EL PAíS › OPINION
Salvar la producción y el empleo
Por Eduardo Hecker*
A pesar de la gravedad y profundidad de la crisis, y más allá de las intenciones esbozadas, la reactivación de la producción y la generación de empleo no parecen conformar hasta ahora el eje central del plan económico. La implementación de medidas compensatorias tras la devaluación, si bien favorece a un núcleo de grandes empresas que poseen activos dolarizados en el exterior y pasivos pesificados 1 a 1, no introduce ninguna instancia que permita incrementar el ingreso disponible de la población para promover el consumo –por el contrario, la devaluación y las remarcaciones inducen el camino contrario– ni salvar y relanzar a las empresas. Sin consumo y sin inversión no hay economía.
En los últimos años, las grandes empresas, incluso a las que les ha ido bien, no se han caracterizado por crear nuevos empleos: las principales 500 empresas del país redujeron su dotación de personal en un 7,5 por ciento durante la última década. Se comprobó que incrementaron sus importaciones de insumos y bienes finales, lo cual también afectó el nivel de empleo de sus empresas proveedoras. Pensar que la reactivación vendrá de la mano de inversiones de esas firmas constituye en el mejor de los casos una fuga hacia adelante.
A pesar de las declamaciones de una alianza con los sectores de la producción, la pequeña y mediana empresa fue excluida del mapa de beneficiarios del plan económico. Las pymes desarrollan su actividad primordialmente en el mercado interno, el cual sufre una profunda depresión. Su financiamiento ya ni siquiera es caro, es inexistente, con el agravante de que las deudas se indexarán. Y la concentración y oligopolización de los mercados están generando incrementos injustificados en los precios de insumos, que requieren una acción más decidida para proteger a las pymes.
Este panorama no debe impedir ver que existen oportunidades para las pymes, no sólo por la devaluación que encareció las importaciones y les permitiría alguna aventura exportadora. Muchos empresarios han decidido apostar a la incorporación de nuevas tecnologías, a innovar, a pensar en el diseño como herramienta de diferenciación de productos. Sólo necesitan que el país se proponga una estrategia para que todos esos esfuerzos individuales se transformen en una verdadera reconstrucción de la producción.
Voy a insistir con una propuesta: es necesario crear con urgencia el Banco de la Producción para financiar exclusivamente proyectos vinculados a la industria y el turismo, con especial énfasis en proyectos de innovación tecnológica, diferenciación de productos y exportación. El management deberá poseer un alto grado de profesionalismo, para evitar experiencias negativas.
Hay que destacar la importancia que asumen las retenciones a las exportaciones, aunque despierten resistencia en algunos sectores. Las retenciones deben cumplir el objetivo de contener los precios internos de los productos exportables, en tanto integren directa o indirectamente la canasta básica de alimentación: el alza de sus precios reduciría los salarios reales. Pero las retenciones al agro no deben ser vistas sólo con fines fiscales sino también productivos. Además de ser aplicada a programas sociales, la recaudación que se obtenga por esta vía debería integrar un fondo destinado a realizar obras de infraestructura destinadas al sector agropecuario y al refinanciamiento de las deudas de pequeños y medianos productores.
Asimismo, es necesario pensar en un mecanismo de retenciones que sea decreciente en el tiempo, hasta llegar nuevamente a 0 en un corto plazo, y que promueva la agregación de valor. Finalmente, es importante destacar la importancia que asumiría el regreso a la actividad productiva en el país de los capitales locales pertenecientes a grandes grupos económicos que durante la última década salieron del circuito productivo. Estas premisasson necesarias para recrear las condiciones para salvar la producción y el empleo, y preparar un verdadero relanzamiento de las empresas.
* Economista, secretario de Desarrollo Económico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.