EL PAíS › EL BICENTENARIO > CIENTOS DE MILES DE PERSONAS EN EL HOMENAJE AL FOLKLORE Y PARA RECIBIR EL 25
Tras la suspensión del domingo por las fuertes lluvias se realizó ayer el Homenaje al Folklore, que fue intercalado con el partido de la Selección y el homenaje al cine nacional. Soledad cerró después del Himno Nacional.
› Por Karina Micheletto
Suspendido el domingo por la tormenta, el folklore tuvo espacio para brillar ayer por la tarde en el Paseo del Bicentenario. Fue en el marco conmovedor que lograron más de un millón de personas allí reunidas, llevando el celeste y blanco de diferentes modos. Un marco que, visto desde el escenario, alcanzó picos de emoción durante las contundentes actuaciones de Teresa Parodi, Liliana Herrero, Jaime Torres, Gustavo Santaolalla, Orozco-Barrientos y la chilena Isabel Parra. Ya por la noche, el segmento folklórico se cerró con Los Olimareños y los Kjarkas y la fuerte convocatoria de Soledad Pastorutti, el Chaqueño Palavecino, Los Olimareños y Los Kjarkas.
“Buenas tardes, Argentina. ¡Feliz cumpleaños!”, fue el primer grito emocionado de Teresa Parodi, quien dedicó sus canciones “a nuestra amada Mercedes Sosa, que está aquí, celebrando con nosotros”. Y es cierto que la tucumana estuvo presente en el Bicentenario, de más de una manera. Desde las menciones que se hicieron en el escenario o la interpretación de sus canciones, hasta la reproducción de su figura en el stand de Tucumán, una imagen con la que todos querían sacarse fotos. Es indudable que Mercedes Sosa forma parte de los iconos argentinos necesarios.
Parodi invitó a cantar al jujeño Bruno Arias y a María de los Angeles Ledesma, en una actuación en la que estuvieron presentes en el repertorio Atahualpa Yupanqui y María Elena Walsh. Entre los temas propios, “Celedonia Batista”, “Esa musiquita” y “La canción es urgente” movilizaron a la multitud congregada en el escenario principal. No sólo a los que llenaban cada punto del asfalto de la 9 de Julio, hasta pasada la avenida Belgrano. También a los que circulaban por los laterales, a través de Cerrito y por Pellegrini, a paso lento de multitud, donde ocurrían toda otra cantidad de cosas. También allí, constató esta cronista, la música contagió la marcha.
El comienzo musical de la tarde estuvo a cargo de Liliana Herrero, con un set tan breve como preciso, suficiente para desplegar su manera de entender la música argentina. Herrero, junto al trío de Ernesto Snajer, homenajeó al litoral con la “Oración del remanso”, de Jorge Fandermole, y eligió “La casa de al lado” y “El tiempo está después”, del uruguayo Fernando Cabrera, para completar lo que fue a decir en ese lugar.
Se sumó el charanguista Jaime Torres y la energía de la música del altiplano, y sobre el final, la chilena Isabel Parra, que llegó con su hija Tita, continuadoras ambas del legado de la Violeta y también parecidísimas físicamente. Las Parra tuvieron una invitada argentina, Mora Martínez, del trío Aymama.
Con un corte en el medio para dar aire al partido de la Selección contra Canadá, emitido por las pantallas gigantes –interrupción que fue silbada por el público apostado en el escenario, situación que pilotearon con oficio los conductores Marcelo Simón y Federica Pais–, la programación continuó con un homenaje a los compositores nacionales del cine. Fue el turno de la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional, con la dirección de los compositores de las obras para cine homenajeados y con solistas invitados, como el bandoneonista Carlos Corrales.
Mientras se proyectaban imágenes de El secreto de sus ojos, Un lugar en el mundo y la miniserie Vientos de agua, Emilio Kauderer, compositor argentino radicado en EE. UU., responsable de las músicas para estos films, dirigió una suite propia. Para hacerlo se puso la camiseta de la Selección –el 10 de Messi, claro– y subieron también a hablar el director Juan José Campanella y el actor Eduardo Blanco. Siguieron homenajes y direcciones de Luis María Serra (La Mary, Camila, La República perdida) y José Luis Castiñeira de Dios (Eva Perón, El rigor del destino). También participó Gustavo Santaolalla, argentino que ganó dos Oscar por su música para películas, aunque no se trató de obras del cine nacional.
El cierre de la jornada folklórica estuvo dividido entre la fiesta boliviana desatada por Los Kjarkas con los aires andinos de sus canciones bolivianas y el colorido de las ropas de su ballet. Cuando cantaron “El cóndor pasa”, dos o tres banderas de Bolivia surgieron entre la multitud que coreó los estribillos.
El dúo uruguayo Los Olimareños, integrado por Pepe Guerra y Braulio López, presentó las canciones de su combativo repertorio de los años ’70, que les valió exilio y cárcel y que sus canciones fueran prohibidas por las dictaduras de Argentina y Uruguay. El dúo se dio el gusto de tocar canciones como “El gallo rojo y el gallo negro”, de la Guerra Civil Española, y la canción al Che Guevara.
La llegada del Chaqueño Palavecino fue recibida por una ovación que confirmó su popularidad. Por los atrasos y porque debía cumplir con otros compromisos, el Chaqueño intentó desplegar un set más corto que su ya habitual maratónica forma de actuación. En ese momento, los locutores anunciaban que había dos millones de personas en la Plaza de la República. Fuera la cifra que fuese, ya se había formado un océano humano y las canciones del Chaqueño eran coreadas, bailadas con un flamear de banderas. Cada vez que se quería retirar, la multitud se lo impedía. Finalmente derramó vino sobre el escenario, brindó por los 200 años y cantó el Feliz Cumpleaños.
Cuando le llegó el turno a Jorge Rojas, se aproximaba la medianoche y todavía faltaba Soledad, así que hizo una presentación corta y le dio paso a la chica de Arequito que llevó su panza de un lado al otro con envidiable cancha escénica por su portadora, mostró que la fecha de parto de la cantante está más que próxima “Veinte días me quedan nada más” dijo y aclaró que no estaba trabajando pero que quería estar allí para festejar el Bicentenario. Le pidió al público que bailara y saltara, pero aclaró que ella no podía hacerlo esta vez y cada una de sus canciones fue acompañada de ovaciones, coros y palmas. Soledad cerró el Homenaje al Folklore exactamente a la medianoche y fue la encargada de anunciar el Himno Nacional que se cantaría desde el Valle de la Luna en San Juan para saludar los primeros minutos del 25 de Mayo.
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