EL PAíS › LOS MENSAJES DE LOS LECTORES DE PáGINA/12
Empezaron a llegar a la redacción minutos después de conocerse la muerte de Kirchner. Y siguen llegando. En cientos de cartas, los lectores buscan compartir su pena, expresar sus sentimientos, razonar sobre el nuevo escenario. Aquí, una reducida selección de ellas.
La primera vez que escuché el nombre de Kirchner tenía 14 años. No sabía quién era y desconfiaba de ese señor que venía del Sur y que era apoyado por nada más y nada menos que Duhalde. Desde el principio ocurrió algo que sería determinante para mi mirada y para muchos otros respecto de Kirchner y del kirchnerismo en general. Por primera vez sucedió algo que luego se repetiría en los años siguientes: tuvimos que elegir entre Néstor y el innombrable. Como tiempo después elegiríamos entre Néstor y los milicos, entre Néstor y el FMI, entre Cristina y la patria sojera, entre el kirchnerismo y los oligopolios mediáticos, entre el pasado y el futuro. No es un dato menor que siempre estuviera enfrente de los grupos poderosos.
Me llevó tiempo empezar a confiar en el ex presidente y en su proyecto. Tanto que la primera vez que voté para presidente no lo hice por Cristina. No fue sino hasta el conflicto con “el campo” cuando me di cuenta de que estos tipos no sólo hablaban lindo, sino que además hacían. Y fui a la plaza, aquel día de “las dos plazas”, a apoyarlo. No fue tanto el amor como el espanto lo que me acercó al kirchnerismo. Pero eso fue cambiando. El desprecio por el enemigo común que teníamos se transformó en alegría por los objetivos que compartíamos, que compartimos aún.
Llegaron las elecciones de julio del 2009 y fui por primera vez –era la segunda vez que votaba– con plena convicción de que estaba votando por un proyecto en el que creía. Con defectos, errores, contradicciones, pero del que me sentía parte. Salí orgulloso y feliz de la escuela ese día. Perdimos, pero no importaba, para mí era un orgullo haber perdido apoyando al kirchnerismo.
Fue un orgullo estar en la ESMA el 24 de marzo, recorriendo el museo de la memoria. Fue un orgullo estar en el Congreso apoyando y festejando cuando se aprobó la ley de medios. Entre tantos pendejos como yo, que habíamos vuelto –o comenzado– a creer. Entre tantos grandes que habían peleado toda su vida.
Así me fue comprando ese pingüino simpático y peleador, y por supuesto Cristina, a cuyo gobierno considero, junto con el de Néstor, el mejor de la historia argentina. Nunca podría haberme imaginado hace siete años que hoy iba a estar sintiendo tanto la pérdida de ese desconocido que terminó siendo, aunque nunca lo supo –o sí– un gran amigo.
Gracias a Néstor empecé a pensar que no todo es blanco o negro, que en la vida no hay nadie perfecto. Que las cosas se pueden, y muchas veces no queda otra, ir haciendo de a pasos, chicos o grandes, pero constantes. Que consenso no existe cuando hay intereses encontrados. Que con la política se come, se cura y se educa de verdad.
Gracias por devolvernos –a los jóvenes sobre todo– la posibilidad de creer, las ganas de hacer, de pelear por lo que es justo. Gracias por ser el único que les reconoció a las Madres y las Abuelas de Mayo la lucha de tantos años. Por devolverles la dignidad a los jubilados, a los pobres. Por la unidad latinoamericana. Por la ley de medios. Por el matrimonio igualitario, por la Asignación Universal por Hijo.
Gracias por el ejemplo.
Santiago Demartini
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