EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER ENCABEZó UN ACTO EN GUALEGUAYCHú EN EL QUE SE REFIRIó A LAS REVELACIONES DE TABARé VáZQUEZ SOBRE UNA POSIBLE GUERRA
La Presidenta mandó mensajes hacia Uruguay luego del episodio Tabaré. Reivindicó la vocación institucionalista de Néstor Kirchner. También sostuvo que el país está “mejor preparado que nunca” para afrontar una crisis.
› Por Nicolás Lantos
“Los argentinos somos hombres y mujeres de paz.” Con esas palabras, Cristina Kirchner le respondió ayer al ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez, que una semana antes había confesado –ante un grupo de alumnos de una escuela secundaria– que durante el conflicto por la instalación de plantas pasteras en la localidad de Fray Bentos llegó a evaluar una hipótesis bélica entre los dos países y, en consecuencia, le pidió ayuda al entonces mandatario de los Estados Unidos, George Bush. La Presidenta habló desde Gualeguaychú, que fue el epicentro de dos protestas que marcaron al gobierno de CFK y al de Néstor Kirchner: primero, contra las papeleras, por el que sus habitantes mantuvieron cortado el puente internacional San Martín por casi tres años y medio; y luego, el desatado por la resolución 125. Ayer, en la visita de Cristina Kirchner a la ciudad de los Carnavales, unas veinte mil personas se movilizaron para darle su apoyo en los comicios del próximo domingo.
“Al presidente José Mujica, a su esposa Lucía y a todos los uruguayos les digo que tengan la tranquilidad de que nadie puede confundir a esta Presidenta y mucho menos a los argentinos, que somos hombres y mujeres de paz”, sostuvo CFK en el discurso que dio en el marco del aniversario número 228 de la fundación de Gualeguaychú. La Presidenta aprovechó el episodio para reivindicar la figura de Néstor Kirchner en comparación con la de Vázquez. A su esposo, dijo, “algunos medios siempre lo trataron y quisieron construir de él una imagen como si fuera una persona destemplada”, pese a que –añadió– “siempre confió en el derecho y en América del Sur para resolver pacíficamente sus conflictos y superar esta situación con los queridos hermanos del Uruguay”. Sin nombrar a quien gobernara el país vecino durante el mandato de Kirchner, dejó caer la comparación: “Miren lo que pasa al cabo de la historia, cuando uno viene a enterarse de algunas cosas, ¿no?”.
Sus dichos hacen referencia a las insólitas revelaciones de Tabaré Vázquez de la semana pasada, cuando contó que en 2006 se reunió con los jefes militares de su país para evaluar un posible escenario de conflicto bélico con Argentina por las papeleras. Para más, añadió que entonces acudió en pedido de apoyo a la secretaria de Estado Condoleezza Rice y a Bush. Según su interpretación, recién pudo aplacar al gobierno argentino cuando Bush dijo que Uruguay era un país socio y amigo de Estados Unidos. Como consecuencia del revuelo que se generó, Tabaré anunció que se retiraba de la actividad política.
Como para marcar el contraste, Cristina Kirchner recordó ayer que mientras Vázquez llamaba a Washington, Kirchner anunció “que Argentina iba a hacer honor a su compromiso, a los tratados internacionales y a su tradición de país pacífico, y anunció que enviaría la causa a La Haya para que el derecho internacional, que es lo único que debe regir entre todos los países del mundo, encaminara la situación”.
La relación entre ambos países se enderezó con el recambio presidencial: el nuevo mandatario uruguayo, José Mujica, mantiene una muy buena relación con su par argentina y junto al fallo de La Haya han logrado normalizar la situación. Más aún, se ha avanzado en temas largamente postergados, como el dragado de los ríos en común o la reapertura de un tren que une a los dos países después de más de tres décadas. “Uruguay tiene que estar necesariamente bien con los vecinos, porque los países no se mudan y de los vecinos se precisa a veces más que de los familiares”, sostuvo Mujica el lunes desde Alemania, donde se encuentra de gira. De todas formas, no todos están ciento por ciento conformes: la Asamblea Vecinal Ambientalista de Gualeguaychú le acercó ayer un petitorio a Cristina expresando su desacuerdo con los arreglos alcanzados e insistiendo en la relocalización de la planta de la ex Botnia (ver aparte).
La Presidenta compartió escenario con el gobernador Sergio Urribarri –quien el domingo buscará su reelección– y con el intendente Juan José Bahillo. Por videoconferencia se comunicaron con una planta incubadora en Gualeguaychú y con la localidad santiagueña de La Banda.
Un grupo de dirigentes de la Federación Agraria, encabezados por Alfredo De Angeli, habían anticipado su voluntad de tener una audiencia y darle un escrito a la Presidenta. Según el propio De Angeli comentó después, el gobernador Urribarri les prometió gestionar una audiencia para los próximos días, por lo que el operativo de acercamiento para ayer quedó desactivado y no se pudo repetir aquella escena de la visita de CFK a Gualeguaychú de 2008, cuando De Angeli montó un show.
De todas formas, el escenario ahora es otro. Tres años y medio más tarde, la relación entre el Gobierno y estos sectores cambió. La clave, sostuvo la Presidenta ayer, es “entender que un presidente debe gobernar para cuarenta millones de argentinos y articular los intereses de todos”, por lo que le pidió a las sectoriales que asuman “el compromiso de superar debates estériles”, uno de los puntos sobre los que ha vuelto a lo largo de toda la campaña.
“La clave fue que en 200 años, quienes más tenían no habían entendido que era necesario generar un proyecto político que involucrara a los que menos tenían –explicó–. Eso ha sido lo que ha causado mayores divisiones. Por eso tenemos que entender la responsabilidad que tenemos todos los dirigentes de generar fuentes de entendimiento, para debatir los problemas con propuestas factibles.”
Gracias a comprender esto, concluyó, “hoy se puede decir a los argentinos que en un mundo que se derrumba estrepitosamente e insiste en aplicar las mismas recetas que nos aplicaron a nosotros y nos llevaron a la implosión en el 2001, que estamos mejor preparados que nunca para enfrentar un mundo difícil, complejo y de crisis”. Y terminó su discurso con una pregunta hipotética (“¿Qué nos pasaría si este nivel de crisis mundial nos hubiera agarrado en la situación que estábamos en 2003 o durante los noventa?”), y con un consejo a los países del Hemisferio Norte que ahora están enfrentando la crisis: “Cambien de médico, cambien de remedio”.
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