EL PAíS › EL 2004 SERA DE PRECALENTAMIENTO Y EL 2005 DE CANDIDATURAS
La CTA saca su movimiento del congelador
Hace ya un año que la Central de Trabajadores Argentinos decidió formar un movimiento político, pero el plan se desfasó ante los altibajos del ARI y el triunfo de Kirchner en la Presidencia. Ahora vuelven a la carga, con vistas a las legislativas del 2005.
Por José Natanson
El líder de la CTA, Víctor De Gennaro, busca recuperar el protagonismo perdido. El 26 y 27 de marzo relanzará el movimiento político y social que, anunciado un año atrás, se diluyó en las ideas y vueltas del ARI y el nuevo clima K y nunca terminó de llevarse a la práctica. Con el relanzamiento, De Gennaro intentará recuperar la iniciativa, galvanizar el conflictivo frente interno de la central y consensuar una posición común respecto del Gobierno: en un encuentro realizado la semana pasada, los integrantes de la mesa directiva de la CTA coincidieron en mantener una distancia crítica de la Rosada y cuestionaron duramente el oficialismo militante del piquetero Luis D’Elía.
En diciembre del año pasado, en un congreso en Mar del Plata, De Gennaro formuló un anuncio: luego de una década de luchas sindicales, la CTA finalmente daba su esperadísimo paso político. El plan, sin embargo, nunca terminó de definirse, y cada uno lo interpretó a su manera. Algunos creyeron que implicaba un aval para que los dirigentes sindicales se presentaran a elecciones. Otros, que habría una reconversión institucional de la CTA, de central gremial a partido político. Y algunos hasta soñaron con la candidatura presidencial de De Gennaro.
Pasó el tiempo, el gobierno de Eduardo Duhalde logró cierta estabilidad y el ascenso de Néstor Kirchner marcó un quiebre en el clima político, arrebatándole al centroizquierda –incluida la CTA– muchas de sus banderas. En ese período, De Gennaro recuperó protagonismo sólo para reunirse con Elisa Carrió y Luis Zamora y reclamar la caducidad de los mandatos legislativos. En cuanto al nuevo gobierno, desde su asunción De Gennaro mantuvo un cauteloso y deliberado bajo perfil, aunque de las tres centrales la CTA fue la primera en ser recibida por Kirchner, antes que Rodolfo Daer y Hugo Moyano. De Gennaro recibió otra señal de confianza desde Kirchner cuando el encargado de relaciones internacionales de la CTA, Carlos Custer, fue nombrado embajador en el Vaticano.
De a poco la iniciativa del movimiento político y social se fue diluyendo, y el único resultado visible fue que cada vez más dirigentes de la CTA se lanzaron a los partidos.
La idea, ahora, es relanzar el movimiento. El martes, en una reunión de la mesa directiva, De Gennaro terminó de ordenar el cronograma. Durante enero y febrero, la central continuará con los encuentros regionales, como los que ya se hicieron en Entre Ríos, Santa Fe y Misiones. En la primera quincena de marzo se realizará un congreso de la rama de transportes y otro de la rama de servicios, donde se formalizará el pase de diez sindicatos de comercio que hoy se encuentran bajo la órbita de Armando Cavalieri.
En esa reunión de la mesa directiva estaban, además de De Gennaro, el docente Hugo Yasky, el aeronáutico Ariel Basteiro, el estatal Pablo Micelli, el piquetero Luis D’Elía y el economista y diputado Claudio Lozano (ver aparte). Además de cuestiones administrativas relacionadas con el financiamiento y el funcionamiento de la central, decidieron que el 26 y 27 de marzo, una vez concluido el proceso de ampliación y reorganización, la CTA reunirá a su máxima instancia de conducción –el comité central confederal– y anunciará el nuevo plan.
“Todos estuvimos de acuerdo en que hay que revivir esta iniciativa”, explicó uno de los participantes. Hizo malabares con los tiempos: la idea es trabajar durante todo el 2004 en la constitución del movimiento, que tendría su primer gran encuentro a fines del 2004. Así, lograrían conformar un espacio más o menos articulado de cara a las legislativas del 2005. “Tenemos que aprovechar que hay dos años sin elecciones para organizarnos”, agregaba.
Como parte del proceso, la central buscará retomar la lucha en dos ejes diferentes. El primero es gremial y apunta a la libertad sindical, unviejo reclamo que, en caso de prosperar, resquebrajaría el poder de los sindicatos tradicionales. Justamente, mañana De Gennaro y los suyos se reunirán con Kirchner y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, para plantearle el tema. El segundo eje –económico-social– apunta a mejorar la redistribución de la renta a través de un Ingreso Ciudadano Universal, que fue plebiscitado por el Frente Nacional contra la Pobreza a principios del 2001 y que consiguió el apoyo de dos millones de personas.
Pero antes de cualquier otra cosa, la CTA deberá consensuar una serie de definiciones políticas, especialmente en relación con el Gobierno. Hasta ahora, las posiciones y los alineamientos son diferentes: algunos dirigentes, como Lozano, ingresaron por listas apoyadas por el kirchnerismo, aunque cuestionan aspectos importantes de la política económica. Otros, como Maffei (ARI) y Basteiro (Socialismo) se postularon por fuerzas claramente opositoras. En cualquier caso, la mayoría reconoce que Kirchner está llevando adelante buena parte de la agenda del centroizquierda, pero recomienda mantener cierta distancia y no encolumnarse automáticamente con la Rosada.
La excepción es D’Elía. Ex concejal del Frepaso, el titular de la Federación de Tierra y Vivienda fue cobrando protagonismo al calor del crecimiento del movimiento piquetero, hasta convertirse en el líder territorial indiscutido de la CTA. Decidió alinearse con Kirchner de forma total, a tal punto que denominó Kambia Buenos Aires –así, con K– a la fuerza política que lanzó para su frustrada candidatura a gobernador.
La decisión de D’Elía generó resistencias entre sus compañeros de la CTA, algunos de los cuales pusieron el grito en el cielo luego de leer sus declaraciones a Página/12 atribuyendo a un “autoatentado” la bomba que estalló el sábado en la Plaza de Mayo. Los dirigentes de la CTA cuestionaron al líder piquetero, que amagó con una tibia autocrítica. Aunque nadie reclamó una sanción, decidieron emitir un texto que desautoriza sus últimas declaraciones y califica de “atentado” a la explosión.
En cualquier caso, el tono de la relación con el Gobierno es sólo uno de los temas que deberán definir antes de la constitución del movimiento político y social. Además, De Gennaro deberá buscar consensos mínimos en torno de otras cuestiones clave –el modo de organización y la intervención electoral, por ejemplo– si quiere que su viejo proyecto esta vez no quede en la nada.