EL PAíS › LEONARDO FOSSATI, NIETO RECUPERADO, DECLARó EN EL JUICIO CONTRA ETCHECOLATZ Y RELATó SU PROPIO PARTO
Relató que nació en la Comisaría V de La Plata y que supo los detalles por la ex detenida Adriana Calvo, que murió el año pasado. “Las personas que la tenían secuestrada insultaban y torturaban a mi mamá mientras yo nacía”, describió.
› Por Alejandra Dandan
Varias veces dijo que está bien todo lo que se hizo, pero todavía falta. Que si un día él mismo no hubiese tenido dudas sobre su identidad, a lo mejor nunca hubiese sabido que sus padres están desaparecidos. “Es importante para mí decir esto –les dijo Leonardo Fossati a los integrantes del Tribunal Oral 1 de La Plata–. Mis viejos continúan desaparecidos, a mis abuelos les robaron la vida, a mí me robaron la identidad y a mi hijo también: son cuatro generaciones que sufrieron de forma directa.”
Leonardo declaró en La Plata en el juicio por el Circuito Camps, como lo había hecho en abril en las audiencias del plan sistemático de robo de bebés. Pero ayer, cuando habló, de alguna manera, era otro. Después de la declaración de abril, el tribunal del plan sistemático le pidió que los acompañara en una inspección ocular a la Comisaría V de La Plata, el mismo lugar, la misma cocina, donde había empezado su historia. “Todavía no entiendo cómo este centro de detención donde desaparecieron mis viejos, me robaron a mí y a otra beba sigue funcionando como comisaría. A mí me tocó conocerlo en circunstancias del juicio del plan sistemático porque tuve que ver el lugar donde yo nací, donde desapareció muchísima gente. ¿Que esté a dos metros del lugar donde vecinos de La Plata vayan a hacer las denuncias y a buscar un lugar donde confiar? ¿En el mismo lugar donde secuestraron, torturaron y desaparecieron a sus propios vecinos?”
Leonardo es una de las 281 víctimas del juicio a parte de la patota de la Bonaerense. Entre ellas hubo once mujeres embarazadas, tres niños nacidos en cautiverio y cuatro secuestrados con sus padres. Leonardo es uno de ellos. Los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo guiaron las preguntas. Intentaron situar el nacimiento en el contexto de la comisaría, que es uno de los ámbitos sobre los que se buscan pruebas en este debate. La vida de Leonardo, aquella que empezó cuando salió de ahí, con la intervención de una partera y una familia que se supone que lo crió de buena fe forman parte de otro expediente, en una causa paralela.
“Nací el 12 de marzo de 1977 en la cocina de la comisaría, donde estaba mi mamá, atada de pies y de manos –dijo él–. La habían trasladado para dar a luz, las personas que la tenían secuestrada la insultaban y la torturaban mientras yo nacía. En esas circunstancias nací y esto lo sé gracias a diferentes testimonios, como por ejemplo el de Adriana Calvo, que me lo contó de forma personal, y tuve la posibilidad de leerlo en diferentes testimonios.”
Leonardo, sus anteojos y la nuca pegada al pelotón de represores sentado a sus espaldas. Miguel Etchecolatz se paró en algún momento, ejerciendo ese poder de centro que convierte sus movimientos más leves en blanco de las cámaras.
“Adriana Calvo ayudó a mi mamá en todo el trabajo de parto. Cuando empezó con contracciones fue Adriana la que la ayudó y llamó a los guardias, por decirles de alguna manera, y fue ella la que me contó después del parto que yo estuve uno o dos días con mi mamá en esa celda hasta que una de las personas entró diciendo que el coronel me quería conocer. Me sacó de los brazos de mi mamá y nunca se supo más nada de mí.”
A sus padres, Beatriz Inés Ortega y Rubén Leonardo Fossati, los secuestraron el 21 de enero de 1977 en Quilmes. Beatriz estaba embarazada de siete meses, era militante de la UES. Rubén militaba en la JUP. Antes de llevarlo a la Comisaría V, pasó por el Pozo de Arana. En 2004, Leonardo se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo. El 11 de agosto de 2005 el juez Arnoldo Corazza le dio el nombre de sus padres.
“Cuando conocí toda esta historia mi hijo ya tenía ocho años y nos tocó a los dos transitar por este camino, el cual fue muy duro, porque en mi caso particularmente yo busqué mi historia. Yo me acerqué a las Abuelas con dudas y yo tenía expectativas de poder encontrar la verdad, más allá de que uno nunca está preparado para enterarse de que sus padres están desaparecidos y que fueron torturados, yo era consciente de que me podía encontrar con eso, pero en el caso de mi hijo con ocho años... fue una situación muy dura...mientras fue pasando el tiempo le pude contar por qué nos tocaba recién a esta altura de la vida conocer a nuestra verdadera familia.” La idea de una familia más amplia que la nuclear es a la que inscribió en la trayectoria de los efectos de los campos: tiene tía materna, dijo, tiene tía paterna, primos y abuelos maternos. Pero les dijo a los jueces que no tiene a sus abuelos paternos porque “fallecieron a causa de estos hechos”. Al abuelo se le disparó una leucemia con el secuestro de su hijo y a su mujer un accidente cerebrovascular que la dejó postrada en silla de ruedas durante tres años, antes de la muerte. “Así que les agradezco la oportunidad –les dijo a los jueces– y les pido que continuemos este camino.”
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