DIEZ RAZONES PARA LA CALENTURA
Cuando se cierra la boca
River venía cebado, agrandado, listo para una nueva fiesta, pero la realidad le dio un cachetazo y le dejó varios motivos para la bronca y algunos para la preocupación: Gimnasia y Racing se arrimaron. Un consuelo es que Boca sigue en caída libre.
Por Juan José Panno
1 No ganó. Venía de hacerle tres a Boca en la mismísima Bombonera, por lo que se descontaba que a priori no debería tener problemas para liquidar al modesto Banfield en el Monumental. Los hinchas que fueron a la cancha en masa, con sus banderas en alto y la garganta lista, dispuestos a la continuación del festín de una semana atrás, arriaron los trapos y se fueron en silencio, dejando a sus espaldas el festejo de Banfield. Ganar, aunque sea 1 a 0, les habría permitido sostener la idea de que el camino al título es una autopista libre. En todo caso, esta vez se demoraron en el peaje y no les gusto ni medio.
2 No le ganó a un equipo cuyos jugadores son capaces de pegarle de punta y para arriba. Hay una distancia enorme entre la prolija forma en que los jugadores de River hacen circular la pelota buscando un hueco por donde filtrarse y la falta de pudor de los defensores de Banfield para resolver situaciones muy comprometidas, más o menos comprometidas o directamente no comprometidas. Hay distancias entre los que quieren jugar siempre y los que muchas veces le pegan hacia adelante simplemente para sacar la pelota del propio campo y volver a empezar. A cualquier hincha de River le debe haber dado bronca quedar igualado con un equipo que tiene un nivel muy inferior al propio.
3 No tuvo poder de gol. River se quedó en cero, como hace quince días en el mismo escenario contra Chicago, pese a tener la pelota en su poder durante 70 de los 90 minutos. A River se le viene haciendo difícil enfrentarse a rivales que se le meten atrás y no le dejan demasiados espacios. Manejó el balón, e insinuó siempre más; le provocó varios revolcones a Lucchetti, pero casi no tuvo posibilidades nítidas para convertir.
4 Padeció las situaciones de gol más claras del partido. En el segundo tiempo, a los 71 minutos, Luis Garisto comprendió que se podía aspirar a algo más que el cero a cero y mandó a la cancha al grandote de casi dos metros Daniel Bilos para que Josemir Lujambio tuviera el acompañamiento que necesitaba. A los 73 y a los 80, Bilos tomó parte de dos llegadas claras de contraataque que no terminaron en la red porque Pablo Del Río ahogó el grito. En la primera tiró a colocar y le salió débil a las manos de Comizzo, y en la segunda se acordó de la anterior y esta vez tiró a matar y chocó con el cuerpo del arquero de River. A los hinchas de River les sigue preocupando que rivales inferiores (Chicago, Banfield) lleguen a zonas de riesgo con cierta facilidad. Ayer bastó que Lujambio tuviera un poco de compañía para que el área local se llenara de susto.
5 Cavenaghi no la pone. El de ayer fue el tercer partido consecutivo sin goles del pibe Fernando Cavenaghi, y eso fastidia a algunos hinchas de River que descontaban que iba a convertir en cada presentación luego de su excelente producción en las primeras cuatro fechas. Cavenaghi no jugó bien, estuvo por debajo de los dos encuentros, pero eso no debería ser un motivo de calentura. El pibe tiene el crédito abierto.
6 Esnaider. Juan Esnaider entró en reemplazo de Zapata y jugó casi media hora. Estuvo cerca del gol en una confusa jugada de varios rebotes en el área chica de Banfield, pero en general aportó poquito y se llevó: a) la tarjeta amarilla; b) el evidente reclamo de D’Alessandro por un pase que no le dio; y c) muchos silbidos. Mientras juegue como lo hizo ayer, seguirá siendo un motivo de calentura para los riverplatenses.
7 La suerte esta vez no jugó a favor. Es cierto, y ya se dijo, que el cuadro de Ramón no generó situaciones de gol en la relación que correspondió a su dominio, pero sí tuvo algunas jugadas que no se concretaron por poco. Si en el primer tiempo, por ejemplo, Ayala llegaba un segundo antes para conectar el excelente pase de cabeza de Cavenaghi, y si Zapata hubiera definido un mano a mano que tapó el arquero, River habría llegado al 1 a 0 pronto, obligando a Banfield a abrirse, con la posibilidad de golear.
8 Expulsaron a Ledesma. Sobre el final del partido a Ledesma se le fue el pie y casi lo corta a Cocca. Aunque no llegó a lastimarlo, Brazenas juzgó la violencia con la que se tiró y le sacó la roja directa. Ledesma no había jugado mal, pero en el ultimo tramo del partido estaba dándole todas las pelotas a los contrarios. Ahora jugará Pereyra, o tal vez Husain. Con Ledesma River tiene más fútbol, pero su impotencia de ayer (recordar a Traverso en el Superclásico) se pagó caro.
9 Los de abajo se arriman. Ganó Gimnasia, que acortó distancias y quedó a tiro, a sólo tres puntos en la tabla. El sábado, Racing le había ganado a Huracán y quedó a cuatro puntos. La primera impresión es que ni Gimnasia ni Racing tienen demasiado como para sombrear las ilusiones de River. De todos modos quedaron demasiado cerca, y a nadie le gusta que le anden pisando los talones.
10 Pudo sacarle diez puntos de ventaja a Boca. Si River le ganaba a Banfield y, como estaba previsto por cualquier hincha millonario, Boca perdía después con Lanús, la distancia entre ambos se hubiera extendido a diez puntos. Boca perdió, pero como River no ganó, la diferencia quedó en 8 puntos. Es muchísimo a esta altura del campeonato, aunque nunca será suficiente para los más fanas.