Jue 25.08.2011

EL PAíS  › OPINIóN

Evita y la economía tienen código

› Por Martín Granovsky

El mural aplicado de Evita tiene su código Da Vinci. En el rodete figuran los números 20 y 25, por la hora de la noche en que Eva Perón murió, el 26 de julio de 1952.

Cristina Fernández de Kirchner dejó inaugurado ayer el mural en una videoconferencia de la que participaron, junto a viejos peronistas, los cancilleres de Unasur, los de América latina en general y los ministros o viceministros de la región Asia-Pacífico. Como el mural, esa mezcolanza en la Casa Rosada también tiene su código en números. Entre 1990 y 2010, las exportaciones de Asia-Pacífico a América latina-Caribe crecieron un 17 por ciento. El doble de la cifra mundial en el mismo período. Y las exportaciones de América latina-Caribe rumbo a Asia-Pacífico crecieron un 14 por ciento. El intercambio ocupa sólo el 13 por ciento del volumen mundial de comercio, pero un documento de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) registra como clave “un rápido crecimiento”.

Los cancilleres de Unasur (ver aparte) les pusieron fecha a las conclusiones de las tres comisiones que deben sugerir a los gobiernos medidas para que la crisis en Europa y los Estados Unidos afecte lo menos posible a la región. Será en menos de dos meses, el 12 de octubre, pero ya están trazadas las líneas maestras. El acuerdo que viene avanzando consiste en aumentar el comercio entre los vecinos de Unasur, pasar lo menos posible por el dólar como moneda de intercambio y apurar el análisis de la constitución de un Banco del Sur, un tema que según funcionarios latinoamericanos ahora Brasil parece más dispuesto a facilitar que un mes atrás.

El ministro Héctor Timerman fue anfitrión de sus colegas de Unasur. También comenzó a serlo y continuará siéndolo de la Fealac, la reunión de 34 países emergentes que incluye a Brasil y China, es decir dos de los cinco Brics (la erre es de Rusia, la i de India y la ese de Sudáfrica).

Como representantes de las dos zonas menos afectadas por la crisis mundial y con la presencia de ocho del total de miembros del G-20, los funcionarios comenzaron a discutir no sólo de comercio sino de poder. La palabra de moda es gobernanza. No es el gobierno del mundo propiamente dicho (no existe), sino la constelación de instituciones, formas y articulaciones.

“Es evidente que los Estados Unidos siguen siendo la superpotencia que asoma por encima del resto, y que Alemania es poderosa”, dijo uno de los participantes a este diario. “Pero Asia-Pacífico y Latinoamérica, especialmente Sudamérica, deben pensar en cómo traducen la realidad actual, la realidad de una crisis que los afecta menos, la realidad de su condición de motores de la economía mundial, en propuestas para cambiar el modo en que funciona el Fondo Monetario Internacional o para reformar la Organización de las Naciones Unidas.”

Salvo China, que no sufrió las crisis, el resto ya tuvo las suyas. El sudeste asiático, la de 1997. América latina, la crisis del Tequila, la crisis brasileña y la hecatombe argentina de 2001. Es como si asiáticos y latinoamericanos dijeran hoy: “Nadie minimiza lo que pasa en el mundo, porque además no es bueno, pero a la vez nosotros hablamos como expertos en burbujas después de haber sufrido su explosión”. Ninguna de las dos regiones experimenta problemas fiscales o financieros propios.

“En general las dos áreas avanzamos en la solución de la pobreza, pero Asia-Pacífico avanzó más en la superación de la de-sigualdad”, dijo anoche a Página/12 Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal. En alusión al índice de Gini, que mide la desigualdad, Bárcena dijo que los países asiáticos más desiguales, Camboya y Filipinas, están cerca de los sudamericanos menos desiguales, que son Uruguay, Venezuela y la Argentina. “Otro de los temas a analizar es la productividad”, dijo Bárcena. “El factor de productividad en Asia resultó mejor que en América latina. Eso tenemos que resolverlo. Somos una región con más espacio fiscal, con más espacio social que antes, dispuesta a producir y a consumir mejor. Debemos ser más productivos y tener un mayor rendimiento.”

También destacó que la región Asia-Pacífico “controla el 57 por ciento de las reservas globales”.

Como los cancilleres aprovechan los dos foros para reuniones bilaterales, la Argentina se lleva un apoyo chino en dos temas que para el Gobierno tienen gran importancia: el respaldo a los mecanismos de control de lavado de dinero y la confirmación de la coincidencia de Beijing en el reclamo de soberanía por las Malvinas.

Cuestión de códigos.

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