Lo más democrático de una fiesta que contó con dos mil setecientos invitados cuidadosamente elegidos entre lo más PRO de la sociedad local es que todos tuvieron que hacer la fila para entrar. Así, por la alfombra roja que corría por la calle Libertad hacia la puerta principal del Teatro Colón desfilaron, en una extraña sucesión, personajes de la farándula, funcionarios del gobierno de la Ciudad, artistas, hombres de los medios, políticos opositores, diplomáticos extranjeros, militares de uniforme y otros ejemplos de una variopinta clase VIP. Tal como lo había anunciado, la presidenta Cristina Fernández no asistió. Quien sí fue de la partida fue el mandatario uruguayo José Mujica, quien sin corbata, tal como acostumbra, fue el más campechano de todos los concurrentes y evitó la foto protocolar con el anfitrión, Mauricio Macri.

Bien temprano, mientras caía la tarde, el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, ya estaban apostados en la puerta del teatro y ultimaban, en persona, los últimos arreglos. Con la llegada de los primeros invitados de lujo, y hasta que hubo pasado el último, Larreta y Lombardi fueron los encargados de hacer guardia junto a la entrada para saludar personalmente a los recién venidos.

El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, llegó poco antes de las siete y media, la hora anunciada. Su rostro parecía indicar que lo que se festejaba era su cumpleaños y no la reinauguración del Colón. Rodeado por periodistas, evitó contestar las preguntas incómodas y sólo repitió como un mantra que le hubiera “encantado” que la Presidenta fuera de la partida, a pesar de que el jueves pasado confesó (en palabras más coloquiales) que sólo compartiría el palco con el matrimonio Kirchner por protocolo, lo que desembocó en que Cristina Fernández decidiera no ser parte de la velada. Aseguró que la había llamado “seis veces” para que cambiara de opinión, pero que no lo atendió.

Quienes sí compartieron el palco oficial con Macri fueron los gobernadores de Chubut, Mario das Neves, y de Santa Fe, Hermes Binner. También el vicepresidente opositor Julio Cobos, que tuvo la mala suerte de cruzar la alfombra roja segundos después de que lo hiciera el mediático Ricardo Fort, que concentró más flashes y micrófonos que el mendocino.

Lo único que faltó en la colorida lista de asistentes fueron oficialistas: a la ausencia con aviso de la Presidenta se fueron plegando los gobernadores más cercanos a la Casa Rosada. El conglomerado opositor, en cambio, estuvo sobrerrepresentado. A los miembros del PRO y funcionarios de la administración Macri se le sumaron los legisladores radicales Ernesto Sanz y Gerardo Morales y los peronistas Francisco de Narváez y Carlos Reutemann. El titular de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcatti, llegó codo a codo con el rabino Sergio Bergman, mientras que el ex ministro de Economía Roberto Lavagna esperaba su turno dos lugares atrás de una tirante Susana Giménez. El ex presidente Fernando de la Rúa, en cambio, se escapó de la fila y se escabulló directo hacia la puerta para evitar la emboscada de los micrófonos.

También fueron parte de la exclusiva noche el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, el ex jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, la modelo-empresaria Valeria Mazza, la animadora Mirtha Legrand, la actriz Graciela Borges y el modisto Gino Bogani, entre muchos otros. Pero, sin dudas, la figura de la noche fue el presidente uruguayo Mujica. El ex tupamaro llegó a Buenos Aires un rato antes de que empezara la gala y decidió hacer tiempo comiendo aceitunas en la tanguería Aníbal Troilo, a la vuelta del Colón. Cuando llegó, sobre la hora, los granaderos hicieron sonar una fanfarria y el mismo Macri salió a recibirlo a la puerta para sacarse una foto. El uruguayo, hábil como pocos, lo evitó con una gambeta y enfiló hacia el palco.

Informe: Nicolás Lantos.