Jue 23.10.2003

EL PAíS

Cuando el corte no basta viene el pico de tensión

Horas después del apagón del jueves pasado, en San Telmo hubo una sobrecarga de energía. Ya hay al menos 250 reclamos ante Edesur. Testimonios del día que saltaron los electrodomésticos.

› Por Mariana Carbajal

Gimena Sierra amaneció en la Edad Media. No fue por acción de una máquina del tiempo. Un pico de tensión eléctrica le quemó todos los electrodomésticos de su casa. Es clienta de Edesur y en segundos –poco después de la medianoche del jueves pasado– se quedó sin heladera ni televisor ni conversor para canales de cable, ni equipo de música, ni discman, ni teléfono inalámbrico, ni secador de pelo. Pérdidas semejantes sufrieron los demás habitantes del edificio en el que vive ella, en el barrio de San Telmo. Pero no fueron los únicos: Edesur ya recibió al menos 250 reclamos de clientes que tuvieron daños en aparatos eléctricos a raíz de subas de tensión ocurridas después del corte que una semana atrás dejó a gran parte de la ciudad sin luz, incluida la Casa Rosada. Hasta en la oficina de Defensa del Consumidor del gobierno porteño hubo problemas similares: al director, Miguel Fortuna, se le descompuso el teléfono inalámbrico y una de las computadoras del personal dejó de funcionar.
De acuerdo con el contrato de concesión, la empresa eléctrica tiene la obligación de resarcir al cliente si se comprueba que el daño del artefacto fue provocado por una falla atribuible a la compañía, explicó a Página/12 un vocero del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE). Pero el trámite no es sencillo: se debe realizar el reclamo en la empresa y presentar un presupuesto de un service con el costo que demanda el arreglo del aparato afectado. “La empresa tiene 15 días para contestar si reconoce su responsabilidad y se hará cargo o no del resarcimiento. En caso de que no lo haga, la persona puede reclamar ante el ENRE”, detalló Fortuna, titular de la Dirección de Defensa del Consumidor de la ciudad.
Pero Gimena Sierra no tiene dinero ni para pedir presupuestos. Es diseñadora gráfica, tiene 30 años y hace cinco meses se quedó sin trabajo, cuando se vio obligada a cerrar una librería en San Telmo. “Tengo una bronca bárbara y también siento impotencia, cómo será que vengo de pegarle a una bolsa de box”, cuenta a Página/12. Dormía cuando se produjo el pico de tensión que la llevó a la fuerza a la Edad Media. Fue aproximadamente a las 0.20 del viernes 17.
“En ese momento, me estaba por dormir –cuenta Enrique Pacheco, otro vecino del mismo edificio, de 27 años– y empezaron a estallar los enchufes, pluf, pluf, pluf hacían, y se veían fogonazos como flashes de máquinas de foto por toda mi habitación. Fui a ver la llave térmica de mi casa y estaba baja, había saltado la térmica y cometí el error de volver a levantarla. Entonces, empezó a salir humo blanco de los enchufes. Se me llenó el cuarto de humo blanco. Fui a prender una lámpara con una perilla para graduar la luz y no regulaba, sólo daba como si tuviera más de 100 watts. Sentí olor a quemado y volví a bajar la térmica. No entendía qué pasaba.” Lo mismo le ocurrió a los demás vecinos del edificio de dos pisos ubicado en Defensa 627. “La tensión no bajaba. En algunos departamentos estallaron las bombitas prendidas”, apuntó Pacheco, que vive en el 2º “M” y fue uno de los menos afectados del edificio: apenas se le quemaron dos transformadores de sus equipos de música y pudo salvar la TV cambiándole un fusible quemado. Alertada por los vecinos, una cuadrilla de Edesur llegó al lugar y cortó la electricidad: dictaminó que “por un problema en la conexión de la calle al edificio había subido la tensión a 380”, contó Pacheco.
Los demás vecinos del edificio –en total hay 11 departamentos habitados y dos locales a la calle– resultaron con uno o más electrodomésticos quemados. Por ejemplo, en el 1º “H” se arruinó el equipo de música, la heladera, una computadora, una impresora, un radio reloj, la televisión y la videocasetera. En uno de los comercios funciona un local de quiniela que se quedó sin máquina procesadora de apuestas ni radio AM/FM con la que la empleada escucha los números que salen sorteados. En el otro local hay una vidriería: se le quemó una computadora, un conversor de TV y un fax.
Para hacer el reclamo ante las empresas eléctricas hay que ser titular del servicio. Gimena es propietaria del departamento hace cinco años, pero nunca había hecho el cambio de titularidad. Ahora se vio obligada a hacerlo para poder reclamar, pero le dijeron que recién el año próximo se acreditará a su nombre. De todas formas, ante sus ruegos le han tomado el reclamo. Pero le exigían que detallara en un formulario el aparato dañado, la marca, el modelo, el año de fabricación, a cuánto lo pagó (en pesos), qué piezas tiene rotas, el costo de cada pieza afectada y el costo de la mano de obra para arreglarlas. “Para pasarme un presupuesto cada service me pide 30 pesos por venir a casa. El que me arregla la tele no sabe de heladeras, y es patético pero no tengo para pagar ese dinero. Y mientras no tenga plata para el técnico no voy a poder ver qué le pasó a cada aparato”, se lamenta. En momentos en que Gimena relataba sus penurias a este diario, un empleado de una contratista de Edesur se presentó a su casa para constatar los daños.
–¿Es común que ocurran este tipo de problemas? –le preguntó este diario al empleado de overall celeste de la firma Tecnodock.
–A la gente se le queman artefactos permanentemente –respondió.
–Tiene entonces muchos casos como éste.
–Sí, bastantes.
Desde el jueves, cuando clientes de Edesur sufrieron un corte de no más de quince minutos en la Capital Federal, unas 250 personas se acercaron a las oficinas de la compañía para reclamar por electrodomésticos quemados por picos de tensión que se dieron al regresar la luz, según informó a Página/12 Daniel Martini, vocero de la compañía, quien aseguró que en un plazo no mayor a un mes la empresa contestará si se hará cargo del pago en cada caso.
El problema repercutió en la Oficina de Defensa del Consumidor del gobierno porteño, adonde llamaron con la misma inquietud entre el mismo jueves y el viernes alrededor de ochenta clientes de diversos barrios –Congreso, Barrio Norte, Almagro y Palermo– para pedir asesoramiento. Curiosamente, la misma Oficina de Defensa del Consumidor se vio afectada por los cambios de tensión eléctrica: se les rompió una computadora y el teléfono inalábrico del director Miguel Fortuna, según el mismo funcionario relató a Página/12.
Las peripecias de los usuarios afectados no terminan en el mostrador de Edesur. “Me cansé de llamar al 0-800-333-3000 del ENRE porque siempre me daba ocupado”, contó Gimena. Finalmente, se presentó directamente en las oficinas del organismo regulador para averiguar qué tenía que hacer. “Se les acabaron los formularios para reclamar y te piden que los bajes de su página en Internet. Es increíble”, señaló. En medio de tanta desazón no puede dejar pasar un dato que ilustra las arbitrariedades a las que, a veces, se ven sometidos los clientes: “El año pasado me cortaron la luz por una boleta impaga del año ‘97, que por supuesto yo no tenía ni idea si había pagado o no porque no la pude encontrar. Le dije al empleado que me esperara, que iba a pagar y volvía. Pero no, me cortó la luz y al rato me la reconectaron. Por la reinstalación del servicio me cobraron 50 pesos”.

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