Jueves, 4 de abril de 2013 | Hoy
EL PAíS › REVUELO EN EL BARRIO MITRE, DE SAAVEDRA, POR LA PRESENCIA DE CRISTINA KIRCHNER
La Presidenta llegó a las seis y media de la tarde. Entró a las casas inundadas, escuchó pedidos, ordenó a sus funcionarios que priorizaran la ayuda. Cientos de vecinos se acercaron, con elogios y con reclamos. Las historias que escuchó la Presidenta.
El Barrio Mitre, en Saavedra, fue una de las zonas más castigadas por el temporal del martes en la ciudad. Allí hubo dos muertos y debieron ser evacuadas 300 personas. Después de visitar el desastre de La Plata, la presidenta Cristina Kirchner llegó sorpresivamente también a ese barrio de la Capital. Su presencia causó una verdadera conmoción: visitó casas inundadas, saludó a vecinos, recibió elogios, escuchó reclamos. Cientos de vecinos se abalanzaron alrededor de la Presidenta y su comitiva. Cristina Kirchner pidió priorizar las necesidades más urgentes e instruyó a sus colaboradores para comenzar a trabajar “cuanto antes”.
“Vengo a ver qué les pasó con este desastre, no los voy a dejar solos”, dijo Fernández de Kirchner al llegar a las 18.30 al Barrio Mitre de Saavedra, donde fue abordada por una marea humana de vecinos que querían conocerla y contarle su situación.
Una mujer se acercó emocionada a la Presidenta y la abrazó con fuerza. Luego, la mandataria le dijo que tuviera fuerzas y que la guiara hasta donde estaba su casa. En el interior se veía una cocina con una mesa plagada de elementos de cocina, botellas de lavandina y ropa, y abajo agua, barro y hojas. Más lejos, estaba el patio con un cúmulo de juguetes destrozados y la misma arenilla mojada alrededor.
Después, otra mujer interceptó a la jefa de Estado para que visitara una vivienda que se había incendiado parcialmente. De esta forma, fue conducida a través de la plaza embarrada hasta el otro extremo del predio, todavía más rodeada de personas que empujaban para verla o hacerle oír su reclamo. La casa era muy humilde, con todos los ladrillos, caños y el cemento a la vista y una precaria escalera de ingreso. Sin embargo, Fernández de Kirchner sorteó varios obstáculos hasta que logró subir y entrar al lugar.
“¿Qué es lo que más necesitan? ¿Cuáles son las prioridades?”, preguntó y acto seguido llamó a un funcionario por celular e inquirió “¿Cuándo podemos empezar?”. A pesar de lo trágico de su situación, los presentes no perdieron la oportunidad de sacarse una foto con la Presidenta. Por otra parte, una joven con un bebé en brazos sólo se dedicaba a mirarla.
La salida de esa segunda vivienda se tornó difícil por la creciente cantidad de gente que no dejaba espacio para que la mandataria pudiera transitar hacia otra casa. Tal era la mezcla de emoción y desesperación de los presentes que el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, el legislador Juan Cabandié y el diputado Andrés “Cuervo” Larroque tuvieron que hacer de seudoguardias de seguridad.
Al lado, en la casa 263 se había quemado todo. Después de la lluvia del martes, que hizo llegar el agua hasta 1,60 metro, hubo un cortocircuito que incendió el lugar. Juan Pablo Martín y María Sol Gómez, junto a sus hijos de 7, 6, 4 y 2 años, y el bebé de 6 meses, se salvaron pero no quedó nada en pie. Sólo agua, hollín y lo que parecía ser una parrilla.
La jefa de Estado luego visitó al personal de Gendarmería estacionado en una carpa montada por el Ministerio de Seguridad de la Nación, donde se distribuían chocolate, mate cocido, budín y mermelada. Calzada con botas de goma y vestida con pantalón y camisa de manga larga, siguió escuchando los pedidos de la gente.
Otro caso desesperado fue el de Paola Peralta y su familia. La joven estaba durmiendo con su esposo y sus dos hijos de 9 y 1 año el martes a la madrugada cuando el agua empezó a brotar por las ventanas y superó la compuerta. Acto seguido, se dio vuelta la heladera, y decidieron subir al piso de arriba, donde vive una prima. “Pensé que moríamos ahogados”, confesó. Ella trabaja por hora, su marido está deso-cupado y el único ingreso fijo es una pensión de su madre, Aída Gómez, dueña de la casa. Los nenes, que están con una hermana, tienen problemas bronquiales, y su padre es diabético y tiene una sonda urinaria. Paola pidió medicamentos, colchones, ropa, muebles y una heladera.
Por otra parte, María Elena Peralta, de 89 años, se despertó a las 3 y media de la mañana con las heladeras flotando. Se subió a un banco y el agua ya le llegaba al pecho. “Si me caía, me ahogaba”, aseguró. En tanto, su marido quedó arriba de una mesa que se rompió, pero por suerte fue socorrido por su hija. El hombre, con problemas cardíacos, hace changas con un auto prestado que quedó arruinado tras el temporal. Ella está sin trabajar por problemas de tiroides y la hija tiene una alergia bronquial. La mujer solicitó materiales para rehacer su casa mientras secaba fotos de ella en carnavales. Según contó, tiene un diploma del Gobierno de la Ciudad por haber sido la primera mujer carnavalesca.
Tras ver por ella misma el paisaje desolador, Cristina Kirchner finalmente se fue con un ramo de flores que le regalaron.
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