EL PAíS
Los puntos de un documento que nace con vocación fundacional
La plataforma aprobada ayer por la CTA puede ser un disparador original. Llama a asambleas constitutivas, discute puntos políticos, toma distancia de los partidos y propone “crear una nueva situación institucional”. El problema de las próximas elecciones y el lugar de las izquierdas.
Por Luis Bruschtein
“Ese cantito que surgió en forma espontánea define exactamente lo que queremos –afirmó ayer el titular de la CTA, Víctor De Gennaro–: un movimiento de liberación nacional y social de nuestra patria.” En el documento que aprobó el congreso de la CTA se plantea “la necesidad de recuperar la democracia frente a los intentos de autoritarismo”. “La idea de movimiento político –afirma la resolución– no es sólo ocupar las instituciones, sino también crear las condiciones de una nueva situación institucional que nos devuelva la capacidad de gobernar” y exhorta a “convocar a todas las organizaciones populares con una clara identificación antiimperialista y asumiendo las tareas de la liberación nacional y social de nuestra patria”. En este sentido propone llamar a asambleas constitutivas en todo el país para confluir en una asamblea nacional que conforme el movimiento.
El informe proponía que la asamblea nacional que definiera el alcance programático y las formas de articulación de las diversas fuerzas se realizará en julio de 2003, pero De Gennaro advirtió que en ese proceso, los tiempos políticos de las organizaciones eran distintos, que se podía pensar en una fecha para las agrupaciones ligadas a la central, pero que no se podía tomar una decisión por las otras. La CTA plantea en principio cuatro líneas de discusión para el desarrollo programático, que formaban parte de la consigna central del congreso, como lo señalaba una inmensa pancarta que presidía el polideportivo: “Por nuestros hijos, pan, trabajo, soberanía y democracia”.
Casi todos los oradores fueron críticos con las concepciones elitistas: “Hay quienes piensan que un programa lo realizan cuatro iluminados en un laboratorio –afirmó De Gennaro– para nosotros ese programa lo construye el pueblo”. “No va a haber cambio en Argentina por ninguna vanguardia esclarecida, sino por la decisión política del pueblo” afirmó Marta Maffei.
Estas definiciones provocaron cierta molestia en los partidos de izquierda y el grupo de delegados que respondía a ellos comenzó a retirarse en ese momento. Una parte del estadio intentó una silbatina, pero fue detenida por De Gennaro. “Los compañeros que se retiran tienen que aprender a ser minoría, incluso aprender que se puede ser minoría circunstancial y después ganar las mayoría –afirmó–, pero la mayoría tiene que aprender a serlo y respetar las posiciones de la minoría.”
“Las movilizaciones de todo el año 2001 y sobre todo las del 19 y 20 de diciembre demostraron la fuerza de la movilización popular –se señala en el documento–, pero también pusieron de manifiesto sus limitaciones.” Y agrega: “No habrá movimiento político y social si no sabemos poner en el centro el problema de la unidad política en el campo popular, si no logramos estos, no podremos convencer a nadie de que podemos gobernar”.
La expectativa y el entusiasmo que se mantuvo durante los dos días del congreso estuvo centralmente relacionada con esta nueva propuesta y se podía sentir en los comentarios de todos los delegados. El clima de fervor era fundacional, con una alegría que desde hace muchos años no se ve en los actos políticos. No había estridencias ficticias ni grandes escenarios de papel maché. La alegría de la gente era espontánea y genuina. De hecho, la iniciativa política despertó también la expectativa en los sectores partidarios. El primer día del congreso estuvieron los diputados Alfredo Bravo, Jorge Rivas y Oscar González, del Partido Socialista, y el intendente socialista de Rosario, Hermes Binner. El candidato a jefe de Gobierno porteño por el ARI, Eduardo Jozami, estuvo los dos días del congreso, con otros diputados del ARI y representantes del Frente Grande porteño. También estuvieron el senador bonaerense Eduardo Sigal y el diputado bonaerense Alejandro Mosquera. El espectro político se completabacon la diputada Alicia Castro, del Frente para el Cambio, el cineasta Fernando “Pino” Solanas, el legislador porteño del Partido Comunista Patricio Echegaray y otros dirigentes de izquierda, junto a las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, el pastor José De Luca, por el Frenapo, representantes de la Federación Agraria, el Movimiento Agrario Misionero, y de la Pequeña y Mediana Empresa.
El contexto latinoamericano, con el triunfo de Lula en Brasil, creó un contexto favorable para la propuesta de la CTA que, con sus diferencias, está claramente emparentada con la de los brasileños. El apoyo explícito al congreso por parte de las centrales cubana y brasileña y en general de todas las centrales latinoamericanas populares y de izquierda la convierte en el referente argentino privilegiado en el contexto continental para impulsar una construcción como la que se propone.
En un plano más gremial que político, pero al que la CTA otorga una gran importancia, fue la presencia en carácter de observadores e “invitados fraternos”, de los dirigentes de más de 20 seccionales de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que participaron en la Marcha del Acero el año pasado.
Sin embargo, el impulso para la creación del movimiento acordado en forma casi unánime y con gran entusiasmo es sólo el comienzo, ya que las expectativas son variadas. Sobre todo en lo relacionado con la participación en las próximas elecciones. En el texto se señala el rechazo a “la trampa electoral” y en general hay coincidencias de que el campo electoral es un escenario más de la lucha política y social, y la sensación mayoritaria es que en la participación en las próximas elecciones introduciría un debate electoralista que “ensuciaría” el proceso de construcción del movimiento. Pero hay gremios que plantean que la gente común quiere votar en forma positiva en las elecciones. Si bien la sensación más fuerte es que no se presentarán candidatos en estas elecciones, la movilidad del panorama político es tan grande que es difícil saber cuál sería la decisión si las elecciones se postergan y se unifican con las legislativas.