EL PAíS › LA ESTRATEGIA DE DANIEL SCIOLI PARA TRATAR DE GANAR EN LA PRIMERA VUELTA ELECTORAL
El candidato presidencial del FpV se concentrará en Buenos Aires, Córdoba y Capital Federal. Su objetivo es incrementar en más de 600 mil votos lo obtenido en las primarias, lo que le permitiría acercarse al 42 por ciento a nivel nacional.
› Por Fernando Cibeira
“Cinco puntos más en Córdoba, provincia de Buenos Aires y Capital Federal”, resume un dirigente cercano a Daniel Scioli la estrategia para intentar ganar en la primera vuelta electoral del 25 de octubre. Luego de un repaso de los resultados del domingo pasado en todo el país, en el sciolismo concluyeron que esos son los tres distritos en los que el candidato presidencial del Frente para la Victoria no consiguió los porcentajes que se esperaba y que no es una locura imaginar que puede mejorar de manera consistente. Una vez que pase el mal trago por el fallido viaje a Italia y quede atrás la emergencia por las inundaciones en la provincia, a ellos dedicará Scioli sus mayores esfuerzos en las semanas que se vienen. Y, aseguran, lo hará sin cambiar demasiado su discurso, sólo ajustando algunos detalles y enfatizando otros.
Los tres distritos representan más de la mitad del padrón nacional. El objetivo de sumar cinco puntos más en cada uno le significaría a Scioli incrementar en más de 600 mil votos lo obtenido en las primarias, lo que le permitiría acercarse al 42 por ciento a nivel nacional, con buenas posibilidades de dejar nocaut a Mauricio Macri en el primer round. Sostienen que no es imposible y, además, que no es necesario que Scioli tenga que empezar a alejarse del Gobierno para conseguirlo. “No sería natural, no es lo que viene diciendo Daniel. Creemos que hay mucha gente de acuerdo con las políticas de este Gobierno, pero que quiere un cambio de estilo. A esa gente nos vamos a dirigir porque Scioli es quien les garantiza ambas cosas”, concluyen cerca del gobernador.
Por otro lado, van a dirigir sus cañones contra Macri. “Así como Macri está dedicado a hacer antiperonismo, nosotros vamos a empezar a hacer más ‘antimacrismo’. Hay que explicarles a los electores que Macri sólo puede hacer maquillaje, que es un tipo incapaz de llevar adelante cualquier cambio de fondo”, remarcan. Por supuesto, todo eso acompañado de un análisis de lo sucedido en cada uno de los tres distritos y de una posible respuesta a cada situación.
En Córdoba, la cosecha de Scioli fue la más pobre de todo el país: sacó el 14,6 por ciento. Lo que más extrañó en el comando naranja fue que resultó inferior a la conseguida por el candidato del Frente para la Victoria, Eduardo Accastello, en la elección para gobernador de julio pasado, en la que superó el 17 por ciento. Una de las sospechas, que sólo se ventila en voz baja, fue que el intendente de Villa María optó por quitarle el cuerpo a esta campaña. Un posible motivo, continúa la sospecha, era que justamente prefería quedar como el kirchnerista mejor posicionado en la provincia. Con todo, Scioli se jacta de su buena relación con José Manuel de la Sota y, principalmente, el gobernador electo Juan Schiaretti, también de aceitado vínculo con Carlos Zannini.
Aunque De la Sota ratificó su pertenencia al frente UNA y anunció que será el jefe de campaña de Sergio Massa, cerca de Scioli aseguran que de parte del cordobés saben que no recibirán ataques directos. Además, tienen claro que a Schiaretti le interesa fortalecer su vínculo con el gobernador bonaerense, con muchas más probabilidades que Massa de convertirse en el próximo presidente. Córdoba no quiere repetir la experiencia de la mala sintonía que mantuvo durante los años del kirchnerismo. “Se llamaron para felicitarse después de las elecciones que ganó cada uno”, remarcan en el entorno de Scioli para asegurar que ahí no tienen un enemigo y que pescar entre los más de 630 mil votos peronistas que De la Sota obtuvo en su provincia.
Scioli no fue una excepción a lo que sucedió entre la gran mayoría de la dirigencia y la militancia del kirchnerismo y el domingo pasado se fue a acostar de madrugada con la preocupación del estrecho margen que a esa altura le otorgaba el escrutinio provisorio. Sin embargo, sabía que faltaba todavía contabilizar la mayor parte de la provincia de Buenos Aires, lo que permitía pensar en una buena recuperación. La diferencia, por cierto, se amplió. Pero también es verdad que la cosecha en la provincia que Scioli gobierna desde hace ocho años no fue la imaginada. El análisis es variado.
Están las inundaciones y las repercusiones sobre la denuncia mediática contra Aníbal Fernández, dos temas que pegaron en la semana previa al comicio. Está también la tradicional división entre el populoso conurbano, donde al peronismo le suele ir mejor, y los más conservadores sectores rurales, donde es más fuerte el radicalismo, ahora aliado a Macri. Pero la preocupación de los sciolistas se ubicó en tres grandes ciudades bonaerenses: La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca. Las tres son gobernadas por intendentes del Frente para la Victoria y en las tres ganó Macri. En total, Cambiemos hizo allí una diferencia de 70 mil votos. La cuestión no es sencilla porque entienden que se trata de gestiones municipales deficientes o intendentes de mala imagen. Repasan otros distritos como Tres de Febrero o Pilar, donde tampoco se obtuvo lo que se esperaba. “Más que ganarlas los otros, las perdieron ellos”, responden sobre los intendentes.
Está la idea de trabajar de manera más intensa en las tres ciudades, insistir en la experiencia ejecutiva del justicialismo. Creen que la interna entre Aníbal y Julián Domínguez dejó heridas y una prioridad pasa por amalgamar al peronismo, conseguir que todos los intendentes trabajen para el conjunto, porque de lo contrario se puede perder. “Habrá que prometer algunas cosas para tener a todos adentro”, deslizan. Respecto del jefe de Gabinete y candidato, se proponen “edulcorarlo” un poco para hacerlo salir de la lógica del “lobo contra Caperucita” en que quedó enmarcada su competencia contra María Eugenia Vidal.
La Capital Federal fue otro punto bajo. El candidato presidencial sacó apenas el 23,5 por ciento –sólo punto y medio por encima de lo obtenido por Mariano Recalde en la elección a jefe de Gobierno– en el distrito en el que comenzó su carrera política y en el que siempre mantuvo una buena imagen. En el bunker sciolista revelan que una semana antes de las PASO tenían una encuesta que les daba 28 puntos y 27 para el candidato a diputado Axel Kicillof. Algo pasó e imaginan que tuvo que ver con las denuncias que se ventilaron, en un distrito muy sensible a lo que reflejan los medios. Ya hubo reuniones entre Kicillof, Recalde y el hombre de Scioli en la Capital, el presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, para armar una estrategia en busca de revertir la situación. Si esos cinco puntos estaban antes, imaginaron, no es imposible recuperarlos en los más de dos meses que restan de campaña.
Trazaron algunas líneas pero con más intuición que información. En las próximas horas comenzarán a llegar los datos de las encuestas que se mandaron a hacer y ahí podrán tener un mapa más detallado de la situación. En principio, el objetivo ya está trazado.
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