EL PAíS › EL REGRESO DE HORACIO SALGáN JUNTO A LOS MITOS DE LA MúSICA CIUDADANA
› Por Karina Micheletto
Volvió Salgán, y la noticia representó para el mundo tanguero un hito más allá del festejo de los 200 años de historia. Fue en la madrugada de ayer, en medio del despliegue de los festejos de la 9 de Julio, frente a algo así como un millón de personas, una cantidad de gente inusualmente reunida en la calle, más todos los que siguieron el evento por la tele, en directo. No fue lo único importante, poderoso, representativo como genuina marca identitaria, que ocurrió en este segmento reservado al tango. El final, con Susana Rinaldi cantando a capella Sur, coreado con feliz convicción por tantos centenares de personas, quedará seguramente entre los recuerdos del momento único. Igual que el Himno Nacional con que se recibió la fecha patria, que los que estaban en la 9 de Julio escucharon en la voz de la Tana, y cantaron con fervor de cancha. O el abrazo entre Salgán y Leopoldo Federico, dos glorias en tiempo presente. O el otro regreso, el de la pareja de Juan Carlos Copes y María Nieves. O la cantidad de grandes del tango, de diferentes generaciones, que también actuaron esa noche. Una noche –perdónese el lugar común– definitivamente para el recuerdo.
La fiesta del tango a cielo abierto comenzó algunos minutos después de la medianoche, cuando apenas despuntaba el 25 de Mayo. Soledad Pastorutti había dejado paso a Rinaldi para que cantara el Himno sobre la transmisión desde el Valle de la Luna, retomando luego su show con la trasmisión televisiva. Tras su actuación, el escenario se preparó para una cantidad de actuaciones sobresalientes. Las primeras fueron las de Juan “Tata” Cedrón, en dúo con el bandoneonista Miguel Angel López, y el trío de Rodolfo Mederos, que completan Armando de la Vega y Daniel Cucci, y que esta vez tuvo a Ariel Ardit como cantor invitado.
El momento del Quinteto Real llegó primero con la formación de César Salgán en piano, Esteban Falabella en guitarra, Oscar Giunta en contrabajo, Carlos Corrales en bandoneón y Julio Peresini en violín. Pasados dos temas –“Canaro en París y El choclo”– César Salgán presentó no sólo a su padre Horacio, el protagonista del gran regreso de la noche, sino también a Ubaldo de Lío, el fundador del Quinteto Real y compañero de Salgán en un dúo tanguero histórico durante 45 años. En la contundencia de “Shusheta”, de Cobián y Cadícamo, y de “La llamo silbando”, de autoría de Salgán, quedó sellado el regreso que entrará en la historia del género. El cierre fue una de las fotos emocionantes de la noche: el abrazo largo entre Salgán y Federico, dos de los hombres que hicieron el tango.
Hubo más emociones y estuvieron a cargo de Susana Rinaldi y de la Selección Nacional del Tango, la orquesta integrada por maestros de distintas generaciones como Federico, Ernesto Baffa, Mario Abramovich, Eduardo Walczack, Horacio Cabarcos, Mauricio Marcelli, Mario Fiocca, y por una nueva guardia de excepción entre los que forman Nicolás Ledesma, Pablo Agri, Miguel Angel Bertero y Carlos Corrales. En medio de la actuación de tamaño seleccionado fue el turno del regreso de Copes y Nieves, dos históricos de la danza de tango que hacía quince años que no actuaban juntos. Bailaron “El pollo Ricardo” y, fuera de programa, a pedido de Rinaldi, “La cumparsita”.
El final, cuando ya el viento había volado las voluminosas partituras de los músicos, fue asumido con oficio y calidad por Rinaldi. Después de “La cumparsita” la multitud pedía “una más, y no jodemos más”. Ella les regaló una versión a capella de Sur, coreada a lo largo y a lo ancho de la 9 de Julio, que hizo lagrimear hasta al conductor, Marcelo Simón. Final de fiesta con foto de todas estas glorias del tango, formadas en hilera. Una de las mejores del Bicentenario.
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