EL PAíS
› MOLINE O’CONNOR Y NAZARENO SE QUEJARON POR LAS CRITICAS CONTRA LA CORTE SUPREMA
“Nos quieren desplazar con la violencia”
Al día siguiente de que se iniciara el proceso de juicio político contra la Corte Suprema, el presidente y el vicepresidente del tribunal declararon ante la BBC de Londres que el poder político no los protegió. Denunciaron amenazas. Advirtieron que no van a renunciar a fuerza de cacerolazos.
› Por Nora Veiras
“Esta crisis pone a prueba la fortaleza de las instituciones en Argentina, porque nos están tratando de desplazar por la violencia.” El vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Moliné O’Connor, hizo ese diagnóstico ante la BBC de Londres al analizar el proceso de juicio político que lo tiene en jaque junto a los otros ocho miembros del alto tribunal. Una valoración temeraria en un escenario internacional donde la Argentina es mirada con alarma y el día que en Venezuela se desmadró el conflicto social. Más moderado, el presidente del cuerpo, Julio Nazareno, adelantó que la “Corte no tiene intención de cuestionar el juicio político porque estima que éste es el único remedio constitucional”. Así, dos de los cinco integrantes de la mayoría automática ideada por el menemismo para legitimar sus andanzas, encubiertas en actos de gobierno, aseguraron que no van a dar un paso al costado. “Aunque nos llenen una plaza de gente gritando con una cacerola, no vamos a renunciar”, desafió Moliné O’Connor. El nerviosismo de los supremos tiene motivos: en Diputados avanzó ayer el proceso de acusación contra el desprestigiado tribunal y ninguno se atreve a pronosticar el desenlace de la crisis institucional planteada a partir del fallo que declaró la inconstitucionalidad del corralito.
Desde que la renuncia de Fernando de la Rúa le demostró a la gente que la protesta podía modificar el statu quo, el reclamo de recambio del máximo tribunal empezó a crecer en cada cacerolazo. El viernes pasado, el ministro Guillermo López, el hombre que aterrizó en la Corte de la mano de Carlos Corach en 1993, llegó al cuarto piso del Palacio de Tribunales dispuesto a patear el tablero:
–Tengo buena información de que el gobierno nos quiere renunciar esta noche, tenemos que sacar el fallo contra el corralito. Es Duhalde o nosotros.
–Si es así, tenemos la solución Belluscio –le retrucó Enrique Petracchi.
–¿Y yo qué dije ahora? –preguntó Augusto Belluscio.
–Se acuerda cuando Menem le pidió la renuncia por los medios y usted les dijo a los periodistas “que renuncie él” –completó Petracchi. Belluscio superó un proceso de juicio político por el confuso episodio en el que apareció muerta su ex socia en un hotel de París y sigue siendo ministro de la Corte. Llegó al tribunal con el respaldo del radicalismo pero a lo largo de los años terminó votando a favor de la libertad de Emir Yoma y por elevación de Carlos Menem en la causa por la venta ilegal de armas. Petracchi, Gustavo Bossert y Belluscio, le cuestionaron a López la urgencia en sacar un fallo de alto impacto político y la falta de tiempo para elaborar sus votos en disidencia. Entonces tomó la posta “el amigo de hace muchos años” de Menem, Adolfo Vázquez.
–Si quieren pueden renunciar –los desafió el abogado que en 1995 al recalar en el máximo tribunal confesó que su candidatura había sido impulsada por Menem porque “no va a poner (en la Corte) a una persona que no esté de acuerdo con él”. Vázquez apela ahora al mismo desparpajo para aferrarse a su sillón y repetir que no lo van a sacar ni con el Ejército.
El fallo que avaló el reclamo de un ahorrista correntino abrió la puerta para que se tengan que devolver los depósitos y casi hace colapsar al gobierno duhaldista. Nazareno, Moliné O’Connor, Vázquez, López y Antonio Boggiano fundaron su voto en el derecho a la propiedad del depositante. Apenas un mes antes, el 28 de diciembre, esos mismos ministros habían obligado a varios ahorristas a devolver el dinero recuperado por medio de fallos de primera instancia. En ese caso se escudaron en la emergencia económica. Carlos Fayt también se pronunció en contra del corralito pero con sus propios fundamentos. Entre quienes se abstuvieron (Belluscio, Petracchi y Bossert) primaba el criterio de hacer lugar al planteo particular y, al mismo tiempo, emplazar al Congreso para que llene elvacío legal que supone la no consideración de casos especiales como el de la gente que tiene depositadas sus indemnizaciones o de aquella que lo necesita por razones de fuerza mayor. La discrepancia se originó en que un fallo que habilitara la devolución de los 65 mil millones depositados es de “cumplimiento imposible” porque ningún sistema financiero puede responder a esa demanda que significa su autodestrucción en medio de una crisis de confianza.
