EL PAíS › LOS TRABAJOS PARA LEVANTAR UNA TORRE PROVOCARON LA CAíDA DEL EDIFICIO VECINO: HAY ONCE HERIDOS Y TRES DESAPARECIDOS
El edificio en el que funcionaba un gimnasio en Mendoza y Triunvirato se derrumbó a las 16.10 por el pozo que cavaba al lado una empresa constructora. Hubo once rescatados. Anoche tres personas eran buscadas por sus familias.
› Por Emilio Ruchansky
Alumbrados por cuatro focos enormes sostenidos por un poste que emergía de una camioneta, anoche una decena de bomberos y agentes de Defensa Civil seguían revolviendo los escombros en busca de eventuales víctimas. “Pasamos varias veces con los perros y no detectaron nada, es muy posible que haya, por lo menos, un muerto”, le dijo un vocero de la Policía Federal a este diario. A última hora se especulaba con la existencia de tres desaparecidos. Por la tarde, once personas fueron rescatadas del derrumbe del gimnasio Orion Gym, ocurrido ayer a las 16.10, en el barrio de porteño de Villa Urquiza. A un costado del lugar se erguía el monstruo metálico responsable del derrumbe: la máquina excavadora usada hace un mes por la empresa constructora José Pataro SRL para armar el estacionamiento de un futuro edificio de 10 pisos. El episodio reavivó la polémica por el levantamiento de torres en la ciudad y los controles oficiales.
“Sentí un ruido muy fuerte, como si estuvieran descargando ladrillos. Salí del bar y sólo se veía un humo, era el polvo que salía del derrumbe. El milagro no es que haya tantos sobrevivientes, el milagro es que pasó a la tarde y no a la noche, cuando se llena el gimnasio y van como 50 personas”, dijo un empleado de Estilo Misión, un restorán sobre la misma cuadra del gimnasio ubicada en Mendoza 5030, casi esquina Triunvirato. La camarera interrumpió para contar que el dueño de una de los casas de ropa que estaban bajo el Orion Gym vivía quejándose de la excavadora: “Me contó que tenía el piso rajado y grietas en las paredes”.
El operativo de rescate incluyó alrededor de diez carros de bomberos, igual cantidad de ambulancias del SAME, cinco camionetas de Defensa Civil (una de ellas, con tirantes de madera para apuntalar los escombros) y una incalculable cantidad de patrulleros de la Policía Federal y de la Metropolitana. Los vehículos, en su mayoría, estaban dispersos sobre la avenida Triunvirato, donde cientos de vecinos curiosos se amontonaron tras el cordón policial. Algunos rogaban a la policía que los dejara pasar para volver a sus hogares o al menos sacar el auto para dormir en casa de familiares.
Según contó uno de los rescatistas, el edificio del gimnasio se vino abajo en forma diagonal, de izquierda a derecha, por lo que quedaron numerosos huecos donde se refugiaron los sobrevivientes. Tres de ellos se comunicaron con los bomberos a través de sus celulares, antes de que fueran rescatadas y trasladas a algunos de los cuatro hospitales que recibieron a las víctimas: Tornú, Pirovano, Zubizarreta y Fernández. Una fuente de Policía Federal informó que de los 11 heridos, nueve mujeres y dos hombres, hay uno grave, con politraumatismos; dos fueron dados de alta anoche.
Los dos locales de ropa que estaban en la planta baja del gimnasio quedaron en pie y estaban vacíos cuando tembló la cuadra (cierran entre las 13 y las 16.30). Mauro Montarau, encargado de una de estas tiendas, contó que uno de sus empleados estaba a punto de abrir el local cuando sintió un movimiento fuerte. “Se fue corriendo, lo encontré temblando con el candado y la cadena en las manos”, relató el hombre, quien aseguró que el día anterior temblaba tanto el piso que se le cayó una mesada que tenía apoyada sobre la medianera de la obra en construcción.
