EL PAíS
› EL PRESIDENTE SIGUIO CON SUS REUNIONES INDIVIDUALES CON LOS MINISTROS
El estilo de Kirchner para manejar poder
Los encuentros del Presidente con los integrantes de su gabinete son cara a cara, con ninguno o con un testigo. Así Kirchner concentra las decisiones y la información. Novedades en Educación y un viaje en cierne. Designaciones en Defensa, Turismo y Cancillería.
› Por Martín Piqué
Se lo imponían los tiempos, las urgencias de una transición brevísima que le obligaba a decidir nombres y cargos a una velocidad inédita. Apurado por las circunstancias, Néstor Kirchner aprovechó para poner en práctica su estilo particular de decisión, que sorprendió a quienes no lo conocían y coincidió con el latiguillo sobre su carácter. Recluido en su despacho de la Casa de la Provincia de Santa Cruz, recibió a ocho ministros de su gabinete para discutir nombre por nombre los funcionarios de las distintas áreas del Ejecutivo. Su método consistió en hacerlos pasar de a uno a su oficina, o al “salón oval” que oficia como antesala, para analizar en privado, con cada ministro, los apellidos que se irán sumando al nuevo gobierno.
En una jornada intensa que comenzó muy temprano para él y su entorno, Kirchner se ocupó de analizar caso por caso los puestos que están vacantes en los ministerios y las secretarías de Estado. Como había hecho el jueves con Roberto Lavagna (Economía), Julio De Vido (Planificación e Inversión Pública) y Aníbal Fernández (Interior), ayer le tocó el turno a Rafael Bielsa (Cancillería), Daniel Filmus (Educación), José Pampuro (Defensa), Gustavo Beliz (Justicia) y Oscar Parrilli (Secretaría General), a quienes recibió en forma escalonada. Con ellos desplegó su método de dialogar “mano a mano” y por separado, a veces con la presencia de Alberto Fernández, su mano derecha e inminente jefe de Gabinete.
Ese estilo no es caprichoso, porque permite controlar las filtraciones a la prensa y responsabilizar a cada funcionario si la información reservada aparece en los medios. Siguiendo con esa regla, Kirchner se acomodó en su moderna oficina del segundo piso, donde a primera hora recibió a Beliz y a Bielsa. A la mañana también estuvo con Pampuro, Parrilli y Aníbal Fernández. Mientras hablaba con uno, los demás esperaban en el primer piso o en la antesala de paredes bordó que los allegados a Kirchner bautizaron “salón oval” –como el salón de la Casa Blanca que volvió famoso Monica Lewinsky– porque tiene una mesa ovalada de color negro. El Presidente electo sólo interrumpió las reuniones para hablar por teléfono con George W. Bush y para recibir al gobernador santafesino, Carlos Reutemann.
Después de dialogar con Reutemann en privado, bajaron juntos al primer piso para hablar ante la prensa. Allí, por primera vez desde que resultó electo, Kirchner se movió como un Presidente en funciones, como si ya fuera el jefe del Ejecutivo nacional. Aunque faltaban dos días para su asunción formal como Presidente y la Casa Rosada seguía ahí, a cuatro cuadras de sus oficinas en 25 de Mayo al 200. “Santa Fe es parte de la Argentina y el gobierno nacional no puede estar ausente”, subrayó ante las cámaras, hablando en nombre del Ejecutivo, como su autoridad máxima. Luego de la pausa con Reutemann, Kirchner retomó la tarea mayor, la definición de los nombres y cargos de cada ministerio.
Cada ministro llegaba con una carpeta bajo el brazo, que sólo abrían ante el anfitrión y futuro mandatario. El duhaldista Pampuro, que fue uno de los primeros en entrevistarse con Kirchner, propuso a José Romero para la Subsecretaría de Planificación Estratégica y también planteó para una de las subsecretarías a uno de sus allegados más cercanos durante la gestión de Eduardo Duhalde, otro bonaerense que para los criterios de la nueva gestión cuenta con la ventaja de ser “joven”. En ese diálogo, Kirchner y Pampuro analizaron la posibilidad de remover, o no, a las cúpulas de las tres fuerzas armadas. Anoche circulaba una versión de que se venía una “purga” de proporciones. En el entorno del nuevo ministro lo descartaron sin mucho énfasis y se limitaron a decir que “la semana que viene se va a anunciar quiénes van a ser las conducciones” del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.
Mientras Kirchner seguía con las reuniones, en los pasillos de la “Casa Cruz” casi no circulaban nombres de nuevos secretarios o subsecretarios. Apenas se nombraba al frepasista Aldo San Pedro como candidato a sumarse aTrabajo, donde reinará el abogado laboralista Carlos Tomada, y también se mencionó la incorporación a Cancillería del senador provincial Eduardo Sigal (ver asimismo página 3). Para la Secretaría de Turismo y Deportes fue designado Germán Pérez.
Entre la procesión de dirigentes que caminaba por las instalaciones se lo vio al santacruceño Carlos Zanini, ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz y futuro secretario legal y técnico de la gestión kirchnerista. Como buen experto jurista, Zanini aportó lo suyo en la discusión sobre el organigrama del Ejecutivo.
Uno de los debates sobre las áreas de gobierno y su ubicación dentro de los ministerios se ocasionó cuando Filmus se presentó ante Kirchner para definir las políticas y los apellidos que lo acompañarán en Educación. El ex funcionario ibarrista estuvo una hora a solas con el inminente jefe de Estado y el primer acuerdo fue que ambos viajarían a Entre Ríos y Santa Fe en la primera semana de gestión. Una vez en el terreno, tratarán de que las clases puedan normalizarse allanando el problema salarial de los docentes entrerrianos. En la capital santafesina, en tanto, intentarán que las escuelas que funcionan como centro de evacuación por la inundación del Salado puedan volver a recibir a los alumnos.
La decisión más importante de la reunión Kirchner-Filmus fue “mantener la estructura actual” del Gobierno, por lo que la Secretaría de Cultura seguirá dependiendo de Presidencia –Filmus pretendía que retorne a Educación– y el área de Ciencia y Tecnología continuará dentro de la órbita de la cartera educativa (ver más detalles en página 28). El designado ministro se sorprendió por la familiaridad con que Kirchner manejaba la información del área, que se caracteriza por una complejidad y heterogeneidad propia de un sistema descentralizado con 23 provincias y una ciudad autónoma que tienen políticas educativas propias.
El ritmo febril se prolongó hasta bien entrada la noche. Kirchner sólo matizó su agenda con ministros para recibir al diputado José María Díaz Bancalari (ver nota aparte). Aunque el receso más importante se debió al llamado de George Bush (h). No por casualidad, Redrado y Alberto Fernández casi se pelearon para anunciarlo ante las cámaras.
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