EL PAíS › OPINIóN
› Por Martín Rico *
A casi cuarenta años de lo que se conoció como la Masacre de Trelew, los expedientes hallados en un depósito de la Armada (sobre los que informó ayer Página/12) nos revelan una verdad que era por todos conocida, pero negada por la Marina. Una verdad que la propia fuerza buscó tergiversar, al amparo de un supuesto intento de fuga, por parte de un grupo de personas desarmadas dentro de un ámbito militar fuertemente armado. Pero más allá de esta verdad, estos documentos históricos vienen a confirmar una realidad mucho más cruel. La Masacre de Trelew no fue un episodio aislado de un grupo de marinos, en perjuicio de unos civiles. El hecho fue uno más que se inscribe en un plan sistemático de ataque por parte del aparato estatal hacia la población civil; un eslabón más de una cadena de terror que buscó disciplinar a toda nuestra sociedad; en definitiva, un ensayo de lo que vendría, pero no por ser un ensayo fue un hecho aislado. Este ataque deliberado, planificado en las más altas esferas estatales, como queda demostrado con la cuantiosa prueba que se encuentra en la causa, no es pues, ni más ni menos, que un delito de lesa humanidad, el cual es reconocido por todos los países desde 1948. La verdad que estos documentos muestran resulta, en propios dichos de los abogados de la Marina, un acontecimiento revelador, que perdurará en este proceso de Memoria, Verdad y Justicia.
* Abogado de la Secretaría de Derechos Humanos.
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