EL PAíS › LA AGREGADA DE PRENSA DIJO QUE LA EMBAJADA DE EE.UU. LAMENTA SI AGREGó “ANGUSTIA A SU DOLOR”
Shannon Farrell, del equipo de la embajadora Vilma Martínez, dijo que, si tras la muerte de Néstor Kirchner la Presidenta resultara afectada aún más por las filtraciones, “sería horrible”. Hasta ahora, la respuesta quedó limitada a un comentario de Amado Boudou y a un análisis del ex canciller Jorge Taiana.
› Por Martín Granovsky
Wikileaks puede ser el paraíso de los historiadores, los periodistas, los chusmas y los chantas, pero también un infierno para los diplomáticos. La agregada de prensa de la Embajada de los Estados Unidos dijo en la tarde de ayer a Página/12 que lamenta la divulgación de textos “que puedan agobiar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un momento tan particular de su vida y agreguen angustia a su dolor”.
Shannon Farrell, que depende de la embajadora Vilma Martínez, dijo también: “Lamento el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, y personalmente me apena que la difusión de algunos cables del Departamento de Estado pueda afectar más a la Presidenta. Si fuera así, sería horrible”.
Cuando este diario le preguntó si se trataba sólo de un sentimiento personal, Farrell subrayó: “No, en absoluto. Lo digo en términos personales y también en términos diplomáticos. Nadie quiere que la Presidenta se agobie o se angustie más, y si eso pasara lo lamentamos mucho”.
Más allá de los estados de ánimo personales, o incluso de sus convicciones políticas íntimas, los agregados de prensa de las embajadas no trabajan de librepensadores. El servicio diplomático es, al menos en teoría, una estructura vertical. Y cuando una filtración de papeles puede generar una crisis o empeorar las relaciones entre dos países, los diplomáticos actúan con el criterio de disminuir el daño. Si ese daño ya está hecho, como en el caso de las filtraciones sobre la Argentina, la disminución del daño es la disculpa de Farrell.
Vilma Martínez está fuera de Buenos Aires. Pese a ese dato, conviene interpretar las declaraciones de la agregada, además, como las disculpas directas de la embajadora tras una consulta con el propio Departamento de Estado que encabeza Hillary Clinton. Incluso los embajadores más movedizos que pasaron en los últimos 20 años por la Argentina, como Terence Todman, James Walsh o Anthony Wayne, se movían con permanentes idas y vueltas basados en comentarios e instrucciones de Buenos Aires a Washington o de Washington a Buenos Aires.
Como es obvio, las referencias a Cristina se deben a un cable del Departamento de Estado en el que Elissa Pitterle, directora del área de inteligencia INR/OPS, pidió el 31 de diciembre último a la embajada norteamericana el envío de información sobre “la dinámica interpersonal” de Cristina y Néstor Kirchner. Tal como informó ayer este diario, el cable divulgado por el diario El País de España también preguntaba cómo manejaba Cristina la ansiedad y el stress, cómo influían las tensiones en sus decisiones y cómo hace para calmarse cuando está estresada. En otra parte inquiría por el estado gastrointestinal de Néstor Kirchner.
Farrell dijo que algunos pedidos son “genéricos” por parte de una sección del Departamento de Estado. “Si salió una nota periodística en el 2006 y nosotros averiguamos sobre eso, lo dudo mucho”, dijo. La fecha es una aparente alusión a un semanario argentino que en esa época comenzó a incursionar en el hobby de la psicología conductista ejercida a distancia para explicar decisiones políticas de Néstor Kirchner.
La denominación “genéricos” podría aludir a los perfiles psicológicos de líderes de otros países que suele reclamar el Departamento de Estado a sus embajadas. Es una tradición con dos orígenes. Por un lado, la Guerra Fría, cuando la falta de medios electrónicos de espionaje obligaba a deducir reacciones personales de dirigentes soviéticos por retratos o posturas. Por otro, una parte de la cultura corporativa norteamericana, que ama la ilusión de tener todo bajo control para asegurarse el cierre de un negocio.
Hasta anoche, la Presidenta continuaba ignorando el pedido de informes del Departamento de Estado a la embajada y también a los dos medios que convirtieron ese pedido de informes en una “sospecha” o una “preocupación”, El País de Madrid y La Nación de Buenos Aires en sus ediciones del lunes. Luego, El País corregiría la versión sobre las sospechas y las transformaría en inquietudes o curiosidades.
