Jue 08.05.2003

EL PAíS  › LOS MOTIVOS DEL DESASTRE EN SANTA FE Y LA RESPONSABILIDAD DE REUTEMANN

Cómo podría haberse evitado la inundación

Un informe de 1992 que alertaba sobre el riesgo fue tenido en cuenta solo parcialmente por el gobierno. Las zonas en peligro ya estaban delimitadas entonces, pero no hubo plan de emergencia. Uno de los principales expertos hídricos explica cómo impedir una nueva catástrofe.

› Por Carlos Rodríguez

“En casa de herrero, cuchillo de palo.” El ingeniero Carlos Paoli es director del Centro Regional Litoral del Instituto Nacional del Agua (INA). Como santafesino de toda la vida, está dolido y evita polémicas con el poder político, al que siempre ofreció la ayuda de sus conocimientos. En una entrevista con Página/12, al hacer un análisis de la situación que concuerda con la realizada por los expertos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), dejó en claro –a su pesar– que en la presente emergencia existieron graves negligencias atribuibles a los funcionarios del gobierno de Carlos Reutemann. Paoli confirmó que ya en 1992, por expreso pedido del primer gobierno de Lole (ver aparte), se hizo un pronóstico para una hipotética crecida del río Salado a razón de más de 3000 metros cúbicos por segundo. En la actual se habría alcanzado, según datos del INA, entre “3100 y 3500 metros cúbicos por segundo”. Lo más importante es que ya en aquel año “el mapa estableció hasta dónde llegaría el agua y es prácticamente el mismo lugar que fue ocupado por esta inundación”. Y que podía haber sido defendido.
Paoli dejó sentada la necesidad de restablecer el sistema de monitoreo “en tiempo real” y en distintos puntos del Salado, que como precisaron los técnicos de la UNL fue desactivado en 1989, antes de Lole. Eso permitiría detectar cualquier comportamiento anormal del curso de agua y establecer “un alerta temprano que pondría límites; todo es importante aunque se salve una sola vida”. También resaltó que hay que contar con un Plan de Contingencia, a fin de movilizar las fuerzas disponibles para evitar pérdidas humanas y de bienes cuando la catástrofe se avecina. Eso es algo a lo que el gobierno parece no darle importancia. “En la ciudad de Santa Fe, la gente tenía una falsa sensación de seguridad y el Plan de Contingencia es un trabajo de educación, para la población y para los que tienen que defenderla”. “Yo espero que esta catástrofe haya servido para que tomemos conciencia hacia el futuro”. Apenas pudo terminar su frase, porque la voz se le quebró totalmente.
Paoli recordó que el INA es un organismo nacional con sede en Ezeiza y delegaciones en todo el país, que lleva adelante “un sistema de alerta hidrológico en la Cuenca del Plata”. En el caso del Paraná, el otro río que acosa a la provincia, se pueden hacer pronósticos precisos porque se recibe “información de lluvia y de niveles del curso de agua”, porque allí se hace el monitoreo que se dejó de hacer en 1989 en el Salado. El diagnóstico respecto del Paraná, y también del Paraguay y del Uruguay, es “muy certero y se hace a través de modelos de simulación pronosticando el nivel esperado en todos los puntos aguas abajo”.
En los cursos inferiores, como el Salado, “no existe un pronóstico cuantitativo, con número aproximado de la creciente, porque no se tienen suficientes estaciones de medición instaladas y porque no está funcionando hoy como sistema de alerta”. Eso fue eliminado hace 14 años por cuestiones presupuestarias y desaparecieron varias de las estaciones. Para suplir el inconveniente, el INA trabaja “a partir de los informes del Servicio Meteorológico Nacional, analizando las zonas donde se han producido lluvias importantes”. Mediante la utilización de imágenes satelitales se puede ver “cuál es el grado de inundación que presentan las distintas zonas”. Con esos datos se hace “un alerta cualitativo o alerta temprano, para advertir qué zona potencialmente podría llegar a tener una situación de riesgo”.
Esos pronósticos se hacen “todos los meses” y en el caso del Salado, “en el mes de marzo pasado, un alerta temprano del INA indicó que se observaban en la zona de la cuenca del río lluvias que superaban los valores normales y a partir de las imágenes satelitales se detectó un grado de anegamiento y de saturación de las tierras y las cuencas, quepermitían prever que ante nuevas lluvias abundantes se podría pensar en crecidas importantes”. Admitió que es imposible “pronosticar una crecida extraordinaria como la que fue, pero sí alertar sobre la zona de riesgo si llovía en exceso y llovió en exceso”.
