EL PAíS › TESTIGOS DE OTRAS CAUSAS DECLARARON EN LA MEGACAUSA POR LOS CRíMENES DE LA ESMA
Carlos “El Sueco” Lordkipanidse, ex detenido desaparecido que estuvo dos años y medio en la ESMA, aportó detalles que desviaron la atención hacia otros represores y centros de detención menos conocidos.
› Por Alejandra Dandan
Costó, aun así el engranaje se puso en marcha. El megajuicio por los crímenes unificados de la Escuela Mecánica de la Armada recibió las primeras declaraciones de testigos que ya habían declarado en otros juicios. El debate puso en escena así el nuevo esquema de preguntas: un testigo habla luego de que todas las partes hayan visto o leído sus declaraciones anteriores. Las preguntas son complementarias. El testigo no cuenta todo lo que ya contó en otras ocasiones, entre otras razones para no volver al agujero.
Declaró durante la mañana Carlos “El Sueco” Lordkipanidse, ex detenido desaparecido que permaneció dos años y medio dentro de la ESMA, hizo tareas de fotógrafo e imprenta en un contexto que ayer volvió a redefinir ya no como “trabajo esclavo”, sino en “situación de esclavo”. “Mucho tiempo entendimos que esto de ser sometidos como prisioneros sobreviviendo era una situación de trabajo esclavo, ahora redefinimos esto”, dijo. “No fuimos trabajadores, no recibimos remuneración, no había relación de trabajo de dependencia, la esclavitud es cuando si alguien se niega o se queja a hacer una tarea que manda el patrón y al patrón no lo reditúa, lo elimina. Entonces las condiciones en las que nos tuvieron en la ESMA son una situación de esclavitud.” Lordkipanidse es un testigo histórico.
Ayer, en el nuevo contexto, con un juicio en el que su propia historia no ejerce un rol de centralidad, se abrieron una tras otra más ventanas ocultas de la ESMA. Roles, posiciones y la vida de esos represores más oscuros y menos revisados en las páginas de historia que son los que ahora adquieren centralidad. Entre otros, por ejemplo, Orlando González, un auxiliar de inteligencia, al que le decían “Hormiga Negra”, de piel oscura. “Tenía una carácter muy particular que lo hacía especialmente enemigo mío por una cuestión muy superficial: él era fotógrafo y me consideraba a mí mal fotógrafo.”
En ese momento había una revista que se llamaba Foto Mundo que hacía concursos para descubrir talentos. Orlando González competía por ocupar los mejores puestos, mandó una foto y ganó un premio: “Hizo posar a una compañera, Lucía León, en una foto donde la retrataba como ‘La Parca’. Eso le valió también un llamado de atención por cómo jetoneaba de esa forma, con su nombre real sabiendo que podían reconocerlo”. En el testimonio habló de los diez rollos de microfilms que le hicieron copiar en tres archivos, de los 500 nombres cada uno, según calcularon en ese momento y los llevó a estimar las 5000 víctimas de la ESMA. Hubo dos aspectos importantes: un pedido sobre la isla El Silencio del Tigre donde los prisioneros permanecieron casi 30 días cuando los marinos buscaron esconderlos por la visita de la OEA. Y la visita a la ESMA del entonces secretario de Hacienda de la dictadura Juan Aleman que está en juicio por la desaparición de Orlando Ruiz y Silvia Dameri, secuestrados con sus dos hijos, Marcelo Mariano y María de las Victorias. Silvia estaba embarazada, parió en la ESMA y su hija Carla fue apropiada por Juan Antonio Azic, como Victoria Donda.
La isla y Aleman
Sobre la isla, El Sueco mostró fotos de noviembre pasado. “Están los utensilios usados en esa época, la cocina de hierro, está la sala pequeña del subsuelo de la casa superior, la casa de palos y todas las características” que ellos vieron y denunciaron hace tiempo. “Siguen existiendo, tomamos fotos porque nos habían llegado noticias de que la casa iba a cambiar de manos.” Pidió al tribunal una inspección ocular a la isla porque “nunca” fue inspeccionada. Pidió que “se investigue la propiedad del espacio que pertenecía a la revista Esquiú”, dependiente de la curia. Y dijo: “Hemos ido al campo de deportes (de la ESMA), pero la isla del Tigre es una parte sustancial de esta causa en el sentido que es parte predeterminada de un plan de ocultamiento”. La fiscalía luego pidió también la inspección.