De hecho, ignorar el escandalete le quita trascendencia real –es decir, en términos de poder– y deja aún más fuera de lugar a los burócratas de inteligencia del Departamento de Estado. Como es evidente que toda el episodio Wikileaks, sea propio o ajeno, venga de filtraciones o hackers, involucra zonas más calientes del globo que el Cono Sur americano y no fue montado para desprestigiar a Cristina Fernández de Kirchner, la falta involuntaria de sentido de la oportunidad pone a Washington en una situación incómoda. La reacción de Farrell revela la percepción de que la Presidenta puede sentirse ofendida. Y una ofensa injusta, en política, siempre puede convertirse en una carta concreta en poder del ofendido. De la ofendida, en este caso.
Más allá de un comentario al paso realizado por Amado Boudou, que consideró que la difusión de los cables “es una vergüenza para Estados Unidos y no para Argentina” y calificó al pedido de informes sobre la Presidenta como “algo entre berreta y tonto”, la reacción más fuerte corrió por cuenta del ex canciller Jorge Taiana, también objeto de la curiosidad de la inteligencia del Departamento de Estado. Taiana sigue cerca de Cristina y se prepara para hacer campaña en el 2011 pero ya no es funcionario.
Dijo Taiana a Radio Continental:
- La filtración masiva “es un golpe al prestigio de los Estados Unidos, que le traerá consecuencias políticas especialmente con aquellos países con los que tiene relaciones cordiales o maduras”.
- “Sorprende lo que podríamos llamar bajo nivel de profesionalismo y el carácter casi de chisme, de información presunta o de cosas de correveidile que tiene esa parte de los documentos. Sorprende la falta de seriedad con la que está relevada o manejada.”
- Es un “conjunto de presunciones y chusmerío de baja estofa. Si ésa es la base de una política, no es una buena noticia para el mundo”.
- “Hay varias informaciones que me mencionan sobre una serie de actividades, pero sobre todo hay una que es la prueba de irresponsabilidad con que se maneja esa información y que es una particular infamia: la que me señala a mí como autor de un atentado que hubo en Buenos Aires el 4, 5 de julio del ’75, exactamente cuando yo llevaba más de una semana detenido, incomunicado. Desde el punto de vista personal, parece una tomadura de pelo de mal gusto. En esos días yo era víctima de la violación de los más elementales derechos humanos y atribuírseme semejante cosa es una infamia y una canallada. Cualquiera sabe cuál fue la fecha de mi detención. Es pública y está en todos los diarios. Haber utilizado esa información que acá fue divulgada por círculos ligados a la dictadura militar, y manejarla, me parece también una muestra de falta de profesionalismo con la que se han manejado estas cosas nada menos que por la principal potencia económica y militar del mundo.”
- “Habrá algunas consecuencias inmediatas evidentes, como la pérdida de confianza en una de las herramientas esenciales de la diplomacia que ha sido la discreción y la reserva. Eso quizás va a afectar en el futuro las formas en que se desarrollen las relaciones diplomáticas.”
A diferencia de los primeros momentos, los integrantes del pool de diarios beneficiados por Wikileaks, entre ellos El País, socio del grupo norteamericano de adquisiciones Liberty, comienzan a tener destellos de mayor profesionalismo.
Soledad Gallego-Díaz, corresponsal en Buenos Aires, respondió ayer a un chat abierto.
El lector “Manolo” preguntó sobre el tema remanido de la salud mental de Cristina. Contestó la corresponsal: “El telegrama de la Secretaría de Estado en el que se piden datos sobre la salud mental, los métodos de trabajo y la capacidad para manejar el estrés de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner forman parte del deseo de elaborar un perfil psicológico de la presidenta argentina y no creo que respondan a ningún hecho concreto relacionado con Cristina Fernández sino a unos ‘protocolos’ utilizados por los diplomáticos norteamericanos a la hora de elaborar esos perfiles. No creo tampoco que tengan nada que ver con rumores o sopechas publicadas en la prensa local. No se trata de un telegrama enviado por la embajada sino remitido por la propia Secretaría de Estado, que no conoce, seguramente, esas publicaciones locales y que actúa según sus propios protocolos y sistemas de trabajo”.
Si buena parte de los cables filtrados en el mundo trata sobre bombas nucleares y posibilidad de ataques misilísticos y aquí no pasan de chismes o pedidos de chismes, el resultado no es tan malo. Husmear es menos heroico que una guerra. Pero las tonterías no matan.
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