“Las lluvias fueron del 22 al 24 de abril sobre la cuenca media del Salado y eso generó una onda de crecida que llegó a Santa Fe entre cuatro y cinco días después. Al no existir un sistema de estaciones para el seguimiento en tiempo real, hoy es imposible determinar la magnitud de la crecida, pero sí que iba a ser importante.” Paoli aclaró luego otra duda, si la magnitud de la crecida podía ser al menos “previsible” aunque no se pudiera determinar con precisión. “En este caso se utiliza el análisis de probabilidad, a partir de los registros históricos”, que es lo que se hizo en 1992, a pedido del gobierno de Reutemann. En ese momento, el ministro de Obras Públicas, del que depende Hidrología, era Juan Carlos Mercier, de quien se dice ahora que podría integrarse al Comité de Reconstrucción de Santa Fe anunciado por Lole. En aquel estudio realizado por INA, con pleno conocimiento del gobierno, se estableció que el río Saldo “podía superar
caudales de 3000 metros cúbicos por segundo, con una probabilidad anual del uno por ciento, que es baja, pero que existía”. En 1973 se había registrado una crecida de 2500 metros cúbicos por segundo, en 1981 hubo inundaciones con 1700 metros cúbicos por segundo y en 1998 la marca llegó a los 2000 metros.
Aunque los funcionarios insisten en que no hubo señales de alerta, Paoli recordó durante la charla que “en marzo de este año, entre el 12 y el 13, hubo un pico de 1800 metros cúbicos por segundo”. Por eso interpretó que “se dice equivocadamente que el Salado es un río manso, cuando la historia hidrológica está indicando todo lo contrario”. Por eso mismo insistió en que “eran esperables crecidas que superaran los 3000 metros cúbicos por segundo, aunque las probabilidades fueran bajas”. El estudio de 1992 fue tenido parcialmente en cuenta, ya que a partir de su diseño se construyeron solo dos de los tres tramos de la defensa oeste de la ciudad, que fue ahora superada por el agujero que había quedado sin cerrar totalmente. Paoli recordó que, por lo general, las obras de defensa hidráulica “nunca se hacen a los mayores valores posibles porque eso sería antieconómico”, de acuerdo con el criterio de los gobiernos. “Se piensa cuál es el riesgo que se puede llegar asumir frente a una inundación. Para elegir ese valor de diseño hay que evaluar cuáles son las consecuencias en caso de que ese valor de diseño quede superado”. Sólo en la construcción de grandes represas se toma lo que se llama “la crecida decamilenaria, cuya proababilidad es diez mil años, porque una rotura de una presa hacia abajo, si hay poblaciones, es una catástrofe que nadie quiere asumir”.
Paoli recordó que el nivel de la defensa oeste de Santa Fe “no fue superada por esta creciente, pero el problema fue que tenía un punto vulnerable en su extremo norte, donde había un menor grado de seguridad (por la ausencia del tramo tres) y por donde la crecida, que fue extraordinaria, ingresó a la zona defendida”. El experto insistió en lo que siempre dicen los expertos: “No hay que construir viviendas en los valles de los ríos y ahora habría que evitar que fueran ocupadas otra vez las tierras bajas que están inundadas”.
También clamó por que vuelva “el sistema de monitoreo en tiempo real” y que se tengan en cuenta “los planes de contingencia para inundación. Hay que saber cómo es el lugar donde puede impactar la crecida; cuáles son las profundidades a la que pueden llegar las aguas en las zonas de riesgo, tal como estaba delimitado en el documento que se hizo en 1992. Con ese conocimiento previo se pueden establecer las calles por donde hay que evacuar a la gente; cuál es la prioridad para sacar a los pobladores de los distintos puntos críticos; qué lugares pueden ser defendidos y cuáles no; cuáles son los lugares a donde hay que llevar a los evacuados para queno corran riesgos; cuáles son los medios de que se deben disponer para la tarea”.
–¿En Santa Fe hubo un plan de contingencia?
–Evidentemente era una herramienta de la que no se disponía aquí y de la que no se dispone en ninguna de las ciudades del país que están en situación de riesgo hídrico. Perdone, me cuesta mucho seguir hablando de esto.

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