EL PAíS › EN LOS PRIMEROS DíAS DE JUNIO, KIRCHNER PARTICIPARá DE LA CUMBRE SOBRE HAITí
Como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, Kirchner viajará a República Dominicana y, en la Cumbre, iniciará gestiones para que los países de la región cumplan con los aportes comprometidos para el fondo de reconstrucción de Haití.
› Por Martín Piqué
Un viaje a la República Dominicana será el primer de-safío de Néstor Kirchner como secretario general de Unasur. En la primera semana de junio viajará a Punta Cana para participar de la Cumbre Mundial sobre Haití convocada por el mandatario dominicano, Leonel Fernández, para el próximo miércoles 2 de junio. El objetivo de la reunión es pasar de los dichos a los hechos en una promesa que la comunidad internacional viene repitiendo cada vez que surge el tema Haití: la propuesta de crear un fondo de 5200 millones de dólares para contribuir durante diez años con la reconstrucción de la nación caribeña. Fernández aprovechó la reciente Cumbre de la Unión Europea-América Latina y el Caribe para recordarles a los presidentes sudamericanos la cita en su país. La reconstrucción de Haití tras el terremoto de enero que dejó 300 mil muertos es una cuestión que involucra a América latina: Argentina, Chile y Brasil integran la misión de cascos azules de la ONU –la Minustah, que tuvo víctimas en el terremoto–; Cuba mantiene médicos trabajando en Haití desde hace años; Ecuador y Venezuela fueron los principales promotores de una donación inmediata en la anteúltima cumbre de Unasur, celebrada en Quito.
La donación de fondos frescos para la reconstrucción de Haití fue además uno de los temas de debate en la última cumbre del bloque sudamericano, que comenzó con la designación de Kirchner como secretario general y luego derivó en un fuerte debate en torno del reconocimiento al gobierno de Honduras. En la agenda de la cumbre realizada en el Hotel Sofitel de Los Cardales, Campana, tuvo también un lugar importante el debate sobre cómo, cuándo y a través de qué organismos multilaterales –¿Banco Mundial o Banco Interamericano de Desarrollo?– hacer la donación que aportará cada país sudamericano. Allí afloró una diferencia de criterio entre Brasil –el principal aportante de la región– y el resto de las naciones de Sudamérica. La delegación brasileña reconoció en esa oportunidad que su donación a Haití la efectuaría a través del club de donantes que se había reunido en marzo en Nueva York, bajo la mediática figura del ex presidente estadounidense Bill Clinton.
La tarea de Kirchner en la reunión de Punta Cana será hacer las gestiones necesarias para que todas las naciones sudamericanas cumplan con la promesa realizada en la cumbre de Unasur en Quito. Allí se acordó que el bloque sudamericano aportaría 100 millones de dólares para la reconstrucción de Haití. El ofrecimiento surgió como respuesta a un pedido desesperado del mandatario haitiano, René Preval, quien se encontraba presente en el plenario de presidentes celebrado en Ecuador. En esa reunión, y a pura honestidad brutal, Preval contó que su administración no disponía de fondos para el funcionamiento mínimo, y que la mayor parte de las donaciones para la reconstrucción se estaban canalizando a través de organismos multilaterales u ONG extranjeras que no tenían en cuenta los derechos soberanos de Haití ni las opiniones de su gobierno.
El secretario general de Unasur deberá lidiar con el hecho de que las declaraciones de los presidentes en las cumbres diplomáticas muchas veces son incumplidas por las segundas líneas de sus mismos gobiernos. Lo reconoció el propio mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, hace quince días en Los Cardales, cuando en su rol de presidente pro témpore de Unasur puso en funciones a Kirchner. En esa oportunidad, Correa dedicó algunas palabras a lo que en su opinión serán las prioridades que deberá encarar el santacruceño en el bloque regional. Uno de los objetivos planteados por Correa era justamente garantizar que la promesa de juntar fondos para Haití se lleve finalmente a la práctica. “Si hay deuda con el Fondo Monetario la pagan enseguida, pero, si es con Haití, no”, se había quejado el ecuatoriano, refiriéndose a los ministros de Economía de Sudamérica.
En la próxima cumbre de Punta Cana convocada por el presidente dominicano, Kirchner se encontrará con representantes de los países que integran el llamado “club de amigos de Haití” y que ya participaron de las conferencias de donantes que se realizaron en Montreal y Nueva York. En ese grupo están Canadá, Brasil, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Los donantes de Haití han acordado un cronograma a diez años para reconstruir la infraestructura del país más pobre de América. Según los propios participantes de ese selecto club, el plan de ayuda internacional para Haití debe cumplir con tres principios: “Los haitianos son dueños de su propio destino”, “coordinar esfuerzos” y “trazar una estrategia de largo plazo”. El rostro más conocido de esa iniciativa en todo el mundo es Clinton. Su protagonismo en esta materia encarna también una paradoja propia de los avatares de la geopolítica global, donde una superpotencia sigue siendo hegemónica desde el punto de vista militar.
A mediados de los ’90, Clinton fue uno de los principales impulsores de que Haití se abriera a la importación de arroz a precios muy baratos. Tradicionalmente un Estado productor de alimentos, Haití comprobó muy rápido los efectos de la importación a gran escala: crisis del sector agrícola, pérdida de tierras por parte de muchísimas familias, una feroz hambruna. “Fue un error”, reconoció Clinton hace poco. Con esos interlocutores, con esos antecedentes desgraciados, se encontrará Kirchner en su debut real como secretario general de Unasur. Habrá que ver si en el complejo turístico de Punta Cana puede hacer gala de sus dotes de articulador, de negociador. ¿De diplomático?
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