbólicos ahora están concentrados en la reconstrucción del día de la muerte, ese jueves 1º de octubre, previo al ballottage, cuando los dos candidatos en pugna, los primos Arturo y Ricardo, cerraban las campañas electorales. Esa noche, por primera vez, González Moreno no estuvo en el acto del candidato apadrinado por Julio Cobos. Ahora se sabe que ese día mandó a sus dos hijos a Buenos Aires, le encargó el traslado a su ex mujer y a uno de sus hombres más cercanos. Mientras ellos viajaban, él empezaba a recorrer los trescientos kilómetros hasta la estancia de los padres. Entre las 17 y 17.30 pasó por el peaje de la salida de Corrientes en el glamoroso Toyota Camry negro. Hasta la hora de la muerte, hizo un enorme listado de llamados. Llamó al auto donde estaban los hijos para asegurarse de que estaban a salvo, habló con amigos y empleados a quienes les fue diciendo partes de lo que sucedía, como las piezas de un rompecabeza. Repitió que estaba presionado, que estaban siguiendo a sus hijos, que no tenía más remedio y que iba a matarse. Los fiscales se preguntan en qué condiciones estaba. La autopsia detectó cocaína en las fosas nasales y en la orina, alcohol en sangre y en la orina. Creen que la ingestión empezó de forma tardía, que cuando se despidió de su ex mujer estaba bien, que si no ella no le hubiese hecho caso. También se preguntan por las amenazas. El testimonio reciente del padre del joven los hizo mirar en dirección al coche que viajaba a Buenos Aires. “Hernán habló con su padre esa noche”, dice un fiscal. “Fue uno de los últimos llamados, le dijo que habían fotografiado a sus hijos durante todo el trayecto a Buenos Aires, todo el trayecto: ¿sabe qué significa eso?”, pregunta el investigador.
La hipótesis del suicidio quedó instalada a horas de la muerte. El gobierno de Arturo Colombi intentó usar el caso como propaganda política en medio de la definición electoral. José Luis “Billy” Zampa, director de Información Pública de la provincia, sacó las fotos del cuerpo muerto cuando todavía estaba caliente en medio del escenario mudo de la estancia de los padres y las distribuyó entre la red de agencias, radios y diarios provinciales. En la versión de Zampa, González Moreno no era un empresario sino el periodista que había denunciado al entonces candidato Ricardo Colombi por la compra de una casa fastuosa a nombre de un indigente y quien acababa de suicidarse como producto de las presiones y amenazas por esa revelación. Luego del primer espasmo, esa misma versión levantó sospechas. González Moreno era la mano derecha del gobernador, jefe de la agencia de noticias del gobierno y blanco de una investigación judicial por malversación del dinero de la publicidad del Estado. La Justicia acababa de detener al secretario privado de Arturo Colombi en otra causa paralela por defraudación y González Moreno podía quedar detenido por esos mismos días. A partir de estos datos, la posibilidad del suicidio seguía en pie, pero empezaron a cambiar las hipótesis de las causas.
La prueba más importante que acumuló la opción del suicidio es la autopsia. El jefe de los peritos, Roberto Galiana, explicó en un informe que González Moreno murió por el tiro de una bala que le perforó el cerebro, pero que no tenía signos ni de violencia ni de defensa en el cuerpo. Sólo una pieza dental partida, un diente localizado en el maxilar superior derecho con un antiguo tratamiento de conducto. Como era una pieza debilitada por el conducto, Galiana cree que pudo haberse partido por el impacto del cuerpo contra el volante, pero siempre después de la muerte. Los fiscales no están conformes. Van a volver a peritar las muestras pero en Resistencia. Los forenses dieron el primer veredicto antes del día de las elecciones, la hipótesis del suicidio cerraba de algún modo la investigación sobre el caso. Por eso los fiscales imaginan que también eso pudo haber sido parte de un show.
La hipótesis del crimen se abrió con los resultados de la prueba del dermotest sobre las manos del muerto. Diego Rinaldi, encargado de las pericias judiciales, no encontró rastros de pólvora en las muestras. En el auto, había una pistola Colt calibre 45 de comienzos del siglo pasado. Los peritos creen que como se trata de una pistola vieja, de corredera lenta, debería haber dejado rastros de la pólvora como lo hacen los revólveres. El jueves pasado empezaron nuevos peritajes sobre el arma. Ahora se sabe, por ejemplo, que la pistola dispara, pero intentan averiguar si es capaz de dejar rastros de pólvora.
González Moreno coleccionaba armas. Entre las armas había una parecida a la Colt 45 que estaba en el auto, pero nadie sabe todavía si ésa era un arma de él. Una persona de su entorno sugirió hace unos días a Página/12 que la pistola era suya, pero que nadie iba a poder demostrarlo nunca porque era la única arma de la que González Moreno no tenía registro. La Colt 45 es una de las armas más comunes de la provincia. La pistola que usaba la policía local y la Policía Federal hasta hace algunos años. Por eso es posible imaginar a Corrientes plagada de cientos de armas parecidas, la que apareció tenía el grabado de distintos años desde 1905 en adelante.
