Lunes, 23 de enero de 2012 | Hoy
EL PAíS › UN EXPERTO BRITáNICO EN DEFENSA ANALIZA LA POSTURA DEL REINO UNIDO SOBRE MALVINAS
Peter Lee, del Kings College de Londres, asegura que la disputa diplomática con Argentina “es muy conveniente” para el gobierno británico, en una situación de crisis económica. “Para un primer ministro renunciar a la soberanía sería un suicidio político”, dice.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
En medio de una fuerte crisis económica y con el fantasma de una nueva recesión a la vista, el primer ministro David Cameron y su gobierno se han aferrado al tema Malvinas. En las preguntas al primer ministro en el Parlamento, la semana pasada, el líder de la oposición Ed Milliband atacó al gobierno por las nuevas cifras de desempleo. “Estamos de nuevo en los ’80”, dijo el líder laborista. Como si hubiera una secreta sintonía de las cosas, Cameron le contestó hablando de las Malvinas y la postura argentina. Peter Lee, especialista de temas de defensa del Kings College de Londres, dialogó con Página/12 sobre esta nueva escalada diplomática.
–En el Parlamento, Cameron habló de reforzar militarmente la seguridad en torno de las Islas Malvinas. ¿Alguien cree realmente en el Reino Unido que Argentina constituye una amenaza militar o es todo una postura política de cara a la opinión pública y la crisis económica?
–La disputa es muy conveniente para distraer la atención de problemas internos, como el aumento del desempleo y la caída del nivel de vida. Es cierto también que para un primer ministro británico renunciar a la soberanía de las Falklands sería equivalente a un suicidio político por el costo en vidas y dinero que exigió la recuperación de las islas en 1982. Por su parte, si bien Argentina no está enfrentando problemas similares, tiene sus propias preocupaciones por la marcha de la economía. Si a esto se le suma el aniversario por los 30 años de la guerra, este tipo de voltaje retórico parece inevitable.
–A nivel público ningún político o gobierno se ha apartado de la posición tradicional británica sobre los deseos de los isleños. ¿Es diferente esta posición cuando hablan “off the record”?
–Yo creo que, respecto a la soberanía y la demanda de que los isleños determinen su propio futuro, David Cameron cree en lo que está diciendo. Es el líder del Partido Conservador que en 1982 decidió ir a la guerra con Argentina. En aquel momento, el Reino Unido consiguió reafirmar su lugar en el mundo en momentos de serias dificultades económicas y de una sostenida decadencia histórica como potencia colonial. En este sentido, los conservadores valoran mucho la protección de las islas.
–El Reino Unido siempre habla de su deseo de mantener relaciones normales con Argentina a pesar de las diferencias con el tema Malvinas. Anuncios como el entrenamiento militar que hará en las islas el príncipe Guillermo, heredero de la corona, parecen contradecir por completo esta presunta buena voluntad.
–El hecho de que el príncipe William vuele un helicóptero de rescate en las islas Falklands durante ocho semanas es totalmente irrelevante para los británicos. Está haciendo lo que muchos pilotos de su edad y experiencia tienen que hacer en la Fuerza Aérea Real. Dada su posición de futuro rey, nunca se le permitirá hacer esto en Afganistán.
–Se entiende, pero al mismo tiempo parece un poco insensible y arrogante que sea precisamente en Malvinas, sabiendo cuál va a ser la reacción del gobierno argentino. En última instancia están diciendo “no nos importa”.
–Es cierto. En el gobierno británico tiene que haber habido conciencia de este tema. En definitiva, tienen que haber dicho, bueno, esto es lo que queremos hacer y francamente no nos importa lo que piensen los argentinos al respecto.
–El apoyo del Mercosur y la Unasur a la posición argentina es un problema para la estrategia del gobierno de David Cameron de profundizar su presencia en los llamados mercados emergentes. China en Asia y Brasil en América latina son una prioridad dentro de esta estrategia. ¿Estos intereses en juego pueden modificar la posición británica?
–El Reino Unido está efectivamente intentando diversificar y profundizar sus contactos con otros mercados. La semana pasada alcanzó un importante acuerdo para las transacciones en moneda china en Londres. La visita de William Hague a Brasil es otra cara de esa estrategia. Creo que para que haya un cambio en la posición británica se necesitaría una acción económica coordinada del Mercosur y la Unasur. En esto Brasil tendrá que hacer su propio cálculo de costo-beneficio en la relación con Argentina, el Mercosur y el Reino Unido. Pero aun si hubiera una política coordinada, no creo que tuviera éxito y, además, a nivel comercial y económico, todos perderían. Lo que el Mercosur hizo hasta ahora fue la parte más fácil porque, en definitiva, el acuerdo de no permitir barcos de bandera de las Malvinas sólo afecta a muy pocos barcos que además pueden navegar con la bandera inglesa, de manera que fue una decisión más simbólica que sustantiva.
–Al mismo tiempo, poco después del acuerdo, el canciller William Hague les dijo a los parlamentarios británicos que habían tenido “discusiones fructíferas” con los gobiernos de Brasil, Chile y Uruguay, insinuando que no se iba a aplicar esta política. Las cancillerías de estos países le desmintieron a la Argentina que hubiera habido un cambio al respecto. ¿Fue esta declaración un intento de embarrar la cancha?
–Creo que en este momento William Hague está intentando hacer precisamente eso. Al Reino Unido le interesa que haya un poco de distancia entre Argentina y el resto del Mercosur, especialmente Brasil. Estoy seguro de que el gobierno no tiene muchos problemas con acciones como la acordada por el Mercosur que les permite a los países sudamericanos mostrarse solidarios, pero quiere evitar una escalada. En el medio de la actual crisis global, dudo que a nadie le convenga tensar más la cuerda a nivel económico por el tema Falklands.
–Con todo este panorama de fondo, ¿ve alguna posibilidad de negociación directa entre Argentina y el Reino Unido?
–Es muy difícil imaginar que haya una salida porque las posiciones de ambas partes son irreconciliables. Incluso a nivel de la resolución de Naciones Unidas ambas partes pueden sentirse reivindicadas, algo que suele suceder con las resoluciones de la ONU. La Resolución 2065 del 16 de diciembre de 1965 invita a Argentina y el Reino Unido a proceder con la negociación para implementar la Declaración de Independencia de territorios coloniales, teniendo en cuenta la resolución de la Asamblea General 1514 y los intereses de las habitantes de las islas. Ambas partes pueden aducir que la resolución los reivindica. Argentina por el reclamo geográfico, el Reino Unido por el interés de los isleños. Estos puntos de partida tienen su correlato en dos visiones distintas de la historia y no pueden ser reconciliadas. O el Reino Unido obtiene todo y Argentina nada o Argentina obtiene todo y el Reino Unido nada. Si a este antagonismo se le agrega el problema del petróleo y hasta los ingresos de los isleños por la pesca, se ve la complicación del tema.
–Todo se parece mucho a la situación del Peñón de Gibraltar y España. A más de tres siglos de negociaciones nada ha sucedido debido al deseo de los isleños.
–Viví en las Falklands un año entre 2004 y 2005. Mis padres vivieron en Gibraltar entre 1990 y 2004. Puedo decir por experiencia propia que ambas poblaciones quieren mantener a toda costa sus vínculos con el Reino Unido. Además, el costo político para un primer ministro británico de permitir que otro país se anexe un territorio con una población que se considera británica sería muy grande. La misma reputación internacional británica sufriría un duro golpe. Es curiosa, además, esta conexión entre Gibraltar y Falklands porque en ambos casos el origen es una lucha imperial entre Gran Bretaña y España.
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