EL PAíS › EL MULTIMILLONARIO JORGE PéREZ LEVANTARá DOS TORRES LUJOSAS Y UN HOTEL BOUTIQUE EN PUERTO MADERO
Amigo personal del precandidato a presidente de los EE.UU., Pérez apoyó a Mauricio Macri en su campaña a jefe de Gobierno porteño y ahora, tras reunirse con Horacio Rodríguez Larreta, confirmó su inversión en “un proyecto inmobiliario en el Dique 1”.
› Por Gustavo Veiga
A Jorge Pérez lo llaman el Donald Trump latino, es argentino, multimillonario y vive en Miami. Tiene una fortuna estimada de 3600 millones de dólares, apoyó a Mauricio Macri en su campaña a jefe de gobierno porteño y ahora reaparece en Buenos Aires para levantar dos torres lujosas y un hotel boutique en Puerto Madero. En 2014 se quejaba de que nunca había podido concretar un negocio en el país. Hoy ya no piensa lo mismo. Se reunió con Horacio Rodríguez Larreta “por un proyecto fabuloso” como definió al complejo SLS Lux que construirá en el Dique 1. Amigo íntimo del magnate y candidato a presidente norteamericano –que hasta le prologó un libro–, es el arquetipo del desarrollador que prosperó en EE.UU. con la especulación inmobiliaria. También especuló en política, aunque se define demócrata. Financió por igual a Bill Clinton y al republicano Jeb Bush. Es de esos capitalistas que huele el peligro cuando su dinero está en juego. El mismo lo dijo: “Cuando cierro negocios en países de la región, como Brasil, los márgenes de ganancia tienen que superar a los habituales. De lo contrario, no tiene sentido correr riesgos”.
Hijo de cubanos, nació en la Argentina en 1950 y se crió en La Lucila. De niño regresó a la tierra de sus padres, pero había parido la revolución liderada por Fidel Castro que le incautó los bienes a su familia. Estudió la escuela secundaria en Colombia, se graduó con dos diplomas universitarios en Estados Unidos –sociología y planeamiento urbano– y comenzó a trabajar en un municipio de Miami. Ciudad a la que Pérez llama “la capital de facto de América latina”.
En 2008-2010 sobrevivió a la burbuja inmobiliaria que dejó un tendal de damnificados. Comprobó que su cuenta bancaria había caído en picada, aunque su desarrolladora, The Related Group, fue acusada de no devolver el dinero por algunos inversores. Uno de ellos, el jubilado Joseph Ferrelli, había pagado para tener su departamento en el proyecto Trump Tower y le reclamó 195 mil dólares, según publicó The Wall Street Journal en 2011. Su amigo, el xenófobo Donald, le cedió a Pérez los derechos para usar su apellido en más de una obra.
El argentino al que The Wall Street Journal bautizó el rey de los condominios del sur de Florida o al que la revista Time considera el hispano más influyente de EE.UU., se codea con Barack Obama, Hillary Clinton o Bill Gates. Pero con Trump su relación es otra cosa. Tolera su incorrección política y hasta se permitió bromear con él en público sobre el muro que pretende levantar en la frontera con México. Contó en una entrevista que “la última vez que nos vimos yo estaba con él en un meeting, los dos hablando en una conferencia muy grande, nos estaban haciendo preguntas y yo como un chiste le dije: oye Donald, dime una cosa –porque estábamos hablando de eso–, cuando construyas la pared esa de 30 pies que vas a hacer en la frontera de Estados Unidos, ¿en qué lugar me metes a mí? ¿Me metes en el lado americano o en el mexicano? Y se puso a reír”.
Pérez dice que está completamente en desacuerdo con esas ideas políticas de su amigo. “Soy un demócrata liberal y él es un republicano conservador”, se define a sí mismo. Pero la amistad y los negocios mutuos pueden más que las diferencias con un candidato a presidente reaccionario. Por algo Trump le prologó su libro Powerhouse principles, un tratado sobre el mercado de bienes raíces, en cuya tapa el magnate argentino aparece en primer plano de traje y con barba candado. Una especie de Paul Singer sin canas y con más pelo.
En las próximas elecciones presidenciales de EE.UU., Pérez dice que apoyará a Hillary si gana la interna demócrata. Esa idea no le resulta contradictoria con la amistad que le profesa al precandidato republicano más votado hasta ahora. Es más, considera un “piropo” que lo llamen el Donald Trump latino. Cuando se trata de su país natal, Pérez no deja dudas de cuáles son sus preferencias políticas: “Lo conozco muy bien a Macri. Lo traté cuando era presidente de Boca Juniors y apoyé su campaña para alcalde. También tuve contacto con el ex presidente Néstor Kirchner por un gran desarrollo inmobiliario, pero no fue posible. Creo que ahora llegó la oportunidad de invertir en la Argentina”, dijo a La Nación en febrero pasado.
El proyecto al que aludió y quedó por el camino fue la urbanización de la ex ciudad deportiva de Boca Juniors en sociedad con el grupo IRSA. Ahora se tomará revancha con la obra de Puerto Madero, donde adquirió un terreno por 30 millones de dólares para levantar dos torres que prevé terminar a fines de 2018. El metro cuadrado costará 6 mil dólares. Pérez ya le describió su proyecto al jefe de Gobierno porteño, Rodríguez Larreta, donde combinará sus dos pasiones: el urbanismo para gente de mucho poder adquisitivo y la colección de obras de arte (ver aparte).
El desarrollador que ingresó al ranking Forbes de los 400 hombres más ricos en Estados Unidos sabe de lo que habla cuando se trata de hacer negocios. Lo comprobó en Miami con The Related Group, creado en 1979 y en el que está asociado con el empresario Stephen Ross, con quien también comparte el equipo de fútbol americano Miami Dolphins.
En una entrevista del South Florida Bussines Journal, comentó en junio del año pasado en qué condiciones prosperaban más sus obras en Latinoamérica: “Hay dos factores a nuestro favor: por un lado, gran cantidad de los sudamericanos tienen sus fortunas en dólares fuera de sus países; por otro lado, Estados Unidos es considerado como una forma de cobertura contra las fluctuaciones monetarias, trastornos políticos y crisis económicas. Y aunque se ha evidenciado una disminución en la demanda de América del Sur, aún les estamos vendiendo bien. Todavía una gran cantidad de sudamericanos nos compran”.
Puerto Madero espera por su último desarrollador. El amigo argentino de Trump que respaldó a Macri cuando aspiraba a ser jefe de Gobierno porteño, se quedó con el único terreno que había disponible en el Dique 1 donde dice que invertirá 250 millones de dólares.
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