EL PAíS › OPINION
Una cena muy nutritiva con los popes de la derecha panperonista. Curiosas lecturas de la política local. El rompecabezas de los federales, la obcecación de Reutemann. La táctica de Duhalde. La espera de Macri, el desafío de Solanas. Variedades sobre el panorama electoral, a un año de las primarias.
› Por Mario Wainfeld
El tópico “se juntaron para la foto” es comprensible pero insuficiente: puede querer graficar encuentros bien distintos. A veces, la foto es un simulacro para disimular o desmentir la mala onda entre quienes posan. Otras, en cambio, ratifican acuerdos o hechos que se quieren “inmortalizar”. Los álbumes de familia y los políticos contienen imágenes de ambos tipos. Las fotos de la plana mayor de la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA) o la de los presidentes Cristina Fernández de Kirchner y Lula da Silva dan cuenta de un pacto político y de tratados firmados. Esos hechos hablan de unidad, de proyectos futuros, la foto registra las intenciones.
Contra lo que reza un slogan facilista, esas imágenes no “valen” más que mil palabras, antes bien condensan discursos, saberes o circunstancias añejados. Las estampitas, cierto es, comunican a menudo mejor que los densos textos sagrados pero los tienen de precedente o de contexto.
La ausencia de imágenes de un encuentro VIP es tan gráfica como la mejor foto. El enigma acompaña al poder como la sombra al cuerpo.
La liturgia, siempre, transmite más que el mero texto de los sermones. Héctor Magnetto dispuso su mesa. Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez, Mauricio Macri, Carlos Reutemann y Felipe Solá se acodaron a ella. Francisco y Mauricio no se dirigían la palabra, levantaron el cono del silencio. Los cinco comensales se miran de soslayo, acudieron como si fueran uno.
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Dónde se compartió el pan entre compañeros, quién ocupó la cabecera son datos relevantes desde la última cena hasta la más reciente. Hay un mensaje inequívoco cuando un convite es promovido por uno de los más poderosos empresarios de la Argentina y se celebra en su casa. La condición de local gravita tanto en la política como en el fútbol. Uno manda, los otros van al pie.
El supuesto sigilo agrega sentido, el pacto de silencio trasluce otros contratos, previos o ulteriores.
Contra el congelamiento que presuponen la foto o su elusión, es necesario recordar el pasado, aun el más cercano. Todos los convidados fueron y son cruzados contra la ley de medios audiovisuales, que quizá no sea la madre de todas las batallas pero sí una tía muy querida. O una madrina.
Un peón del “espacio” que comulgó con Magnetto, el diputado Enrique Thomas, ya cumplió tareas serviciales. Fue, entre otros “peronistas federales”, promotor de un amparo tendiente a frenar in totum la aplicación de la ley. Thomas, que se subordina a Solá, hizo de procurador de los multimedios o de lacayo, según usted prefiera. En su Mendoza natal (que cobija al grupo Vila-Manzano) consiguió jueces y camaristas sin ley que dieron curso a su pedido. La Corte Suprema revocó la suspensión, con fundamentos muy severos: sentenció que la demanda y las consiguientes sentencias violaban todas las reglas procesales y constitucionales, entre otros motivos porque el solícito Thomas carecía de “legitimación” (derecho propio) para litigar. Hacía trabajo sucio para otros, ganaba para su jefe los entremeses de la comida.
La concesión de “la política” a los poderes fácticos se registra, obscenamente, semana a semana. Demasiados dirigentes buscando el aplauso fácil en la Rural, demasiados cenando con el CEO de Clarín.
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La embestida corporativa contra el kirchnerismo vio la luz en el conflicto por las retenciones móviles. En términos caros a la jerga peronista, la dirigencia agropecuaria fue “la conducción”, aún lo sigue siendo aunque en relativa mengua. Por entonces, muchos legisladores del Frente para la Victoria se borocotizaron y pasaron de bando, alistándose tras la Mesa de Enlace. Un relato narcotizante y bobo recorre los medios dominantes: la cooptación, la corrupción o la compra de voluntades tiene vía única. Según ellos, sólo la practica el oficialismo. En el mundo, que seguramente ha vivido equivocado, hay abordajes distintos, siempre hay un privado detrás de los cortinados de los parlamentos o los ejecutivos. El presidente Nicolás Sarkozy es acusado de trapisondas, la gran empresa L’Oreal puso lo suyo. El vicepresidente norteamericano Dick Cheney era acusado de corrupto, empresas armamentistas o ligadas al sistema de salud estaban detrás.
