Martes, 3 de septiembre de 2013 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Luis Bruschtein
Mauricio Macri afirmó que realizó la alianza con Sergio Massa obligado por la presión de algo que definió como “Círculo rojo”. Su asesor Duran Barba usa la expresión para describir ámbitos de personas influyentes. La forma en que repercute la política en ese ámbito en el que participan tecnócratas, periodistas y empresarios resulta para Duran Barba un poderoso termómetro del sentido común hegemónico en un grupo que tiene gran capacidad para transmitir ese latido al resto de la sociedad.
El jefe de Gobierno de la Ciudad afirmó que el “Círculo rojo” presionó por una alianza entre Macri y el massismo para “ponerle un freno al kirchnerismo”. A su manera, Cristina Kirchner se refirió, aunque con otra metáfora, al mismo fenómeno, con la diferencia de que ella habló de “titulares” y “suplentes”. Macri reconoció que fue obligado a realizar esa alianza con Massa. En esa acción, los “titulares” estaban en el “Círculo rojo”, mientras que él actuó como un “suplente”.
El sentido común en este “Círculo rojo” se funde en un magma cuyos principales componentes provienen de los poderes fácticos que están representados, entre los que el poder económico es el principal, el que los envuelve y les da sustancia. La función del sector político que representarían tanto Macri como Massa sería convertir ese reclamo crudo de un interés económico en un discurso político. Es decir, hilvanarlo con otros reclamos, encontrar puntos de identificación y hacer que ese interés particular tome la forma de un interés común.
Hay diversas tensiones en la economía que han vuelto a sentirse después de diez años. Durante ese tiempo no hubo ni gran endeudamiento, ni grandes devaluaciones. Y las presiones que han comenzado a resurgir apuntan en ese sentido. La función de la política en este registro y de gran parte de los medios es convencer a la sociedad de que todos están interesados en una devaluación o que a todos les interesa que el país vuelva a tomar deuda. Para algunos empresarios, y para los economistas ortodoxos, la devaluación es equivalente a “competitividad” industrial porque baja los salarios. El negocio de la deuda alimentó siempre al sector financiero, que busca la forma de recuperar esa actividad tan rentable.
Son tendencias que comienzan a expresarse en estos ámbitos de influencia. Están en el “Círculo rojo” del que habló Macri, o son los “titulares” de los que habló la Presidenta. La diferencia entre la expresión presidencial y la de Macri y su asesor es que en el primer caso es una referencia crítica a la existencia de poderes fácticos, que no son democráticos, pero que influyen en forma decisiva. Para el jefe de Gobierno de la Ciudad y para Duran Barba, en cambio, constituyen una especie de guía para decidir sus posicionamientos políticos.
Macri reconoce la existencia del “Círculo rojo” y reconoce que forjó la alianza con Massa obligado por ese círculo de influencia. Realizó esa alianza aunque obstruyera sus propias ambiciones, porque lo dejó sin un armado bonaerense para sustentar su candidatura presidencial en el 2015. De sus palabras se desprende que ese grupo de influyentes tiene el suficiente peso como para hacerlo actuar en contra de lo que piensa.
Si quiso explicar de esa manera una alianza, la explicación no ayudó a su imagen. Macri renegó de su alianza con el massismo porque dijo que lo vio lleno de “la vieja política”. Y afirmó que el PRO, en cambio, busca gente que nunca haya hecho política porque propone una Nueva Política. Pero la diferencia entre la vieja y la nueva política no está en las caras nuevas o viejas sino entre la vieja política que siempre se doblegó ante los factores de poder fáctico y sus “círculos rojos” y la nueva política, que toma distancia de ellos.
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