Jue 08.05.2003

EL PAíS • SUBNOTA

Cómo debe ser la reconstrucción de Santa Fe, según los expertos

De acuerdo con los especialistas consultados por Página/12, se debe prever que puede haber otras inundaciones y reconstruir la ciudad pensando en mitigar los efectos de nuevas crecidas. Qué papel debe cumplir la comunidad.

› Por Pedro Lipcovich

Hoy, Página/12 inaugura el debate sobre cómo reconstruir Santa Fe después de la inundación. El aporte de los especialistas consultados por este diario permite plantear, desde ya, por lo menos seis ejes para pensar la cuestión: 1) La reconstrucción debe prever que habrá otras inundaciones y atender a mitigarlas; esto puede requerir incluso la relocalización de edificios públicos. 2) Más bien que pensar en una especie de fortificación de la ciudad en su conjunto, conviene poner la lupa sobre las necesidades de cada barrio o sector. 3) Para esto, y para todo, los únicos buenos planes serán los que incluyan el aporte y compromiso de cada comunidad. 4) Si se evitan maniobras de política subalterna, como “otorgar” viviendas en zonas inundables, los riesgos bajarán notablemente. 5) El terrible momento que vive Santa Fe debe ser aprovechado hoy, porque las situaciones de desastre permiten visualizar riesgos habitualmente ocultos. 6) Todos somos Santa Fe, en el sentido de que las causas evitables de la inundación están presentes en la generalidad de las ciudades argentinas.
“Cuando se reconstruyó la ciudad de Itatí, Corrientes, después de la crecida de 1992, se tomó la decisión de mudar la localización del hospital, que estaba ubicado precisamente en el lugar más peligroso”, contó Juan Carlos Giménez, profesor de planificación de recursos hídricos en la UBA y consultor de programas de inundaciones del Banco Mundial. La relocalización de, nada menos, un hospital completo, ejemplifica cómo “la reconstrucción no debe dejar en zonas vulnerables construcciones de máxima seguridad como hospitales, escuelas, hogares de ancianos”.
En el caso de Santa Fe, “probablemente no se pueda trasladar el Hospital de Niños”, que padeció la inundación, pero “entonces habrá que efectuar las obras de ingeniería para protegerlo con total seguridad”, indicaGiménez. El concepto central es “reconstruir en forma tal que no vuelva a pasar lo que pasó: no hay manera de eliminar las inundaciones pero sí hay que fijar niveles de mitigación”, subraya: “Lo que en ningún lugar puede admitirse es el riesgo para la vida humana; después, sí, hay que establecer zonas de riesgo cero y otras, entre las de menor densidad de población, con riesgo calculado”.
Y prever refugios: “Las escuelas que se usan para albergar evacuados quedan prácticamente destruidas, porque no es ésa su función: en otras provincias se cuenta ya con refugios, grandes superficies cubiertas y equipadas que habitualmente se usan para deporte y cuando es necesario albergan a los evacuados”.
De todos modos, destacó el ingeniero, “las medidas más importantes pueden no pasar por la ingeniería sino por otras medidas como la regulación del uso del suelo: fijar y cumplir normas claras que señalen adónde no se puede construir ni vivir, porque es zona inundable. Cierto que en esto inciden cuestiones políticas...”.
Esas cuestiones son las que hacen temblar al presidente de la Sociedad Central de Arquitectos: “La provincia de Santa Fe ha pedido fondos para la reconstrucción y, cuando los políticos piden fondos, yo tiemblo”, confesó Carlos Lebrero –quien, además de presidir esa sociedad, dirige el Posgrado en Gestión Ambiental en la UBA–. Su temblor obedece a que “como no se han señalado los errores cometidos, probablemente se repitan”. Es central “la mala apropiación del territorio, el asentamiento de población en áreas inundables: la naturaleza castiga esto y el castigo lo sufren habitualmente los pobres”.
El hecho de que mucha gente, como si eligiera vivir en una pesadilla, se instale en lugares donde periódicamente va a perderlo todo, “suele obedecer a mecanismos de clientelismo político –señaló Lebrero–: muchas veces hay permisos tácitos de asentamiento e incluso subdivisiones programadas por los municipios, en lugares de alta contaminación o zonas inundables; el que se va a vivir allí suele quedar en dependencia del político que otorgó la subdivisión, ya que no tiene la propiedad definitiva, y si se inunda... total, es pobre”.
La contaminación y las crecidas suelen ir de la mano: “En la reconstrucción, sería esencial eliminar los basurales clandestinos: el mal manejo del tema en Santa Fe hace que, en las inundaciones, los depósitos clandestinos generen una enorme dispersión, que contamina áreas extensísimas”, reveló el experto en gestión ambiental. “Y esto pasa también en muchas otras localidades”, advirtió.
Localidades como “Lomas de Zamora y Lanús, donde el Arroyo del Rey o el Arroyo Unamuno soportan ciclos de inundaciones porque los volcamientos de basura en los bordes disminuyen el cauce”, precisó Lebrero. Pero “en todas las grandes ciudades del litoral se plantean problemas parecidos a los que estamos comentando; también en el sur de la ciudad de Córdoba, donde el riesgo procede de los canales de riego. En fin, ninguna ciudad argentina está a salvo”, observó el presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, y concluyó destacando que, “en la reconstrucción, hay que involucrar a la comunidad: mediante programas de presupuesto participativo, reuniones barriales: cuanto más participe la comunidad, más razonables serán las decisiones”.
¿Cómo hacer participar a la comunidad? Silvia González, del Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente del Instituto de Geografía de la UBA, comentó la experiencia concretada en la Ciudad de Buenos Aires para la cuenca del arroyo Maldonado: “Un grupo nacido en la sociedad civil reunió a vecinos, comerciantes, clubes, entidades barriales, para un proyecto participativo que ya permitió obtener un mapa de riesgo de zonas inundables, con señalización de posibles centros de evacuación y planes de transporte alternativos; el grupo logró la participación del Gobierno de la Ciudad y del Ministerio de Salud de la Nación”. González destacó la sabiduría de los vecinos, “que conocen el barrio, saben cómo se inunda y suelen desarrollar estrategias, desde poner compuertas hasta dar la alarma temprana”. Y señaló “la importancia de pensar y actuar a partir de los desastres, que ponen en evidencia los factores de riesgo que habitualmente no se ven pero actúan, día tras día”.

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