Lun 03.11.2003

EL PAíS  › UNA ASAMBLEA QUE MUESTRA COMO SE DEBATEN GASTOS Y PRESTAMOS

Un día en la economía piquetera

Autogestionada, con las prioridades seleccionadas por voto, con ideas sobre interés, inversiones y garantes discutidas entre pares. Una asamblea del Teresa Rodríguez que muestra cómo se habla de dinero entre piqueteros.

› Por Laura Vales

La asamblea tardaba en empezar así que algunos piqueteros decidieron aplaudir para que los demás dejaran de hablar entre sí y comenzara el debate. En menos de un minuto las 200 personas de la ronda armaban una batahola de gritos y aplausos. Desde el fondo, una mujer dijo a la concurrencia:
–Así los quería escuchar. ¿Por qué no aplauden como lo están haciendo ahora en las marchas?
Rápida de reflejos, otra contestó:
–Porque acá no está la policía.
Cuando se apagaron las risas, la asamblea eligió un coordinador.
–Vamos a empezar con lo nuestro –dijo el coordinador–. El tema del día es qué hacer con la cuota que ponemos en el movimiento. También un problema que apareció: empezamos a dar préstamos de 50 pesos a algunos compañeros que estaban con urgencias, por el fallecimiento de un familiar y cosas de ese tipo. En algunos casos se dieron préstamos mayores, de 100 o 150 pesos, pero después a muchos les resulta imposible pagar. Muy pocos devuelven la plata. Y a veces vienen a pedir préstamos compañeros que no están aportando. No tenemos muy claro qué hacer y tenemos que ponernos de acuerdo. Se abre la lista de oradores. Que se anote el que quiera hablar.
–El problema no son los préstamos –dijo Osvaldo–. Cuando uno se organiza, empieza a resolver problemas. El préstamo a veces es una solución. El problema real es que por ahí no todos saben que se empezaron a dar préstamos, ni a quién se los están dando, por eso yo pedí que se hiciera esta asamblea. Porque hay barrios que pidieron préstamos para comprar herramientas y no sé si todos saben que existe esta posibilidad.
–Yo creo que hay otras prioridades y no hay que dar préstamos –dijo una chica.
(Silencio.)
–¿Alguien más quiere hablar? –dijo el coordinador. Una o dos manos se levantaron para anotarse. El coordinador los anotó.
–Voy a decir algo antes de seguir –dijo después, mirando alrededor–, quiero saber si todos van a hacer el esfuerzo de hablar. Porque en las asambleas son siempre los mismos cinco o seis los que hablan y mañana algunos que ahora están callados resulta que se empiezan a quejar.
(Silencio.)
–Aprovechen ahora porque acá están todas las cabezas grandes.
La asamblea estaba enteramente compuesta por vecinos, mujeres en ojotas, hombres que llegaron en bicicleta, adolescentes de piernas tatuadas. Se conocen entre sí, y a muchos les hizo gracia lo de “cabezas grandes”.
–Están todos los delegados –insistió el coordinador–. Hablemos ahora porque no sirve andar hablando después por atrás. Mario, tenés la palabra.
–A las personas siempre alguna desgracia nos aparece –dijo Mario–. Fallece un familiar y uno no tiene plata para viajar. ¿Por qué no ponemos una cuota chica, tipo alcancía, para esa parte? Así no habría que pedir préstamos y podríamos solucionar la urgencia.
Elodia: –Propongo que primero se vote si tiene que haber préstamos o no, y después recién pasemos a ver cómo entregarlos.
Porfiria: –Yo pienso que tiene que haber préstamos, para eso somos como una familia.
–¿Puedo hacer una pregunta? –dijo Carlos.
–Pregunte –contestó el coordinador.
–¿Los préstamos se cobran con interés?
–No –dijo una chica que es la encargada de finanzas–. Si pedís 50 pesos, devolvés 50 pesos.
–No somos un banco –dijeron varios a la vez. Otros se superpusieron y apuntaron que si pidieran interés, el Movimiento no estaría cambiando en nada. La asamblea se desordenó en una serie de discusiones. –Tendría que cobrarse interés –dijo Carlos cuando el coordinador consigue que se haga silencio.
–Si no pueden pagar los 50 pesos, ¿cómo van a pagar interés?
Pidió la palabra un hombre grande, de sombrero. “Que hable Vázquez”, señaló el coordinador.
–Si es posible –dijo Vázquez–, yo estoy precisando 100 pesos. Prometo devolver 50 el mes que viene y 50 después.
El coordinador asintió y busca el siguiente nombre de su lista. “José, seguís vos para hablar.”
–Yo digo que los préstamos se den con garantía –dijo José.
–¿Y quién te va a salir de garante?
–Si somos una familia no podemos pedir garantía –dijo Porfiria.
