Jue 06.11.2003

EL PAíS  › SEGUN EL TESTIGO C, IRAN ES EL AUTOR DEL ATENTADO

Un dedo apuntando a Teherán

Ex tercero en la jerarquía de inteligencia iraní, el testigo C declaró por teleconferencia. Dijo que no hubo conexión local en el atentado a la AMIA. Y que un hombre de Menem negoció dinero.

Por Raúl Kollmann e Irina Hauser

Abolghasem Mesbahi, ex tercer hombre en la jerarquía de la inteligencia iraní también conocido como testigo C, dejó flotando tres elementos claves sobre el atentado contra la AMIA al declarar ayer por teleconferencia. Primero, sostuvo que el ataque fue liderado, operado y ejecutado por Irán. Segundo, dijo que en él no participaron argentinos porque esa era la metodología aplicada en ese tipo de operaciones “en las que se buscaba un 98 por ciento (sic) de seguridad”. Con esos argumentos les dio una mano a Carlos Telleldín y los policías bonaerenses sentados ahora en el banquillo de los acusados del juicio oral. Si se le cree a C, ellos no tuvieron que ver con la voladura de la mutual judía. Tercero, reiteró que en Teherán se presentó un enviado especial del ex presidente Carlos Menem que pidió diez millones de dólares para amortiguar la campaña de acusaciones contra Irán.
La figura del testigo C dejó de ser un misterio cuando apareció en la pantalla de la sala de audiencias donde se realiza el juicio por el ataque terrorista ocurrido en 1994. El arrepentido iraní, de 45 años, barba candado, anteojos, tez morena, petiso y vestido con traje oscuro, contestó preguntas desde la embajada argentina en Berlín, que le formularon en el tribunal porteño durante más de cinco horas. Junto a él, en Alemania, había una traductora que convertía el interrogatorio al inglés, idioma en el que el hombre contestaba, se encontraba el secretario del Tribunal Oral 3, Eduardo Chittaro, que controlaba. A Mesbahi se lo vio declarar con tono seguro y por momentos despreocupado. El gran enigma es si miente o no.
“No es posible que ningún argentino ni nadie que estuviera en Argentina pueda haber estado informado o involucrado” en el atentado, afirmó el testigo C, cuya voz se escuchó nítidamente durante la audiencia. Según su versión, el ataque se hizo porque la Justicia argentina y el gobierno de Menem bloquearon la construcción de una central atómica fabricada en el país y vendida a Irán. Y, además, porque según la información que recibió el régimen de Teherán, en el edificio de la AMIA funcionaba una oficina del Mossad. Sin embargo, en este terreno Mesbahi no aportó ningún dato corroborable o que no haya aparecido en los diarios.
El ex agente contó que un autoproclamado “enviado especial” de Menem pidió al régimen de Teherán diez millones de dólares a cambio de no acusarlo por el atentado. “Yo no lo vi a ese individuo, pero mi informante me dijo que entregó un número de cuenta en un banco en el que figura la palabra Luxemburgo en el nombre y que allí había que depositar el dinero para Menem”, dijo. Esos detalles, dijo, se los proporcionó el viceministro de informaciones iraní Sayed Eslami en 1995, quien según C fue degollado hace poco más de un año. Cuando le mostraron fotos para identificar al emisario no reconoció a nadie. Lo que aclaró, además, es que no sabe si el pago se concretó, algo contradictorio con lo que aparece en sus dichos de años anteriores ante la Justicia. De hecho, sus relatos fueron cambiando. Pero ayer sostuvo que sus testimonios fueron mal traducidos.
Las partes en el juicio reaccionaron de muy forma diversa:
- Para los defensores de Telleldín y los policías, el ex jefe de inteligencia iraní es un hombre creíble. Es que al decir que no participaron argentinos en el ataque o que los que tuvieron alguna relación no sabían que se estaba por cometer el atentado, ayudó a las defensas, que alegan la inocencia del desarmador de autos y los policías.
- Para la DAIA, el hombre sabe todo sobre la conexión internacional porque tenía un alto cargo en la inteligencia iraní, pero no sabe nada de la conexión local y, peor aún, “llena sus conocimientos con mentiras o imaginación”, según diagnosticó la abogada Marta Nercellas. El juez, los fiscales y la DAIA fueron siempre los que más sostuvieron que detrás del atentado estuvo Irán y que en Argentina actuaron Telleldín y los policías.
“Se le puede creer todo o no se le puede creer nada”, fue la postura de otro de los abogados presentes en la audiencia. “Da toda la impresión de que el testigo C fue preparado para decir lo que dice –avanzó–. Al mismo tiempo habla con precisión sobre la responsabilidad iraní, aunque podríaser todo inventado. También uno puede decir que el atentado se armó en una reunión realizada el 14 de enero de 1994, en el despacho presidencial y que estuvo el jefe de la SIDE, el ministro del Interior y el primer mandatario. ¿Y quién comprueba eso?”
- Los fiscales del juicio quedaron bastante amargados con la declaración de C. Sospechan que cambió de postura después de que tuvo contacto octubre del año pasado con gente de la SIDE (por entonces a cargo de Miguel Angel Toma) que lo fue a ver a Alemania. A partir de entonces dejó de afirmar que a Menem se le pagó.
Mirando en detalle el testimonio respecto de la ejecución del atentado, Mesbahi dijo que el armado quedó en manos del agregado cultural de la embajada de Irán en la Argentina, Moshen Rabbani, el hombre al que acusa el juez Juan José Galeano. Señaló que la mano de obra del ataque entró al país con pasaportes diplomáticos, con nombres falsos, y que no hubo colaboración de argentinos porque en esas operaciones se buscaba seguridad extrema. En otro punto sobre la organización del atentado, Mesbahi planteó un dato que la SIDE copió y puso en su informe final pero que no tiene asidero: dijo que la camioneta usada como coche bomba fue alquilada (por Rabbani), cuando en Argentina no hay tradición alguna de alquilar camionetas. Ese esquema está tomado de los ataques perpetrados en otras partes del mundo. Hubo un elemento dudoso más en el relato de C: dijo que el explosivo fue comprado en Colombia, luego pasó a Venezuela, Brasil, para finalmente entrar a la Argentina. Expertos en explosivos han insistido que semejante movida es impensable: “Ningún terrorista con un mínimo de estrategia pasa explosivos por cuatro fronteras para perpetrar un atentado”.
En resumen, C favoreció a Telleldín y los policías, pero introdujo elementos poco creíbles en su testimonio. Y la acusación contra Menem, de haber cobrado diez millones, quedó ambigua.
Entre los elementos que podrían darles verosimilitud a sus afirmaciones, está el hecho de que al principio Menem imputó a Irán, se restringió todo el comercio, pero luego las acusaciones se fueron diluyendo. Como es obvio, tal vez a Menem no terminaron de convencerlo las pruebas contra el régimen de Teherán o pudo existir la negociación que le contaron a C. El segundo dato es que existe una cuenta en Suiza, a nombre de una empresa, en la que según las autoridades helvéticas hoy hay más o menos seis millones de dólares, pero originalmente había diez. Esa cuenta –siempre según la Justicia suiza– está a nombre de una sociedad que pertenece a Ramón Hernández, el secretario de Menem, y el propio Menem.

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