Solá, Reutemann, Thomas, Roberto Urquía se dieron vuelta: manes de la república. Por el contrario, la cadena privada de medios y sus voceros políticos ponen el grito en el cielo cuando alguien pasa de la magmática oposición al oficialismo. La senadora formoseña Adriana Bortolozzi, entre tantos, eligió el camino inverso anteayer. Su argumentación se basó en la existencia de algún “boludo” y una “gordita” en el bloque del Frente para la Victoria. Si se pone muy estricta con esas exclusiones quedará de por vida en su monobloque. O, quién sabe, ni siquiera eso.
Un discurso capcioso homologa los sobornos con manejos propios de un sistema democrático federal, que ahuyentan almas bellas. La “caja” alude imprecisamente a compra delictiva de voluntades. Canjear el apoyo a una ley por una manito en otra integra el abecé de la praxis parlamentaria. La teoría política norteamericana y su lenguaje práctico llaman a eso “logrolling”. Esos canjes son sustancia del sistema político, en el que conviven (y por ende realizan transacciones) representantes de distritos e intereses variados.
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Las corporaciones conducen, hacen agenda, la mayoría de los referentes del Grupo “A” se encolumnan. La falta de definición de candidaturas encoleriza a los dueños del capital, poco atentos a las diferencias entre gatos (para ellos) todos pardos. Pero aun en una situación de tanta disciplina táctica, la política mete la cola: los candidateables defienden su espacio, su virtualidad. Los reclamos de “unidad” urgente conspiran contra sus propios intereses, legítimos. La competencia interna es, por ahora, un escollo a la incondicionalidad.
Una lectura dominante, compartida, racional es que si no sobrevienen acontecimientos inesperados, la presidencia será disputada por tres fracciones: el Frente para la Victoria (FpV), el peronismo federal y el radicalismo. Proyecto Sur no llegaría a pujar en paridad, los socialistas y Elisa Carrió deberán buscar su destino.
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Los resultados de 2007 condicionan el imaginario compartido. Allí pugnaron las tres vertientes señaladas. El FpV primó por una diferencia ínfima de votos, perdió malamente en provincias importantes, fue en los hechos una derrota. Las dos vertientes opositoras salieron bien paradas, con cosechas diferentes que prefiguran sus chances. El radicalismo, con implantación nacional, quedó tercero en Capital y provincia de Buenos Aires pero hizo buena cosecha global de votos y legisladores. Tales su potencial y sus flaquezas. Hoy día, tiene organizado su espacio, su candidato surgirá entre Julio Cobos y Ricardo Alfonsín. Si el diputado es el elegido, la amenaza es el síndrome de la frazada corta en la provincia de Buenos Aires pero, en cambio, se gana capacidad de convocatoria para aliados.
El agregado Unión PRO-peronismo disidente obtuvo bastante menos votos que la UCR, aunque la elección fragmentada en distritos lo favoreció bastante. Compensa con una ventaja comparativa: candidatos taquilleros en dos distritos determinantes, De Narváez en Buenos Aires, Macri en la Ciudad Autónoma.
Desde las corporaciones, el objetivo es ensamblar el rompecabezas. Los compañeros disidentes bufan, Macri no es del palo, no es sencillo convencer a la dirigencia territorial de alinearse detrás de un gorila, porteño para más datos. Por ahora.
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Carlos Reutemann pudo ser clave, juntarle la cabeza a toda la dirigencia peronista, saciar las apetencias del establishment... su voluntad lo impidió. Era uno de los grandes ganadores de las elecciones pero porfía en no ser candidato a presidente. Lo repitió, cuenta la crónica oficial, en la cena mencionada. Hacer política es insalubre, debe ser latoso invitar a Lole para escucharle decir lo mismo de siempre. Reutemann sólo extrovirtió su ambición de ser presidente en la campaña electoral del año pasado. Pura táctica, explican cerca de Duhalde: tenía que motivar a sus aliados para una disputa exigente. Era poco seductor convocarlos, “apenas” para pelear la gobernación dos años después. Los compañeros federales, con Duhalde a la cabeza, suponen que su psiquis ya resolvió el dilema: el protagonista no desea llegar a la Rosada y sin deseo no hay acción. Se cuentan con los dedos de una mano los peronistas que creen que Reutemann se lanzará cuando cuadre, casi todos son santafesinos e integran su séquito. El ex gobernador entrerriano Jorge Busti conserva una llamita de esperanza.
Descartado el santafesino, las encuestas arrojan cifras decepcionantes. Un quinteto de candidatos mueve el amperímetro: Cristina y Néstor Kirchner, Julio Cobos, Macri, Ricardo Alfonsín. Los demás, hasta aquí, navegan en el Nacional “B”.