La discusión continuó en estos carriles una hora larga más. Si hay que dar préstamos o no, si de 100 pesos o sólo de 50, quién decide, en qué prioridad porque antes hay otras cosas que pagar. Se votó si el Movimiento los va a seguir dando o no. La mayoría estuvo a favor. “Entonces –dijo el coordinador–, pasemos a discutir las condiciones.”
Cuota social
En el Movimiento Teresa Rodríguez, donde se realizó esta nota, los piqueteros aportan una cuota de cinco pesos por mes. La mitad queda en el cabildo de cada barrio y la otra mitad va a la mesa nacional. A nivel local, el dinero se destina a gastos administrativos, pagar el flete para los alimentos que entrega el Gobierno, contratar micros cuando hay protestas y otros destinos varios, según el barrio. En este, en Florencio Varela, tienen un centro de salud con consultorios y dos médicos a sueldo, un laboratorio y una farmacia donde los aportantes acceden a atención gratuita y medicamentos a mitad de precio.
Con lo que va a la mesa nacional, están decidiendo la compra de un camión para comercializar las verduras de las huertas.
Del fondo común de cada barrio, una parte se destinó también a dar los préstamos en debate. La intención de la asamblea que presenció Página/12 era discutir cómo usar mejor los aportes, pero la cuestión de los préstamos era la novedad y había generado ansiedad suficiente para llevarse las dos horas de reunión.
–Tengo en la lista a Elodia –dijo el coordinador.
–Quería proponer formar una cooperativa, que cada uno ponga 50 centavos y que eso sirva para cuando te cortan la luz.
–Yo pedí 20 pesos para comprar el gas y me dijeron que ese día no había. Entonces quiero saber cómo es la cosa –dijo Graciela.
–Estamos usando algunos criterios, que hay que rediscutir acá –dijo la encargada de finanzas–. Que para pedir un préstamo hay que ser aportante, y que es para casos de extrema necesidad.
–Si no tengo gas es una necesidad grave, porque tengo chicos.
–A mí la garrafa me dura entre 36 y 40 días. Pero porque yo a mi mujer la tengo amenazada, no le dejo usar el horno –chicaneó el coordinador.
–¿Nos vamos a organizar para enfrentar los problemas pidiendo préstamos? –preguntó Osvaldo–. Con el aporte hay que priorizar el avance del conjunto del movimiento, no resolver el problema de la luz o el gas. A mucha gente que ahora se entusiasma con los préstamos yo no la vi en la carpa (de protesta) por las tarifas. Si no fuimos capaces de enfrentar con un planteo de fondo el tema, no vengamos ahora a pedir un préstamo. Esa no es la solución.
Elodia: –Propongo que cada uno ponga 50 centavos para estas cosas.
–Basta de hablar de los préstamos. Hay que discutir para qué usamos el dinero del fondo –dijo Agüero–. Que la encargada de finanzas lea el balance.
–Repartimos copias del balance a todo el mundo la semana pasada –dijo la chica de finanzas–. Para discutir en esta asamblea. ¿No lo leyó?
–Leelo igual –dijo el coordinador.
–Este mes se pagó el alquiler de los consultorios, 100 pesos. Para los sueldos de los médicos, 500 pesos. Viáticos, fotocopias para reclamos, el flete de la mercadería. Se sacó el boletín. Se pagó el teléfono y el alquiler del local. En total se recaudaron 2457 pesos. 1200 fueron a la mesa nacional.
–Antonio, seguís en la lista –dijo el coordinador.
–Yo digo que empecemos a decidir porque ya pasaron más de dos horas.
Llevó media hora más formular las mociones. Moción uno: que no se preste más de 50 pesos. Que los préstamos sean para casos de urgencia, como los fallecimientos, pero no para cuestiones como la luz y el gas, para lo que hay que buscar soluciones de fondo. Dos: Que los préstamos se den con garantes. Tres: Que se preste sin preguntar para qué. Cuatro: Que si alguien pide un préstamo y no lo devuelve, se lo saque del plan.
Sólo se aprobó la primera moción.
–Hay un compañero más que quiere hablar –dijo el coordinador.
–Tenemos que discutir no de los préstamos, sino de si estamos conformes en cómo estamos usando el dinero. Esa es la discusión.
–Pero nos fijamos dos horas de asamblea y ya pasaron –dijeron algunos.
–Yo vine a discutir ese tema y no me voy sin que se hable.
–Está bien, nos quedamos hasta agotar la discusión –dijo el coordinador.
–Ya están saliendo los chicos del colegio –dijeron varias mujeres.
–Votemos para que el tema quede como primer punto de la próxima asamblea –dijo el que había reclamado la cuestión.
La mayor parte de las manos lo aprobó. Hubo aplausos para cerrar la asamblea, pero no muchos. Eran las cuatro y media y las mujeres ya salían, apuradas, para llegar a la puerta de la escuela.

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