Ayer fue presentado el primer Código de Derechos Humanos a nivel mundial. “Los jueces ignoran los tratados de derechos humanos a veces por una imposibilidad material de estar actualizados, y de pronto se encuentran, por ejemplo, ante un caso de pobreza extrema y no encuentran una herramienta para dar respuesta; por eso consideramos necesario organizar en un solo texto en forma sistemática los derechos, garantías y declaraciones para aplicar en forma inmediata”, dijo a Página/12 el autor de esta obra, el filósofo y escritor Daniel Herrendorf. En la sede del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) estuvieron presentes el camarista de Casación Gustavo Hornos, el juez de la Cámara Electoral Alberto Dalla Via, el profesor Juan Antonio Travieso, además de Diego Asproni y Franco Bindi, coordinadores del proyecto. Esta obra de cuatro tomos, editada por Thomson Reuters/La Ley, contó con la participación de los integrantes de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni y Carlos Fayt. Este último magistrado es el autor del prólogo de este código, que es la culminación del Tratado Internacional de Derechos Humanos de Herrendorf. Fue elaborado conjuntamente con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y el Parlamento Europeo, y se trata de una propuesta argentina para todas las naciones: codificar en un solo texto abierto los derechos fundamentales de las personas. Uno de los objetivos de esta obra es hacer posible un ataque frontal contra el desarrollo desigual, la miseria crónica, el tráfico de niños, el analfabetismo y el fundamentalismo, y sus temas centrales son el hambre cero, la eliminación de toda fuerza armada, la municipalización de todo poder político, la ampliación y generalización del cupo femenino al 50 por ciento”. Según explicó su autor, “los jueces pueden aplicar el Código de Derechos Humanos de acuerdo a las reglas de la sana crítica, y lo que se propone es una Justicia Penal a través de mediaciones, de carácter retributiva, con amplias negociaciones entre víctimas y acusados, con la prioridad de satisfacer a la víctima”. Agregó que su obra “condena los genocidios, siguiendo la exitosa política argentina”.