Luego de muchas preguntas, la abogada querellante Liliana Alaniz de Justicia Ya! le preguntó si conocía a Juan Aleman. Los defensores, sobre todo la defensa oficial para sorpresa de las partes, objetó la pregunta con el mismo lenguaje con el que los abogados retrasaron durante horas el comienzo de la audiencia y dentro de la sala se leyeron como “chicanas”. Las objeciones tocaron distintos puntos. El tema procedimental: cómo se harían las preguntas ahora que estaban en marcha las reglamentaciones de Casación. Insistieron con el testigo sentado en la sala. Luego objetaron el tipo de preguntas. Dijeron que preguntar nombres era “indicativo”. Fiscalía y querellas se opusieron. Primero porque la palabra “conoció a” no era lo mismo que “torturó a”. Y segundo porque como dijo el fiscal Guillermo Friele: “Esto es una megacausa con 67 imputados, distintos tramos, muchas víctimas y pensar que sólo el testigo puede acordarse de todos esos nombres es pedirle algo fuera de lo común y fuera de lo humano”.
Así, El Sueco, que padece problemas de presión, pudo volver a Aleman. Le objetaron que “había sido muy puntilloso” ya en su declaración anterior y un defensor le pidió que en todo caso hable para agregar algo. El Sueco tomó el guante y respondió: “Si el abogado me permite explayarme, me había olvidado de detalles que hacen a lo que a él interesa –dijo–, entre otras, que en oportunidad de la visita de Aleman a la ESMA, más especialmente al sótano, más especialmente a la sala de torturas de la huevera, tuve oportunidad de hablar con Orlando Ruiz, recién secuestrado”. Orlando esperaba en el cuarto de interrogatorio del fondo, con otra detenida. “Venía de Suiza, era un exiliado político que había ingresado al país con intención de accionar contra la dictadura, especialmente en interferencias de comunicaciones y que me dijo que lo iban a someter a una situación en la que iba a estar presente Aleman, para hacerse cargo del intento de atentado (que había recibido).” El Sueco pensó que Orlando iba a salvarse. “No queda otra que lo vayan a blanquear –se dijo–, había caído con dos niños y la mujer embarazada.” En ese momento, también pensó que él mismo podía salvarse.
El Tigre Acosta le había dicho alguna vez que iba a ser boleta, pero esa visita, de un funcionario civil dentro de la ESMA, alentó alguna esperanza. “(Aleman) pasa por adelante mío y me dije: ‘Me salvo yo también y se rompe la promesa del Tigre Acosta’. A lo mejor el destino es el que me manda justo por donde pasa un funcionario civil del gobierno...”. El presidente del tribunal, Daniel Obligado, le preguntó si recordaba dónde se produjo el encuentro visual. “Claro que me acuerdo –dijo El Sueco–: es uno de los momentos más imborrables de mi vida, porque yo había puesto esperanza en que ese hecho pudiese salvar mi vida. Yo estaba en el pasillo del sector 4, cuartos de un lado y del otro, frente al comedor, contiguo a la entrada de la huevera. Yo estoy adelante y él ingresa a la huevera. Era 1980 y yo ya llevaba bastante tiempo ahí, casi dos años.”
La visita de Aleman a la ESMA fue imborrable, entre otras cuestiones por el contexto. Los marinos habían mandado limpiar todo el sótano y había olor a lavandina. El Sueco andaba con el antifaz “a media asta”, así que algo veía. Los guardias metieron a todos en el comedor. A él lo agarró uno. “De pronto en la entrada se pone en posición de firme, me agarra el brazo. Yo tenía el antifaz a media asta y lo único que puedo hacer es quedarme ahí parado. Todos nos pusimos de pie y rendimos respeto al ingreso de Aleman que no era un visitante más que llevaban a ver la escuelita del horror, era el jefe de todos los demás, le rendían homenajes.” En ese contexto, contó de un hecho anterior: 31 de diciembre de 1976 y una fiesta de fin de año de la que participó la actriz Katja Aleman, medio hermana del secretario. Un vecino denunció la fiesta y llevaron a las 20 personas a la comisaría 19. La medio hermana de Aleman reportó su filiación y Aleman sacó a todos los muchachos. Esto le permitió a Lordkipanidse situar el peso de Aleman antes de 1980, pero además dar cuenta de su rol en el aparato del Estado terrorista. “Yo me puse a pensar en que si él hubiese querido se hubiesen salvado Ruiz y su señora y la mala historia de sus hijos.”
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