Cocaína, viagra, un sobre con documentos. Una botella de Johnny Walker Blue Label de ochenta dólares, colillas de Parisienne negros, restos de cigarrillos blancos y la mitad de un habano en la parte trasera del auto. Nadie sabe aún de cuándo eran los restos de cigarrillo, pero los fiscales no descartan que hayan sido de ese mismo día y por eso tampoco descartan que González Moreno haya estado en las últimas horas acompañado. Antes de perderse en el interior del Camry negro en dirección a los palmares de la estancia, el empresario pasó un momento a ver a su primo Lisandro Mantilla, uno de los habitantes de la estancia. Le dijo que se iba de caza, estaba normal, dijo Mantilla, y sólo le pidió un vaso. Extraño, dijo Mantilla a los fiscales. Extraño porque él sólo tomaba cerveza y del pico. El vaso apareció más tarde cargado con whisky. Un especialista consultado por Página/12 días después de la muerte no tuvo reparos en imaginar rápidamente una respuesta distinta: una persona que busca coraje para apretar un arma puede estimularse con whisky y cocaína. Pero el vaso, el vaso y la cerveza de pico es lo que deja pensando a alguno de los fiscales.
González Moreno hizo numerosos llamados. Llamó al gobernador Arturo Colombi, y entre los últimos llamados marcó el numero de su padre. En alguno de los cuatro celulares encontraron dos mensajes de textos importantes. Uno es de su hermano Matías. Palabras más palabras menos, el texto decía “no te preocupes, no van a poder con nosotros, si hace falta a los chicos yo me los llevo a USA”. Para los investigadores es más que un dato. Es una de las pocas pruebas con las que pueden dar materialidad a las amenazas. El otro mensaje todavía es un misterio. Una fuente asegura que es de Arturo Colombi: “No te preocupes –dice–: me dijeron que El Gordo estuvo con Ricardo, seguro que solucionan todo”.
Rodolfo “El Gordo” Martínez Llano es un ex diputado peronista, empresario de medios de comunicación, agronegocios y de la construcción en Corrientes y Misiones. Para la Justicia, es el verdadero mentor de González Moreno. Tras la creación del diario El Libertador, organizó el portal de Agencia Corrientes como la vidriera de información pública del gobierno. Por ahí, el gobierno de Arturo Colombi canalizaba la información oficial, las pautas de publicidad con los medios locales y las últimas campañas electorales.
En la causa sobre el funcionamiento de la agencia, el fiscal Gustavo Robineau y el juez Luis Cocha Breard siguen su rastro. Martínez Llano aparece como garante de la propiedad que alquilaba González Moreno, que en los papeles aparece como apoderado. Si Arturo Colombi se refería a él en el mensaje, todavía no se sabe. Si era El Gordo Martínez Llano a lo mejor será él quien alguna vez vaya a tener que presentarse a la Justicia para ver si el mensaje dice lo que parece.
La agencia empezó a funcionar en febrero de 2008, pero en los papeles existe desde 2004. Los dos socios fundadores ahora se encuentran como empleados del staff, pero además aparecen cobrando sueldos en la lista de empleados de la Legislatura. El fiscal no lo sabe, pero uno de ellos también está en la lista de amigos de Facebook de hgmpol [email protected]. El otro se presentó en la fiscalía de Robineau hace unos días espontáneamente para acreditar por escrito que formó parte de la agencia cuando comenzaron las actividades pero luego cedió las acciones y lo convocaron como empleado. La agencia facturó dos millones de pesos el último año a nombre propio, pero se sospecha que por allí pasó buena parte de los 32 millones de pesos que gastó el gobierno provincial en concepto de publicidad de enero a septiembre de este año. Uno de los datos que a los fiscales les llama la atención es que no hay forma de saber a ciencia cierta cuánto fue el dinero que efectivamente le trasladaron. La publicidad de los medios de Corrientes se pagaba por pago electrónico, el de la Agencia Corrientes no. Cocha Breard dispuso una medida cautelar quince días antes de las últimas elecciones para cerrar el flujo del dinero del gobierno hacia la agencia. Una semana más tarde ordenó un allanamiento en las oficinas. El abogado Mariano Cúneo Libarona apareció como representante de los propietarios. En el operativo, preguntó insistentemente si iba a haber detenciones. González Moreno estaba preocupado. Pero Cúneo Libarona no preguntó sólo por él como representante exclusivo sino por otros funcionarios del gobierno. En la fiscalía creen que González Moreno empezó a perder estabilidad cuando le cortaron el dinero que le llegaba del gobierno, pero de momento es una hipótesis. A González Moreno no le pueden preguntar.
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