Desde el techo de la pizzería Pepero, donde coincidieron movileros, fotógrafos y camarógrafos, podía verse el incesante trabajo mayormente manual de los rescatistas para retirar los escombros, aunque a última hora llegó una máquina para extraerlos, con la que eran depositados sobre el hueco del edificio en construcción. Se los veía trepar y descender constantemente de la pila de escombros, llevando sogas y también pasando unas delgadas fibras ópticas, como explicó el comisario inspector Omar Bravo, jefe de bomberos, “para detectar sobrevivientes”. Había grietas en los pilares de los locales de ropa, que perdieron gran parte del revoque tras el temblor.
Página/12 pudo hablar con tres bomberos cubiertos de polvo que pasaron al baño de la pizzería para asearse. El enojo era inocultable. “No nos dieron nada para guardar los escombros”, se quejó uno. ¿Hay peligro de derrumbe?, preguntó este cronista. “Para nosotros no... para los que están arriba en este momento sí, esto es parecido al derrumbe de la AMIA, estamos trabajando con muy poca protección”, contestó otro. “La gente que sacamos estaba bastante golpeada –comentó el tercero–, no creo que haya más sobrevivientes que los once que sacamos, pero nunca se sabe.”
La comitiva del gobierno porteño llegó al lugar dos horas después del derrumbe. Estaban Mauricio Macri; su jefe de Gabinete, Horacio Larreta; el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, y el callado jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, a quien se lo vio en un momento casi hipnotizado frente a las ruinas. Todos salvo Burzaco llevaban puestas las pecheras fluorescentes que utilizaban los agentes de Defensa Civil. En total, según informaron oficialmente, trabajaron 200 empleados del gobierno porteño, entre médicos, policías y rescatistas.
Larreta fue de los primeros en llegar y no la pasó muy bien. Se refugió en un momento en la pizzería Pepero, donde habló con los periodistas presentes. “Estamos haciendo un esfuerzo enorme por solucionar este desastre, la verdad es que no sabemos todavía si hay muertos, rogamos que no”, comentó el funcionario, mientras en la televisión de la pizzería, una sobreviviente ocupaba la pantalla y contaba que se le empezó a caer el techo del gimnasio. “Mi hermana quedó enterrada entre los escombros, estoy desesperada”, decía la mujer, a la que sólo debieron coserle algunos puntos en la cabeza.
Afuera, los rescatistas pedían “aceite o vaselina” a los gritos. Dos agentes de Defensa Civil entraron a la pizzería, pero no tuvieron éxito. Una empleada les mostró un bidón vacío y los mandó a comprar aceite a un supermercado cercano. El cordón policial, que pasó de la calle a la vereda en cuanto aparecieron Macri y sus funcionarios, no impedía ver el número de expediente del futuro edificio lindero al gimnasio (36540/08) y la fecha de la obra, 9/11/2009; ambos datos constaban en el cartel de anuncio de la construcción que quedó aplastado bajo los escombros.
Habían demolido un supermercado chino para hacer esta torre, cuya construcción –al igual que otras en la zona– fue criticada ayer por los vecinos de Villa Urquiza. “Antes de ese supermercado, allí vivían unos paisanos míos”, recordó María, una abuela española, sentada en Pepero junto a su nieto. María esperó sin éxito que la dejaran volver a su casa, justo al lado del edificio en obra. “Una hora antes del derrumbe, yo estaba terminando de almorzar y se me movió la silla. Le avisé a uno de la obra, no a un albañil, fui con uno de los que estaba controlando y me dijo que estaba todo bien. Me fui a pagar el gas y cuando volví se había derrumbado”, contó la señora.
Anoche, mientras los vecinos curiosos regresaban a sus casas, un joven buscaba a su mejor amigo: Maximiliano, de 18 años. “Venía a este gimnasio y no lo estamos ubicando. Su viejo está viniendo desde Luján y la madre está por acá, pero no le dicen nada”, le dijo a este diario. Al rato llamó a un amigo para que lo acompañara a pasar la noche a la espera de novedades. Maximiliano no era el único en la lista. “Recibimos varios testimonios de personas que dicen tener familiares atrapados, los anotamos, pero hasta el momento no surge ninguna señal de más personas entre los escombros, aunque no lo descarto”, confirmó anoche el jefe de bomberos.
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