EL PAíS › EL ETERNO LIDER DE LA UOM INTERNADO EN EL SANATORIO MITRE
Lorenzo Miguel en terapia intensiva
Está con pronóstico reservado. Sigue al mando de su sindicato aunque su poder y su influencia han caído a la par que la de los gremios.
El titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Lorenzo Miguel, continuaba ayer internado en terapia intensiva por un agravamiento de su afección renal, que padece desde hace años. Eterno caudillo de los metalúrgicos, emblema del sindicalismo burocrático y de la derecha peronista, Miguel, de 74 años, había sido internado hace dos días en el Sanatorio Mitre.
Según informaron ayer los médicos, el gremialista ingresó a la clínica dos días atrás, con “pronóstico reservado” y acompañado por algunos familiares.
Ante una consulta, las autoridades del sanatorio se negaron a revelar el estado de salud del sindicalista, aunque de todos modos trascendieron algunos detalles: Miguel se encuentra en una sala de terapia intensiva por un agravamiento de la afección renal que padece hace años, por la que debe realizar sesiones periódicas de hemodiálisis.
No es la primera vez que lo internan: la dolencia renal lo obligó a recurrir a los médicos en varias oportunidades, y en 1994 fue internado de urgencia en el Hospital Italiano por problemas cardíacos.
Emblema del sindicalismo peronista, Lorenzo Mariano Miguel nació en Lugano, donde pasó su juventud jugando al fútbol, boxeando y trabajando como peón de la metalúrgica Camea. En 1970 asumió como jefe de la UOM, el gremio más importante de un país todavía industrializado: permanecería en el cargo hasta hoy.
Como hombre fuerte del más fuerte de los gremios, el “Loro” Miguel se convirtió en el líder del sindicalismo peronista, el máximo referente de las 62 organizaciones, apadrinó a José Rucci y comenzó a desarrollar una extraordinaria habilidad para sobrevivir políticamente más allá de los vaivenes de la historia.
Fue aliado táctico de José López Rega a quien, después del Rodrigazo, enfrentó y ayudó a defenestrar. Luego del golpe de 1976, la dictadura lo encarceló junto a Carlos Menem y otros dirigentes del PJ en el barco 33 Orientales. Gracias a su relación, semisecreta y nunca aclarada del todo, con Emilio Eduardo Massera, Miguel logró ser blanqueado como “preso legal”.
Después de cinco años detenido, el retorno de la democracia lo encontró –otra vez– ejerciendo su influencia desde la jefatura de la UOM: se convirtió en “gran elector del PJ”. Su apoyo fue clave para que Italo Luder se convirtiera en el candidato presidencial del peronismo, que luego sería derrotado por Raúl Alfonsín en las elecciones nacionales.
Atrincherado en su gremio, Miguel sobrevivió a la Renovación Peronista, que buscaba desplazar a los sectores más rancios del partido. Más tarde, el menemismo terminó con el país industrial al que estaba acostumbrado, pero Miguel otra vez se adaptó, primero apoyando al riojano y luego combatiéndolo. Para ese entonces, su salud ya había comenzado a molestarlo en serio, obligándolo a practicarse sesiones periódicas de hemodiálisis.
En los últimos años, el gremialista intentó un giro increíble a la izquierda. En el 2000 fue electo por séptima vez al frente de la UOM. Después visitó la carpa blanca, reconoció públicamente la figura del Perro Santillán, se acercó al líder del sector más combativo de la CGT, Hugo Moyano, y hasta coqueteó con la CTA de Víctor de Gennaro.
Ultimamente había desaparecido de la escena pública: la última vez que se lo vio fue el año pasado, en la Casa Rosada, cuando una vieja conocida suya, la ministra de Trabajo Patricia Bullrich, lo invitó junto a Domingo Cavallo a firmar los planes de competitividad.
Casado desde siempre con Elena, su primera novia, Miguel no imita los gestos ostentosos de otros sindicalistas. Dejó Lugano hace menos de una década, vive en una casa grande, pero poco llamativa en Caballito, veranea en Mar de Ajó y casi nunca habla con los medios.
Ultimo sobreviviente de un elenco de caciques peronistas que ya no existen, Miguel continúa al frente de su gremio, aunque es innegable que ha perdido poder e influencia: cuando lo internaron hace seis años en elHospital Italiano, se acercaron a saludarlo el titular de la CGT y los principales funcionarios del menemismo. Ahora, hace dos días que está internado y, más allá de su familia y sus amigos, prácticamente no recibió visitas importantes.