Junto con el riojano Julio Nazareno, ex socio del estudio de Carlos y Eduardo Menem en La Rioja, Vázquez expresa el menemismo puro. Ellos dos y Moliné O’ Connor analizan el derrotero del juicio político como emergente de la interna entre el presidente Eduardo Duhalde y el titular del Partido Justicialista, Carlos Menem. Se ven a sí mismos como víctimas de esa puja después de los “grandes servicios” prestados durante el menemato. Entre esos servicios figuran el rebalanceo telefónico, la venta ilegal de armas y la nula investigación sobre el atentado a la Embajada de Israel.
Escraches
Moliné O’Connor forma parte del grupo de cinco jueces que le garantizaron a Menem la legalidad de sus actos de gobierno. En los pasillos de tribunales es conocido no sólo por ser el cuñado del ex titular de la SIDE y operador del menemismo judicial, Hugo Anzorreguy, sino también por su afición al tenis y sus permanentes viajes al exterior para disfrutar de los torneos del Grand Slam. Ayer tuvo que acatar un planteo humillante: la empresa que gerencia a la Asociación Argentina de Tenis, L’Egalité –que preside Fernando Marín– le pidió que no asistiera al partido de Copa Davis. No querían que el espíritu del cacerolazo antijudicial desvirtuara la fiesta del retorno de Argentina a la primera del tenis.
El repudio social tiene a mal traer a los supremos más allá de los favores realizados al menemismo. Nazareno y Vázquez sufrieron escraches al frente de sus casas. Un hermano de Belluscio fue insultado y Petracchi, quien junto con Bossert es uno de los menos cuestionados por sus fallos, sufre más de un sobresalto cada vez que atiende el teléfono y le gritan que renuncie. Bossert, especialista en derecho de familia, llegó a la Corte con el guiño de Raúl Alfonsín y desde que estalló el escándalo de la causa armas le venía insistiendo a Petracchi, otro hombre de buena llegada con el radicalismo, con la necesidad de renunciar. Ahora Bossert está cada vez más convencido de que ése será su final mientras que Petracchi que se resistía a esa alternativa la empezó a evaluar.
Antonio Boggiano tiene más que estrechos contactos con la Iglesia Católica. Definió como estrategia reservarse el último voto para definir los fallos cruciales y así acrecentó su poder de negociación. Está dispuesto a renunciar siempre que le aseguren una vacante en un tribunal internacional. Fayt tiene 76 años y está más cerca de la jubilación que de cualquier otra especulación. En rigor, el retiro lo empezaron a tramitar también López, Belluscio, Vázquez, Nazareno, Petracchi y Bossert pero como atajo para asegurarse los casi 12 mil pesos de remuneración antes que como salida institucional. Nazareno dicen que se siente golpeado mientras que Vázquez optó por una actitud desafiante.
El clima está cada vez más enrarecido en la Corte. Ni los que quieren seguir ni los que se quieren ir se atreven a hacer pronósticos sobre su futuro inmediato. En ese escenario, las declaraciones de Moliné O’Connor y Nazareno a la BBC de Londres sonaron como un nuevo desafío al gobierno y a la gente que no se cansa de pedir la cabeza del Poder Judicial. “Sentimos que no hubo protección del poder político a los miembros de la Corte”, se quejó Moliné O’Connor. Nazareno criticó directamente a Duhalde y señaló: “Dicen que trabamos el plan económico del gobierno y yo creo que no ¿No sé qué hubiera pasado si al contrario, la Corte hubiera avalado este corralito?”. Los dos ministros se defendieron ante la prensa británica aduciendo que varios juristas y el ex secretario para AsuntosInternacionales de Estados Unidos, Willliam Rogers destacaron la corrección de sus fallos.
La pulseada con el poder político está planteada a todo o nada. El descrédito de la Corte llegó a un punto en que las críticas igualan a la mayoría automática con los disidentes y el descontento social no deja margen.
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