Roberto Killmeate, uno de los sobrevivientes de la masacre de San Patricio, consideró que el fusilamiento de cinco religiosos católicos fue “una advertencia a la iglesia para que se silencie y fue el objetivo que consiguieron”. El 4 de julio de 1976, un grupo de tareas entró en la iglesia palotina de San Patricio, en Belgrano, y acribilló en el piso a los sacerdotes Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y a los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. “Fue un mensaje para todos los que intentaban abrir las mentalidades o cuestionar a procesos no democráticos”, refirió Killmeate a 36 años de la masacre. Seminarista a punto de ordenarse, Killmeate vivía en la iglesia de Belgrano, pero estaba estudiando en Colombia cuando ocurrió la masacre, razón por la que se salvó.
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