EL PAíS › OPINION

La defensa del empleo que supimos conseguir

 Por Carlos A. Tomada *

A menos de un mes de gestión del nuevo gobierno nacional ya hay señales muy preocupantes con respecto al empleo público: más de 10 mil despidos y con anuncios concretos (y celebrados por los voceros oficialistas) de sumar otros muchos miles a esa lista.

Lo primero que hay que pensar es que no sólo se trata de un número elevadísimo, sino que se trata de personas, de familias que sufren. Injustificable. Dejar sin trabajo a la gente. Quebrar carreras, sueños, expectativas. De miles y miles. Piensen como piensen.

Ha sido habitual en los últimos años que algunos medios periodísticos expongan de un modo crítico, hasta en términos descalificatorios, la información sobre la evolución del empleo público y por supuesto, su impacto negativo en la economía.

Precisemos algunos datos frente a esta larga campaña. El crecimiento del empleo público en estos 12 años ha sido claramente inferior al empleo privado. 58 por ciento vs. 86 por ciento. En el 2015, lejos de los números supuestamente escandalosos, sólo creció un 4 por ciento. Pero recordemos los significativos cambios en el papel del Estado. La vuelta de científicos. La ampliación de investigadores en el Conicet. La creación de nuevas universidades públicas. La reciente recuperación de Ferrocarriles. La expansión de Aerolíneas Argentinas. La inspección laboral revitalizada. Las 600 Oficinas de Empleo. La atención de los nuevos beneficiarios de una verdadera protección social. Los mejores y extendidos servicios públicos: DNI, Aguas Argentinas. La ampliación de los planteles docentes de todos los niveles. Y así podríamos seguir.

No nos engañemos y que no nos engañen más. La enorme mayoría (72 por ciento) de los trabajadores/as públicos/as realizan tareas de salud, educación y seguridad. ¿A ellos quieren despedir? Hasta músicos de orquesta caen en la volteada. Ya lo vivimos. Creo que todos lo recordamos y no queremos la misma historia. Aprendimos que cuando algunos celebran despidos masivos en el Estado, luego perdemos todos. El país, las instituciones públicas, la gente, el pueblo. Todos.

Esto es muy grave por donde se mire. Si es para achicar el Estado, significa que se dejarán de proteger los derechos de los trabajadores, de los consumidores, de los usuarios y de toda la sociedad. Si es para disciplinar, es una brutal vuelta al pasado. Y si es una caza de brujas política, resulta un macartismo injustificable, inhumano. Incompatible con nuestros 32 años de democracia.

¿O con la nefasta persecución política están encubriendo algo siniestro?, como generar una masa de desocupados para que presione y “discipline” al conjunto de los trabajadores. Con el miedo a la pérdida del empleo. ¿Serán estos despidos preparatorios e indicativos de la amenaza de “elijan: salarios o empleo” que lanzó el Gobierno en los últimos días? Otra vez: asustan para ajustar. También ya pasó.

Como proyecto político somos fieles defensores del empleo público. Porque creemos que debe existir un Estado fuerte y presente, para estar cerca de todos y como siempre de los más vulnerables.

Se suele hablar livianamente del crecimiento del empleo público. Un dato: en los últimos 12 años, de los casi 6 millones de puestos de trabajo que se crearon, sólo el 19 por ciento se explica por el empleo público. El resto fue empleo privado.

¿El “cambio” era dejar a miles (sí, a miles) de argentinos sin trabajo, era la quita de subsidios que mejoran la distribución del ingreso, era la implacable pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, era gobernar con un DNU tras otro? ¿Los otrora republicanos y sensibles dirigentes se han olvidado tan rápido de sus promesas? ¿O fueron sólo frases de campaña? ¿O cambiaron?

Nuestro proyecto puso al empleo en el centro de las políticas públicas por tres razones fundamentales: por el desarrollo económico, por la gobernabilidad democrática y por la justicia social.

Estamos convencidos que es el trabajo el que genera riqueza y no al revés. Que el empleo es indispensable para la gobernabilidad de los países. Hay que tener claro que sin ciudadanía no hay democracia. Y sin trabajo no hay ciudadanía. Eso es lo que debemos defender. Todos.

* Jefe del bloque Frente para la Victoria de la Legislatura porteña.

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