EL PAíS
Irak no se recompuso de los bombardeos del ‘91
Jorge Ceballos, integrante del movimiento piquetero Barrios de Pie, estuvo en 2001 en Bagdad y todavía guarda la impresión por la masacre de criaturas que habían provocado las bombas de la OTAN.
Por Martín Piqué
En mayo de 2001, un piquetero argentino viajó a Irak junto a una delegación de una ONG española, comité estatal en solidaridad con Irak, que llevó a Bagdad útiles escolares y medicinas. El abogado Jorge Ceballos, del movimiento Barrios de Pie, se encontró con una ciudad inquieta y llena de ferias callejeras. Todavía se veían edificios semidestruidos, y los iraquíes intentaban recuperarse de la “Tormenta del Desierto”, que había ocurrido diez años atrás. Ceballos se hospedó en el hotel Meliá Al Mansur, sobre la ribera del río Tigris, se entrevistó con funcionarios del gobierno iraquí y participó de la “conferencia de Bagdad”, uno de los primeros intentos de Saddam Hussein por vencer el aislamiento internacional. A casi dos años de su visita a Irak, y cuando las bombas ya están por caer en Bagdad, Ceballos considera que la sociedad argentina reconoce que “el agresor es Estados Unidos”. “Washington propone un mundo parecido al Imperio Romano, donde ya no todos tengan voz y voto”, opina el líder piquetero en una entrevista con Página/12.
“Tuve la oportunidad de ver ese refugio civil de Al Almiriya, en Bagdad. Los norteamericanos tiraron allí dos misiles, uno perforante y otro incendiario. La primera bomba dejó incrustadas en la pared las imágenes de los golpes de los cuerpos. En la pared todavía están marcados los impactos de las personas que estaban refugiadas ahí. Por ejemplo, se ve el contorno de una madre amamantando a su hijo. De 400 personas, la mayoría niños, sobrevivieron solamente dos”, recuerda Ceballos con indignación.
–¿Qué fue lo que más le impactó en su visita a Bagdad?
–Me impresionó mucho la situación de los chicos en los hospitales, los chicos enfermos, muchos de los cuales tienen malformaciones producto de la radioactividad de las armas utilizadas por la OTAN en la guerra. He visitado un hospital, el Hospital Materno-Infantil de Bagdad, que era uno de los hospitales de avanzada por la tecnología que tenía. Yo he tenido entrevistas con los médicos ahí en Bagdad, que planteaban este problema que no podían importar insumos fundamentales. Y muchos chicos se morían por eso, muchos chicos que habían quedado con malformaciones que les produjo la guerra. Y eso que no eran chicos de familias con problemas económicos, pero cómo no se podía importar no podían ser bien atendidos.
–¿Pudo comprobar cuáles fueron los efectos de las sanciones y el embargo?
–Los embargos desde 1990 causaron un millón y medio de muertes. En 1995 se deciden lo que se llaman “sanciones inteligentes”. Así, Irak podía vender una determinada cantidad de petróleo a cambio de alimentos. Pero este dinero no lo manejaba Irak, sino que iba a parar al Banco de París en Nueva York. De ese total un tercio se dedicó al pago de indemnizaciones de la guerra a las empresas kuwaitíes, la mayoría de capital estadounidense. Otro tercio se utilizaba para pagar los gastos administrativos de los inspectores de la ONU. Como decían los iraquíes: “Les pagamos a nuestros propios espías”. En 1999 y 2000, dos inspectores de la ONU renunciaron cuando vieron los efectos de las sanciones y el embargo a Irak. Se condenó al hambre, a la miseria, a volver a la edad de piedra a todo un pueblo.
–Para usted, ¿el gobierno de Saddam es un gobierno de izquierda?
–Es un gobierno nacionalista, pero es difícil decir que es de izquierda.
–Y autoritario...
–Es un gobierno nacionalista que defiende su país, la soberanía de su país. Ha mantenido el principal recurso del país, que es el petróleo, en manos del Estado. No hay que ver con ojos y cultura occidental lo que es la cultura del lugar. Aunque, claro, yo no digo que adoptaría el modelo político iraquí para la Argentina. Pero es más avanzado que el modelo autoritario saudí, para el cual nunca hay observaciones de ningún tipo porque es aliado de Estados Unidos. Por supuesto no dejo de observar cierto culto del personalismo que es contrario a nuestra idiosincrasia. Algunas restricciones a la libertad hay que evaluarlas en el marco de un país que hace 12 años está bajo amenaza de agresión.
–¿Cuál cree que es la opinión que hay de Irak en la sociedad argentina? –Es tan ostensible la política de los Estados Unidos, tan agresiva hacia Latinoamérica, Venezuela en particular. Ya no respeta ni siquiera un organismo como la ONU que era manejado por ellos, con poder de veto. Es un organismo en el que algunos tienen una condición de privilegio, como Estados Unidos. Ya ni respetan eso. La sociedad argentina ya no tiene tantos prejuicios con Irak. Sabe que el agresor es Estados Unidos y que le interesa el petróleo y un nuevo orden de sometimiento al resto del mundo.
–¿Qué interés tienen los piqueteros por lo que está sucediendo en Irak?
–En los compañeros hay mucho interés. Porque el movimiento piquetero es muy informado y muy politizado porque es protagonista constante de hechos en la Argentina. Preguntan porque saben que lo que ocurre allí repercutirá acá. Tal vez preguntan sin precisión, pero hay una percepción muy clara de que nada bueno va a salir de esa guerra. Que el pueblo iraquí sufrirá y que el triunfo de los Estados Unidos no es para bien de nosotros.
–¿Qué impresión se llevó de los iraquíes en Bagdad?
–Me sorprendió que la gente es muy abierta y respetuosa con los extranjeros. Durante la conferencia de Bagdad conocí al titular de la confederación de trabajadores, la CGT iraquí, y también estuve con el canciller Tarek Aziz, que siempre viste uniforme militar y nos sorprendió por su humildad. Parecía un tipo acostumbrado a tratar con la gente más humilde. Charlando con él comprobamos que el sistema de asistencia alimentaria en Irak funciona muy bien. Los mismos funcionarios de la ONU reconocieron que el reparto de alimentos se realiza con mucha eficiencia, y que sin ese recurso Saddam no podría haberse mantenido en el poder desde el fin de la guerra del ‘91.
–¿Cuál fue la sorpresa más grande que se llevó en Irak?
–Lo que más me sorprendió era ver a los chicos y los jóvenes, a la noche, jugando descalzos al fútbol sobre las calles y en las veredas. Se veían remeras de clubes italianos como la Fiorentina y el Inter con los nombres de Batistuta y Ronaldo. Se veía a chicos muy flacos, y los funcionarios del gobierno iraquí nos reconocieron que hay bastantes chicos desnutridos. En especial luego de la guerra del ‘91.