Duhalde fantasea convencer a Lole para integrar fórmula con él en las internas abiertas. Su hipótesis de trabajo incluye una contienda contra Felipe Solá y un gobernador, presumiblemente el sanluiseño Alberto Rodríguez Saá. Las primarias, no se arredra Duhalde, saben ser un buen trampolín si son masivas. La historia muestra cómo se catapultaron Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa tras imponerse en la previa. Todos tenían con qué, he ahí una posible diferencia. Como fuera, el PJ disidente se ilusiona con esa lid, con lograr más votos que el kirchnerismo que posiblemente presente lista única, lo que (de ordinario) resta potenciales votantes.
A cualquier persona de a pie, el escenario le resulta exótico y remoto. Los dirigentes no lo ven así. En agosto se vota, las alianzas deben plasmarse en junio. La reforma política fuerza a todos los pretendientes a exponerse. Un operador duhaldista dice con gracejo que es una variante del canto de un juego infantil: “punto y coma, el que no se mostró, se embroma”.
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El jefe de Gobierno capitalino especula con la carestía de los compañeros federales. Con pobre intención de voto, se verán forzados a deponer recelos y ungirlo candidato. La hipótesis de Duhalde y Solá es diferente: Macri deberá ser constructivo, esperar su turno, mantenerse en su distrito. Si llega a ofertarse como alternativa, les complicaría la vida y la facilitaría al kirchnerismo, dividiendo el voto opositor.
La realidad, dialéctica ella, añade complejidades. El diputado Fernando Pino Solanas comenzó a hablar públicamente de la perspectiva de ir por el gobierno de la Capital. Si lo hiciera, Macri debería pensarlo dos veces antes de desguarnecer en aras de un improbable golazo nacional el único distrito en el que PRO tiene mandato ejecutivo.
La posibilidad de Macri liderando a los pejotistas federales, con todo, no está cerrada. El ex presidente de Boca hace años que ansía que las masas peronistas o, en su defecto, su dirigencia pase a buscarlo por su coqueto domicilio. Con otro estilo y otros recursos, Roberto Lavagna apuesta a bazas similares. “Para la segunda vuelta –dicen quienes lo avalan, con discreción– Roberto es mejor candidato, tiene un perfil más digerible para los no peronistas. Los radicales ya lo votaron en 2007.” Claro que, según las mediciones de hoy, la única fuerza que seguro entra en ballottage es el kirchnerismo.
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En su flamante fruición por la transparencia, Solá alega en cuanto programa del cable transita, que los dirigentes cargan con la exigencia de la mujer del César: no sólo deben ser honestos, también parecerlo. Ese sayo les cabe a todos los que dialogan entre bambalinas o a la luz pública, con corporaciones que defienden intereses tangibles. El plazo de desinversión, la ley de medios, Papel Prensa, el Fútbol para Todos, el ADN de los jóvenes Marcela y Felipe Herrera Noble han de haber integrado el menú de la cena. Son cuestiones de interés público, las cinco mujeres del César deben levantar las sospechas que generaron. Quizá no quieran, su plataforma es el apoyo de esas corporaciones, no tanto de otras. Pocos sindicalistas acompañan a los compañeros peronistas, el más resonante es el Momo Venegas, quien representa a la peonada del campo. El hombre fue ovacionado por los patrones en la Rural. Hola, Tío Tom.
En pocos días se develarán otras comidas con el poder real, que explicita su compromiso opositor en las próximas elecciones. Fuera de eso, el documento conjunto de UIA-AEA elude precisiones. Un solo objetivo claro, defenestrar al kirchnerismo. Los instrumentos, se supone, se conciertan en privado.
Entre tanto, el Gobierno sigue confiando en sus pilares, apoyo de los sectores populares, recuperación de sectores medios vía medidas progresistas y crecimiento económico. En Olivos y la Rosada cunde el optimismo, las encuestas reflejan un cambio en el humor ciudadano. Las reservas se mantienen altas, una vez pagado el Boden 2012. El Fondo de desendeudamiento, tan meneado en el verano, casi se agotó. Pero el Banco Central tiene fondos suficientes para transferir al Tesoro Nacional como para acumular un montante similar. Inquietud curiosa en el kirchnerismo, se analiza diferir un poco la transferencia para acotar un poco la excitada liquidez de la economía. Los Kirchner confían en que el electorado superará resquemores, elegirá gobernabilidad, mirará su trayectoria económica en estos años. En forma más difusa pero patente, suponen que la ciudadanía optará por el espacio que combina voluntad política y garantice gobernabilidad.
Crónica TV da la primacía: quedan pocos días para que estalle la primavera. Para las internas abiertas, un añito. El día a día, con sus peripecias, deja la impresión de que es mucho tiempo, quizá no falte tanto. De ahí que algunos jugadores, con escasas credenciales democráticas, muestren con desparpajo sus bazas.
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