Lun 12.10.2015

EL PAíS  › QUIéN ES JIAN PING YUAN, LEGISLADOR ELECTO DEL PRO Y APORTANTE A LA CAMPAñA DE MACRI

La farsa del vendedor chino

Jian Ping Yuan se vinculó con el macrismo haciéndose pasar por representante de supuestas asociaciones de China en Argentina que nunca estuvieron a su nombre, según descubrieron y denunciaron vecinos del barrio de Belgrano.

› Por Gustavo Veiga

La puerta de entrada a la política del chino Jian Ping Yuan nació de una farsa. Fernando, como también se lo conoce, es el gestor del arco que su colectividad levantó en el corazón del Bajo Belgrano, en la calle –ahora peatonal– Arribeños. Para pedir su emplazamiento, se presentó ante el gobierno porteño como representante de la Asociación de la Unificación Pacífica China en Argentina. También, como presidente de la Federación de Reunificación Pacífica de China en Argentina. Parecen lo mismo pero no lo son. La impostura del legislador electo del PRO consistió en que esas dos ONG nunca estuvieron a su nombre, ni las integró. Dos vecinos de una asociación que denuncia hace años irregularidades en el barrio chino constataron en la Inspección General de Justicia (IGJ) que no estaban inscriptas e hicieron reserva de su denominación. Así dejaron en evidencia al aportante de fondos a la campaña presidencial de Mauricio Macri. Un empresario diversificado que importa peluches, tiene un hotel y en el pasado se dedicó a la explotación agropecuaria.

El hombre de 52 años que asumirá una banca en la Legislatura en diciembre, nació en Fujian, China, frente la isla de Taiwán. Se naturalizó argentino el 2 de septiembre de 2003 y desde entonces comenzó a hacerse notar en su colectividad. Para lograrlo, el 6 de octubre de 2008 le envió una carta con membrete de la Federación de Reunificación Pacífica de China en Argentina al director general de Espacio Público porteño, Sebastián Espino. Pedía en el texto que se autorizara “el emplazamiento de una arcada donada por nuestra comunidad a su gobierno” y firmaba al pie como presidente esa entidad. También lo hacía como representante de una asociación con nombre parecido que, como la anterior, no estaba inscripta en la IGJ.

Integrantes de la Asociación Civil Vecinos de Belgrano advirtieron la irregularidad y se presentaron ante el organismo en 2009. Enrique Banfi reservó a su nombre la Asociación de la Unificación Pacífica China en Argentina y dos denominaciones más con ligeras variantes y Carlos Alberto Basile hizo lo mismo con la Federación de Reunificación Pacífica de China en Argentina. De esa forma, dejaron al empresario al descubierto. Pero más grave aún, al gobierno porteño que, basado en la donación del arco por una asociación que no era tal, abrió un expediente para aprobar esa obra.

La resolución la firmó el 17 de noviembre de 2008 el director general de Ordenamiento del Espacio Público, Sebastián Espino. El ministro era Juan Pablo Piccardo, del que también dependía la patota de la UCEP que desalojaba con violencia a indigentes de las plazas y umbrales de edificios.

Con el arco como as de espadas, el chino Fernando reforzó su pretensión de erigirse en referente de la comunidad. Había que marcar territorio ahí donde los vecinos del Bajo Belgrano todavía luchan para preservar su origen de zona residencial. Sobre la denominación del barrio chino, la Defensoría General de la Ciudad se pronunció el 3 de enero de 2013 en un expediente abierto por la peatonalización de la calle Arribeños, entre Juramento y Olazábal.

“El silencio del ordenamiento jurídico de la ciudad respecto de la sectorización ‘china’ no es casual: la estructuración institucional de la ciudad persigue evitar las segregaciones, garantizando la igualdad real entre sus habitantes. La ciudad carece de sectores nacionales y no los alienta. No hay en ella áreas dedicadas o reservadas a una etnia en particular...” La realidad lo desmiente. En el Bajo Belgrano se estimuló la política de sectorización.

En la esquina de Mendoza y Montañeses es tan visible como el arco chino un local del PRO. Con su simbología amarilla, se destaca una gran foto de Jian Ping Yuan con Horacio Rodríguez Larreta, a quien acompañó en las elecciones porteñas desde el decimotercer lugar en la lista de diputados locales. El día en que se inauguró, se presentó Cristian Ritondo, el vicepresidente de la Legislatura. El chino Fernando les habló a él y a los militantes en mandarín y un castellano que no se compadece con el de un residente que lleva treinta años en el país.

El peculiar legislador macrista es dueño del New World Hotel y de la importadora exportadora Mar Kres S.R.L., ambos ubicados en la misma cuadra de la calle Larrea, del barrio de Once. En el primero tiene como director al ciudadano coreano Yan Yu Xiang y en la comercializadora de marroquinería, juguetes y artículos de regalería, a su socia y esposa, Zhang Zhen Juan. Cuando abrieron la empresa en 2012 lo hicieron con un aporte de 40 mil pesos de capital. Si bien Jian Ping vive en el residencial Belgrano R y sus negocios están en el Once, en el Bajo Belgrano mantiene vínculos estrechos con Antonio Chang, el presidente de la Asociación Barrio Chino, y Toni Liu, su vicepresidente.

En este lugar cobró visibilidad su proyecto político. Pero también sumó protagonismo por las irregularidades que le atribuyen los vecinos en torno al arco de 11 metros de alto por 8 de largo que está ubicado sobre la calle Arribeños casi esquina Juramento. Entre las denuncias que acumula el psicoanalista Enrique Banfi en su centenaria casa de la calle Mendoza, están las copias de los planos en chino de aquella obra que define como “un Caballo de Troya”. En una nota enviada al ex ministro Piccardo en noviembre de 2008, Jian Ping justificaba la arcada de piedra y cerámica en que “desde hace décadas, numerosos ciudadanos chinos provenientes tanto de la parte continental como de Taiwán se radicaron en el barrio, viviendo y desarrollando sus actividades de manera permanente”. Para los vecinos que los precedieron en el barrio, el argumento es falaz. Banfi sostiene que los residentes fijos no llegan al centenar.

Instalado el arco, sin retorno en el “shopping center temático a cielo abierto” –como lo llama la Asociación Vecinos de Belgrano–, y con una calle peatonal construida desde junio pasado sobre Arribeños, el conflicto de intereses se agravó. La entidad vecinal que se opuso y se opone a la transformación del barrio en zona comercial, sostiene que “las irregularidades continúan y el gobierno de la ciudad tolera, entre muchas otras cosas, que grandes supermercados operen con habilitaciones fraguadas”.

La relación del importador de peluches con el PRO también tiene un origen mercantil. Aportó a la campaña presidencial de Macri miles de dólares y en la cena de la Sociedad Rural en la que el jefe de Gobierno intentó blanquear capitales que respaldaran su candidatura, se presentó con una comitiva de cuarenta empresarios de su colectividad que pagaron 50 mil pesos el cubierto cada uno. Ocurrió en marzo pasado.

Seis años antes, en 2009, Jian Ping había conseguido entrar por el arco a la cancha donde se siente más cómodo. Hasta hoy, los vecinos continúan denunciando que desde Macri hasta la Procuraduría de la ciudad “esquivaron el tema y tampoco se detuvieron a hablar de la ilegalidad de las asociaciones inexistentes que fueron presentadas como donantes”. Les hubiera resultado imposible justificar su creación. No habían visto la luz, hasta que dos vecinos que revelaron el modus operandi del diputado chino las pusieron a su nombre.

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