EL PAíS › ENTRE APLAUSOS Y GRITOS DE ¡VIVA CUBA!, WASHINGTON REABRIO SU EMBAJADA EN CUBA TRAS 54 AÑOS
El izamiento de la bandera norteamericana en la isla después de 54 años, ante la mirada del propio secretario de Estado, puso en imágenes el avance del descongelamiento de las relaciones. Kerry, en castellano, aseguró que Obama impulsa el fin del bloqueo.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, encabezó la ceremonia de reapertura formal de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, 54 años después de que ambos países rompieran sus relaciones. Bajo un calor que a medida que avanzaba la jornada se hacía más intenso, la sede diplomática de Estados Unidos en La Habana recibió en el gran patio de entrada a cerca de 350 invitados, entre empresarios cubano-americanos, legisladores y senadores estadounidenses y representantes religiosos. Además, una gran cantidad de cubanos se acercaron a la embajada para celebrar su reapertura.
Combatiendo el sol isleño con abanicos con la bandera de Estados Unidos y botellas de agua dispuestas junto a cada una de las sillas, los asistentes aguardaron el inicio de la ceremonia sentados en hileras ubicadas con vista al mar y frente al mástil donde poco después se izaría la bandera. Pasadas las diez de la mañana, ingresaron entre aplausos la directora general para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, junto a su delegación. Por su parte, Kerry llegó a la embajada directamente desde el aeropuerto José Martí, y agradeció en sus primeras palabras que hayan dejado estacionar su auto cerca de la reja del edificio, ya que se desplaza ayudado por un bastón. La comitiva estadounidense, en tanto, estuvo encabezada por la encargada para la región del Departamento de Estado, y quien estuvo a cargo de las negociaciones entre los dos gobiernos, Roberta Jacobson.
Después de que el poeta estadounidense e hijo de cubano Richard Blanco recitara su poema “Cosas del mar”, sonó el himno local, que fue también entonado por las más de 600 personas que seguían el evento entre banderas cubanas, detrás de las vallas apostadas a los costados de la sede diplomática. “¡Viva Cuba viva!”, gritaron al unísono cuando concluyó la canción patria.
Kerry pronunció un discurso de 17 minutos con algunos tramos en un esforzado castellano, como cuando dijo que “Estados Unidos acoge con beneplácito este nuevo comienzo con el pueblo y el gobierno cubano”. El funcionario estadounidense señaló que los presidentes de su país y de Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, respectivamente, tomaron una valiente decisión, y evocó los hechos que marcaron la siempre tensa relación entre ambas naciones, como la invasión frustrada a Bahía de Cochinos, en 1962, y la crisis de los misiles, en octubre de ese mismo año. El jefe de la diplomacia estadounidense destacó que, desde entonces, el mundo cambió y señaló en un mensaje dirigido a los que estaban del otro lado de las rejas que la semana pasada estuvo en Hanoi. “Vietnam es hoy un país dinámico, con una economía creciente”, dijo. “Mientras tanto, la relación entre Estados Unidos y Cuba permaneció encerrada en el tiempo. El aislamiento mutuo no era el camino correcto, pero la política de Estados Unidos no será injerencista, porque será el pueblo cubano el que modele el futuro de Cuba”, dijo. “Los líderes cubanos saben que Estados Unidos será siempre un adalid de la democracia”, sentó posición. “Pero queremos una democracia genuina para Cuba, donde pueda ser escuchada la sociedad civil independiente”, expresó.
Respecto del bloqueo comercial, cuyo final es el reclamo más fuerte de Cuba, recordó que esa sanción permanece y sólo puede ser retirada por el Congreso de su país, algo que desde la administración Obama, aseguró, está siendo alentado fuertemente. “Por ahora, hemos avanzado en el levantamiento de restricciones que dependen sólo de la Casa Blanca, como las referidas a viajes y a ciertos rubros comerciales, así como funcionarios estadounidenses están trabajando en planes comerciales con emprendedores cubanos”, explicó.
Kerry señaló, en un claro español, que el camino a la normalización entre ambos países será un proceso largo pero que traerá satisfacciones. “Serán muchos los beneficios de que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor, visitarse con más frecuencia, realizar negocios de forma habitual, intercambiar ideas y aprender los unos de los otros”, explicó. “Es el momento de desplegar nuestras banderas, enarbolarlas y hacerle saber al resto del mundo que nos deseamos lo mejor los unos a los otros”, aseguró.
El funcionario dio entonces paso a los tres marines, que en enero de 1961 fueron los encargados de bajar la bandera, cuando el entonces presidente Dwight Eisenhower ordenó cortar el diálogo y cerrar las relaciones bilaterales. Larry Morris, Jim Tracey y Mile East fueron los encargados de entregar la bandera estadounidense a tres jóvenes marines vestidos con sus trajes protocolares, quienes con todos los invitados de pie y en silencio, izaron la bandera que al llegar a la punta del mástil despertó los aplausos y marcó el inicio del himno norteamericano a cargo de una banda del Ejército de los Estados Unidos.
Bibi Hidalgo, una estadounidense de 43 años descendiente de padres cubanos invitada al evento, rompió en llanto durante la ceremonia. “No puedo parar de llorar porque es una emoción tremenda. Hemos leído de Cuba, de todo lo que ha pasado por más de 40 años y estar aquí este día y ver que estamos entrando en una nueva relación, un nuevo período, ojalá de paz y de amistad.”
Entre los cubanos que se agruparon en los costados de la plaza Tribuna Anti-Imperialista, Yolanda, de 71 años, tildó al evento de histórico. “Es un avance para Cuba, para los dos países y para el mundo entero.” Un poco más lejos, debajo de una gran bandera nacional que colgaba de un edificio, Analía, de cinco años, sintetizó sus sentimientos. “Vine a ver la bandera americana.”
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