EL PAíS
› EN EL CONGRESO ANUNCIAN REACOMODOS PARTIDARIOS
Está abierto el libro de pases
Para los duhaldistas, la renuncia de Menem sería un “intento de golpe institucional”, pero esperan que el peronismo se encolumne detrás de Kirchner. El Senado dará más problemas al oficialismo.
Por Eduardo Tagliaferro y Felipe Yapur
“Si Carlos Menem renuncia será una de esas actitudes políticas que la historia no olvida. Su decisión de no participar en el ballottage sería lo más parecido a un golpe institucional”, admite en diálogo con este diario el diputado José María Díaz Bancalari, uno de los hombres destacados del oficialismo en el Congreso. Lejos de romper lanzas, al bonaerense no se le escapa que se avecina uno de los tantos momentos de realineamientos partidarios. Esos que el peronismo conoce largamente. Ante la posibilidad del renunciamiento, el oficialismo sabe que la relegitimación del próximo presidente dependerá de su capacidad de sintonizar con las demandas de la sociedad y el resultado de las elecciones que se sucederán en las provincias de acá a fin de año. Los legisladores también conocen en extenso la lógica del poder y todo indica que los meses que faltan hasta la renovación parlamentaria de diciembre estarán signados por constantes acuerdos y negociaciones.
“Cualquier político acompaña a su líder hasta la puerta del cementerio pero no hasta la tumba”, dice en confianza un veterano de las lides parlamentarias. El comentario resalta la capacidad de sobrevivencia de todos los sectores, pero fundamentalmente del menemismo. Sector que aún en los peores momentos de la campaña electoral mantuvo una puerta abierta de negociación con el duhaldismo. Incluso organizados en un bloque aparte, siempre tuvieron puentes con el oficialismo al mantener en su conducción gente del riñón menemista.
“Será imprescindible tener acuerdos con todos los sectores que permitan acompañar la futura gestión. Tarea complicada por cierto si se confirma que no habrá una segunda vuelta electoral”, comenta a Página/12 otro destacado legislador del oficialismo.
“Si Kirchner abre los brazos y convoca a todos, tendrá al peronismo encolumnado detrás de él”, confía a este diario un influyente senador del PJ. La lógica no es nueva y la historia da cuenta de muchos ejemplos. Como modelo paradigmático, los parlamentarios recuerdan al mendocino José Luis Manzano, quien luego de la derrota de Antonio Cafiero en la interna partidaria de 1988 cruzó rápidamente hacia las tiendas menemistas. El legislador, que vaticina un encolumnamiento de sus colegas con el patagónico, admite también que “Kirchner tampoco tiene mucha gente para colocar en los puestos destacados del Congreso”. La mención no sólo les cuenta las costillas a los seguidores del santacruceño, sino que además fortalece la necesidad de construir puentes con todos los sectores. Todo indica que los acuerdos entre duhaldistas y kirchneristas mantendrán en su puesto al titular de la Cámara baja, el quilmeño Eduardo Camaño, al menos hasta diciembre. Tema aparte es la conducción de la bancada justicialista. El nombre de Humberto Roggero sólo seduce a los menemistas, el duhaldismo lo mira con cierto recelo y los kirchneristas ni hablar. Por ahora suena el cordobés Eduardo Di Cola, pero el legislador –que carece de patrón político– no tiene el peso que se le reclama al titular del bloque de gobierno. Curioso es el caso del salteño Juan Manuel Urtubey. Si bien los duhaldistas tienen en cuenta su dependencia a Juan Carlos Romero, también le reconocen capacidad y hasta estarían dispuestos a “limpiar sus manchas menemistas” para imponerlo como jefe del PJ.
En el Senado, duhaldistas y menemistas tienen equilibradas sus fuerzas. Esto les permitió sacar leyes estratégicas que impulsaba el Ejecutivo por exigencias del FMI (derogación de Subversión Económica y Quiebras). De todas formas, si el menemismo decide tener una posición dura, esta Cámara será el lugar ideal para dañar al nuevo gobierno.
En una vereda parecida y con necesidades similares a las del Gobierno, el bloque radical –en peligro de extinción pero hasta diciembre el segundo bloque en el Congreso– se muestra proclive a dar su respaldo a la gobernabilidad. No por casualidad Raúl Alfonsín reapareció públicamente reclamando un acuerdo cívico. Diferente es la posición de los partidos provinciales –enrolados con Ricardo López Murphy– que ven la oportunidadde acaparar el rol opositor y fortalecer las chances de construir un partido de derecha.
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