EL PAíS › OPINION

Yeneral Brinzoni y los dinosaurios

Por Ernesto López *

El acceso de Ricardo Brinzoni a la Jefatura del Estado Mayor del Ejército de la mano de la Alianza abrió en su momento –diciembre de 1999– cierta expectativa. A diferencia de lo ocurrido en la Armada y en la Fuerza Aérea, cuyos respectivos “números 3” escalafonarios fueron promovidos al cargo superior ocasionando el pase a retiro solamente de los jefes y subjefes respectivos, obviamente vinculados al gobierno saliente, en Ejército debieron pasar a retiro 6 generales de división, además de los anteriores jefe y subjefe, para que aquél alcanzase la máxima posición. Toda esta movida, que dejó en el camino a un candidato más meritorio que Brinzoni, así como por lo menos a dos de perfil más que dudoso, pareció tener como objetivo darle continuidad a una renovación que venía impulsada desde 1992 y que aspiraba a la sustitución del “viejo” Ejército” por el “nuevo”. Entre el jefe saliente, general Balza, y el entrante parecía haber un cúmulo de afinidades. Había una identidad de arma –ambos son artilleros– y se suponía que existía, también, cierta coincidencia ideológica. Lo que llevaba a suponer que Brinzoni le daría continuidad a la “doctrina Balza” (contenida en su conocida autocrítica) y a los lineamientos de conducción institucional y profesional instaurados por su predecesor.
Como se sabe, aquella expectativa fue completamente defraudada. Yeneral Brinzoni se comportó prácticamente como un anti Balza. Les abrió las puertas a los dinosaurios del Foro de Generales Retirados, un reducto filoprocesista que encarna la más rancia reacción antirrenovadora en el Ejército, al tiempo que procuró una reivindicación histórica de lo actuado por el Ejército durante el terrorismo de Estado, abogando por una completamente banal “verdad completa”. No contento con esto, embistió en más de una ocasión contra las leyes de Defensa Nacional y Seguridad Interior –que su antecesor respetó celosamente– en procura de involucrar al Ejército en actividades de seguridad interior y de inteligencia prohibidas por aquellos instrumentos legales. Contra la decisión alcanzada en tiempos de Balza de abolir la conscripción y pasar a un ejército de voluntarios, preconizó, en los últimos tiempos, un retorno al servicio militar obligatorio. Como si esto no fuera suficiente, a diferencia de la tolerancia, el pluralismo y la convicción democrática de su antecesor, exaltó a dictadores y genocidas, presionó a la Justicia para que se cerraran procesos judiciales contra militares acusados de delitos de lesa humanidad; se hizo representar por un abogado neonazi en un reclamo de hábeas data a favor de un numeroso grupo de oficiales, frente a organismos de derechos humanos; y agredió gratuitamente a Héctor Timerman en particular, quien le hizo notar las barbaridades que el Ejército había cometido contra su padre y, en general, a toda la comunidad judía que consideró –con razón– agraviante su literaria pero iletrada respuesta. A raíz de este episodio, la actuación de Brinzoni fue calificada de antisemita, discriminatoria y ofensiva por un dictamen del Instituto Nacional contra la Discriminación, que le solicitó al ministro Jaunarena que lo hiciera constar en su legajo.
Esta suma de desatinos y dislates, que hace recordar a un personaje del entrañable Alberto Olmedo, ha generado un amplio movimiento de opinión que exige hoy la renuncia del voluble uniformado. Si ésta –como es de esperar– no se produjese, podría solicitarse colectivamente un Tribunal de Honor para el yeneral, al amparo de lo dispuesto por la Ley Orgánica de las FF.AA. (Nº 19.101) y el Reglamento de Tribunales de Honor establecido por el decreto 1287/91, que reconoce, entre otras transgresiones, las siguientes: “1) Faltar a la palabra o a las normas que el honor impone. 2) Observar conducta equívoca o que deje dudas acerca de la honorabilidad que corresponde a un oficial... 13) Realizar actividades de las que resulte desdoro para su persona o prestigio para las Fuerzas Armadas”. Como serecordará, este recurso prosperó en el pasado contra Bussi y contra Cabanillas, junto a quienes sería apropiado que figurase Brinzoni.

* Sociólogo.

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