EL PAíS › EL NUEVO PONTíFICE CONTó ALGUNAS HISTORIAS DE LA ARGENTINA QUE CONVERGIERON EN LO PERSONAL
Francisco evocó la historia de una anciana que fue a confesarse convencida de que tenía algún pecado por confesar: “¿Por qué está tan segura?”, le preguntó. Y ella le contestó: “Porque si Dios no perdonara el mundo no existiría”.
› Por Eduardo Febbro
Desde Ciudad del Vaticano
De un Angelus a otro. Hace dos semanas, el renunciante Benedicto XVI ofició su último Angelus en la plaza San Pedro y ayer su sucesor celebró el primero de su naciente mandato bajo la luz de una mañana generosa y ante decenas de miles de personas. Después del grosero ataque que el Vaticano lanzó hace dos días contra la “prensa de izquierda anticlerical” y, en particular, contra Página/12, el Angelus del papa Francisco tuvo como tema central la misericordia. El Pontífice lo articuló a partir del Evangelio cuando éste se refiere a una mujer adúltera salvada de la muerte por Cristo, “de quien ni escuchamos palabras de desprecio, ni de condena, sino únicamente palabras de amor, de misericordia”. Francisco ahondó la misma temática cuando dijo “el rostro de Dios es el de un padre misericordioso. Siempre tiene paciencia con ustedes, los comprende y los entiende, no se cansa de perdonar si volvemos a él arrepentidos. Somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón”.
Francisco, que habló desde la ventana del departamento papal que ocupará dentro de algunos días, dio otro ejemplo más de sus capacidades de narrador. En vez de un seco y mero discurso, el nuevo Papa cambia el registro y lleva a quienes lo escuchan a través de narraciones que convergen en lo personal. Siempre apoyándose en el tema que eligió abordar, el Angelus, o sea, la misericordia de Dios, Francisco contó algunas historias de la Argentina. El sumo pontífice evocó la historia de una anciana que vino a confesarse convencida de que tenía algún pecado por confesar: “¿Por qué está tan segura?, le pregunté. ‘Porque si Dios no perdonara el mundo no existiría’, me contestó”. Acostumbrada a la inaudibilidad de Juan Pablo Segundo y a la rigidez marmórea de Benedicto XVI, la gente se deleitó con ese tono familiar, exento de protocolo, directo y dirigido al corazón. En su diálogo con la gente, el Papa hizo referencia a un libro sobre la misericordia del teólogo y cardenal Walter Kasper, cuya lectura le “hizo mucho bien”. Francisco dijo que no pretendía “en absoluto hacer publicidad de los libros de mis cardenales. Pero ésa es la verdad”. En ese libro el cardenal y teólogo alemán afirmaba: “Un poco de misericordia cambia el mundo, le vuelve menos frío y más justo”. Kasper es un hombre influyente y con cierta libertad de palabra. Es un cardenal miembro de la curia, pero como tiene más de 80 años no votó en el Cónclave. Sin embargo, justo en el momento en que éste se iniciaba, Kasper declaró: “Es preciso gobernar la Iglesia de otra manera. ¿ Cuál? Colegialidad es la palabra. Se necesita un gobierno horizontal y salir de este centralismo”.
La plaza San Pedro estaba llena de banderas argentinas y del Vaticano y de una considerable multitud que lo ovacionó de principio a fin. Después de las banderas de los últimos días, ayer aparecieron los banderines con los colores nacionales. El negocio va rápido bajo el influjo del nuevo Papa y los cambios que introduce. Uno de sus amigos, el periodista Giani Valente, contaba ayer en la televisión italiana que todo lo que Bergoglio hizo “siempre sale de los esquemas establecidos”. Por ahora, el operativo comunicación seducción funciona a las mil maravillas. Cada día que pasa, el Papa se gana el corazón de los feligreses con su estilo y la ausencia de pompa y de lujo.
En su extensa homilía pésimamente transmitida por los altoparlantes, Francisco retomó en realidad el tema de la misericordia que había evocado en la mañana durante la misa que celebró en la parroquia de Santa Ana. Allí destacó todo el valor de la misericordia y cuán importante era evitar condenar. Gesto inusual en un papa, Francisco se sumergió entre la multitud cuando salió de Santa Ana, borrando un poco más la austera figura de su predecesor.
Con la conquista de la opinión como escena central, para el Vaticano lo importante parece ser ahora ir rápido y borrar lo más pronto posible las incómodas huellas del pasado, los escándalos y la siempre incómoda gravitación de la renuncia de Ratzinger. Francisco emitió ayer su primer twit a través de la cuenta @pontifez inaugurada por su predecesor Benedicto XVI en diciembre pasado. “Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mí. Papa Francisco”. Pero lo curioso es que esa cuenta con la cual Benedicto XVI hizo entrar a la Iglesia en la era de los mensajes digitales fue literalmente aspirada: no quedó ni un sólo twit de los que había publicado Josef Ratzinger. El último del papa emérito data del día final de su mandato, el pasado 28 de febrero, y dice: “Gracias por vuestro amor y cercanía. Que siempre experimenten la alegría de tener a Cristo como el centro de sus vidas”. Hoy ya no hay nada de Benedicto XVI. Los tres millones de seguidores de esa cuenta tendrán que consolarse sin recurrir a la memoria twitera del papa dimisionario.
Hoy empiezan las cosas serias, o sea, la dimensión política del pontificado. El Papa recibe por la mañana a la presidente argentina Cristina Kirchner, quien ya se encuentra en la capital italiana junto a una nutrida delegación. Luego, mañana, tendrá lugar la misa de entronización pontificia, donde estarán presentes decenas de jefes de Estado y de Gobierno (ver página 8). Ya han llegado a Roma los presidentes de Chile y Brasil, Sebastián Piñera y Dilma Rousseff. Ese acto marcará el inicio oficial del pontificado de Francisco.
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