EL PAíS
› KIRCHNER Y SOLA SE MOSTRARON NUEVAMENTE JUNTOS
Otra foto para aquietar aguas
El Presidente buscó diluir la interna con la provincia, pero dejó claro que mantiene su ofensiva sobre la Bonaerense. “Es hora de que dejemos de ver uniformes implicados con el delito”, afirmó.
› Por Diego Schurman
La foto que Néstor Kirchner se tomó ayer con Felipe Solá –la segunda en menos de una semana– buscó llevar tranquilidad a la interna del justicialismo. Pero el Presidente dejó en claro que la necesidad de aquietar la aguas políticas no detendrá su avanzada contra la policía corrupta. “No me voy a callar. Es hora de que se termine esto de ver implicados con el delito a los hombres a los que se les da el uniforme y las pistolas para defender al pueblo”, señaló.
Kirchner pronunció sus palabras en la localidad bonaerense de Florentino Ameghino, ubicada a unos 500 kilómetros de la Capital Federal, a donde llegó para la firma de contratos de obras en la cuenca de la laguna La Picasa.
“Queremos confiar en las instituciones y no me voy a callar. Se los digo a los hermanos de uniforme de la Policía Bonaerense, que seguramente son hombres de trabajo en los que queremos confiar. Pero también a todas las policías de la Argentina”, remarcó el mandatario.
El acto se convirtió en la excusa perfecta para mostrar al Presidente y al gobernador juntos luego de una semana de fuertes tensiones entre la Nación y la provincia.
El propio Kirchner había tirado la cuerda al pegarle durísimo a Solá por abundar en discursos que luego no se transformaron en hechos. En esos días, el gobernador debió visitar la Casa Rosada. Pero la tranquilidad duró poco tiempo. Al día siguiente, desde el Gobierno se puso en duda el compromiso de Juan José Alvarez con el proceso de depuración de la Policía Bonaerense.
La continuidad del ministro de Seguridad de Solá fue materia de debate entre los dos hombres más poderosos del distrito: el propio gobernador y el ex presidente Eduardo Duhalde. Para peor, el padre de Pablo Belluscio, el chico que recuperó su libertad luego de la paga del rescate, dejó mal parado a Alvarez ante toda la sociedad. “En vez de festejar, pidan disculpas”, señaló.
Solá debió salir a defenderlo, aunque sus hombres dejaron supeditada la decisión final sobre su futuro a las presiones que provengan del Gobierno. Dicho en criollo: si Kirchner insiste en apuntar sus cañones a Alvarez, consideran que no habrá más remedio que pedirle que dé un paso al costado. El gobernador sabe que este tópico aún genera ruido en su entorno. Por eso, una vez más, buscó quitarle peso. “Es un tema superado. Alvarez es un ministro mío y tiene todo mi apoyo. Lo damos por superado”, dijo ayer en el Aeroparque Metropolitano. Funcionarios del Gobierno negaron que se haya pedido la renuncia del funcionario, pero no la desconfianza que prima en la Casa Rosada sobre su trabajo en pos de la depuración policial.
–¿Van a hacer públicas las quejas contra Alvarez? –preguntó este diario a un hombre clave del Gobierno.
–Solá ya sabe lo que pensamos de Alvarez –respondió, conspicuo.
En rigor, el gobernador no quiere que le manejen las decisiones y los tiempos políticos. La foto de ayer le da oxígeno en la interna que, a su vez, mantiene con el propio duhaldismo, sector al que acusa retacearle apoyo. Pero Kirchner ya demostró que la polaroid se vela rápidamente si tras ella no se hace honor a los compromisos.
Solá ya había dicho no tener ningún compromiso con la policía. Pero en el Gobierno anoche insistían en que quieren algo más que palabras, sobre todo después de la sorpresa que causó un informe donde se revela la situación patrimonial del comisario Angel Casafús, titular de la dirección de investigaciones complejas y narcocriminalidad. Casafús es, junto a Alvarez, la otra persona a quien el papá de Belluscio le pidió una disculpa pública.
Apenas tres días después de que trascendiera que había recibido amenazas por su postura en favor de la depuración de las fuerzas policiales, ayer Kirchner pareció ir por más con su queja por ver a “hombre de uniforme implicados en delitos” y con su sentencia más severa: “No me voy a callar”. De esta manera, con el “coraje y la decisión de quienes venimos de la política” –agregó– los argentinos “van a volver a creer en las instituciones y en los dirigentes”, sostuvo el jefe de Estado.
Como un prenuncio de las palabras del Presidente, por la mañana el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, había destacado la decisión de Kirchner de “no transar, no negociar y, en el marco de lo que es una línea de gobierno, luchar contra la corrupción tanto en la política como en la policía”.
“Lo más importante es que tengamos claro desde el Gobierno y el conjunto de los ciudadanos es que hay un presidente que está decidido a llevar adelante una política y que no va a admitir ningún tipo de intimidación ni de presión”, sentenció Parrilli.
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